El arte salta de las calles a los hoteles en Nantes

Bien conocida por su relación con el arte, que cada año aumenta gracias al festival Le Voyage à Nantes, la ciudad bretona cuenta con originales alojamientos diseñados por artistas para dormir literalmente en una obra de arte

Dream Jungle, dormir en una obra de arte en Nantes. Foto: ©Jean-Dominique Billaud | LVAN.

Basta seguir una línea verde trazada en el suelo para descubrir en Nantes asombrosas obras de arte contemporáneas que emergen en cualquier punto de una ruta que se extiende a lo largo de 12 kilómetros y que se enriquece, cada verano, con una nueva edición del festival Le Voyage à Nantes (El viaje a Nantes) que suma nuevas instalaciones efímeras o permanentes a su catálogo.

Recién celebrado la undécima edición de este singular viaje de arte, aún pueden verse en Nantes las nuevas incorporaciones artísticas, que se entremezclan con el abundante patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad.

Porque, más allá de los dos meses que dura el festival, el arte reside en la ciudad bretona todo el año y puede disfrutarse en las calles, en los museos y en los hitos más conocidos, como el gigantesco elefante de la Isla de las Máquinas en el que se puede dar un paseo (tiene capacidad para hasta 49 viajeros en su interior) por los astilleros de Nantes y unas maravillosas vistas del Loira.

El famoso elefante de Nantes. Foto: Jorgen Hendriksen | Unsplash.

Desde hace cinco años y con el objetivo de llevar esta experiencia un paso más allá, diferentes hoteles están convirtiendo sus habitaciones literalmente en obras de arte: la ciudad cuenta ya con 22 habitaciones y alojamientos decorados por artistas de diferentes estilos que permiten dormir, literalmente, en una instalación artística.

Dream jungle, un refugio para sueños

La artista japonesa Makiko Furuichi se apoderó de una habitación del Hotel Amiral (Rue Scribe, 26), que convirtió en su ‘Dream jungle’.

Con pintura a la acuarela transformó paredes, techo, muebles e incluso tejidos invadiendo escritorio, cabecero, cortinas y cojines con suaves formas orgánicas, hermosos dibujos y colores inspirados en la naturaleza. El espacio luce ahora envuelto en una densa vegetación tras la que se ocultan unos personajes que acuden a observar a los recién llegados con una mezcla de miedo, curiosidad y diversión.

Diseño de Makiko Furuichi para el Hôtel Amiral. Foto: ©Jean-Dominique Billaud | LVAN.

La experiencia se culmina con una original edición de A Dream of Them de Jon Chandler, que evoca lo invisible, los fantasmas y los extraterrestres que ocupan nuestros sueños.

Miranda #F98181, un torbellino de color

En el Mercure Nantes Centre Grand Hôtel (Rue du Couëdic, 4), ha sido la artista Elsa Tomkowiak la encargada de convertir una confortable suite en una obra de arte.

Inundándolo todo de color se borran los convencionales límites entre pintura y escultura. Entre amplios brochazos se experimenta en el propio cuerpo el deseo de movimiento, propagación y velocidad del color que caracterizan a la artista, que suele además escoger para sus obras títulos inspirados en la forma en la que la meteorología denomina convencionalmente a los anticiclones, tormentas y huracanes.

Habitación intervenida por E.Tomkowiak en el Mercure Nantes Centre Grand Hôtel Mercure. Foto: ©Jean-Dominique Billaud.

En este caso y para denominar a esta original habitación, eligió Miranda #F98181, que hace referencia a la protagonista femenina de La tempestad, de William Shakespeare, cuya fuerza de amor vence vanidades y luchas de poder.

Micr’Home, un tetris urbano

Totalmente diferente es la propuesta de Micr’Home del artista Myrtille Drouet, en sí misma una obra de arte (fue una de las propuestas incluidas en el programa del festival Le Voyage à Nantes en su edición de 2017) y microalojamiento que se alza a 5 metros de altura sobre una estrecha callejuela.

Myrtille Drouet, Micr’Home, una instalación de Voyage à Nantes 2017. Foto: ©Philippe Piron | LVAN.

Su fachada negra, sus encajes metálicos que medio ocultan las ventanas, el bosque de pájaros de origami colgado del porche… Todo está hecho para dirigir la vista de los transeúntes en la concurrida rue de la Fosse a este pequeño espacio, un mínimo intersticio del entorno urbano.

Dentro de estos bloques suspendidos se esconde un apartamento completo con una habitación de 26 m2. Un lugar optimizado y acogedor, cuya columna vertebral es la escalera de caracol que demuestra que la vida urbana se hace más fuera que dentro y que no necesitamos grandes espacios para construir nuestros nidos y un ejemplo de arquitectura microscópica que metamorfosea y propone vivir la ciudad de otra manera.

Myrtille Drouet, Micr’Home. Foto: ©Philippe Piron | LVAN.

Amours: Le D’Ô. Una burbuja flotante

Amarrado en el dique Henri-Barbusse, un antiguo barco fluvial de los años 30 se ha convertido en una auténtica burbuja flotante. Cortando, ensamblando y pegando formas elementales, la artista Karina Bisch toma elementos del arte moderno y popular, círculos, rombos, cuadrados y rayas, pero los utiliza de una forma poco convencional.

Como si se tratara de un cuadro vivo, con ese aspecto de mantel colorido y alegre, Amours: Le D’Ô ilumina el paisaje. Un tejado de formas superpuestas, como un patchwork, que nos recuerda a plantas flotando.

Le D’ô, diseño de Karina Bisch. Foto: ©Jean-Dominique Billaud | LVAN.

En el interior, la sinfonía de formas y colores sigue por todas partes. Un espacio inusual y atípico, abierto hacia el exterior a través de grandes ventanales, que ofrecen unas vistas singulares de la ciudad y del río Erdre.

Habitación 107, un juego de luces

En la Habitación 107 del Hotel Océania (Rue Crébillon, 249, Justin Weiler ha transformado el espacio en una especie de invernadero gracias a grandes vidrieras pintadas que cubren los laterales a modo de frontera que separa el interior del exterior.

Tumbados o de pie, los huéspedes tienen la oportunidad de formar parte de la obra, mientras se dejan atrapar por el baile de la luz, principal material utilizado por el artista. Las aperturas arquitectónicas dejan pasar la claridad a través de sus líneas verticales, pintadas con tinta china, creando un decorado diferente según la hora del día.

Habitación 107 del Hötel Oceania, por Justin Weiler. Foto: ©Jean-Dominique Billaud | LVAN.

Al atardecer, las rayas que proyecta la obra en la habitación recuerdan a las rayas de las cebras presentes en la pared del bar del hotel. La creatividad del artista ofrece, sin desentonar, una versión original de este hotel antiguo y clásico.

Cellule Vitale, la vida en cajas

Un recipiente para cada quehacer cotidiano, esta es la propuesta del escultor Simon Thiou con su obra Cellule Vitale, que ha colonizado una de las habitaciones del Hotel Le Cambronne (Rue Fourcroy, 11).

El artista aporta una reflexión sobre nuestro entorno doméstico a partir de una obra que inventa “una forma utópica de vivir” donde cada función de la vida diaria se almacena en su contenedor.

Cellule Vitale. Foto: © Jean-Dominique Billaud | LVAN.

La ducha, el inodoro, el armario, un espacio de lectura, una gramola o una biblioteca, todos estos lugares se asientan sobre ruedas.

Este principio permite a los clientes apropiarse del espacio organizando el mobiliario de color negro y gris según sus necesidades. Gracias a este ambiente propicio para la introspección, el artista nos invita a proyectar nuevos pensamientos y a cultivar la imaginación.

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