Rockies to the Red Rocks: de las Montañas Rocosas a los cañones de Utah en un tren de lujo

Famoso por sus vagones panorámicos de cristal, el Rocky Mountaineer canadiense debuta en los EE UU con un viaje entre desiertos y cañones de Colorado y Utah

Foto: Emotion Cinema | Rocky Mountaineer.

Es, por derecho propio, uno de los trenes de lujo mas evocadores del mundo. Con vagones de techos de cristal y un extraordinario recorrido de 800 km, el Rocky Mountaineer se adentra en las Montañas Rocosas para descubrir algunos de los paisajes más espectaculares de Canadá y la sucesión de imponentes picos, lagos cristalinos y frondosos bosques en los que habitan osos, águilas o alces.

Ahora el famoso tren da el salto a los Estados Unidos y estrena una nueva ruta: Rockies to the Red Rocks que conecta Denver (Colorado) y Moab (Utah) y se adentra entre desiertos e impresionantes cañones y formaciones geológicas que incluyen los arcos de piedra roja más famosos del mundo.

Rocky Mountaineer: el perfecto ‘slow travel’

Los viajes, de dos días y una noche, pueden hacerse en cualquiera de los sentidos, con salidas en Denver y Moab, pero también en las ciudades de Las Vegas o Salt Lake City (en estos dos últimos casos, los viajes incluyen 3 y 2 noches adicionales para explorar cada uno de los destinos).

El 15 de agosto, y tras algunos retrasos ocasionados por la pandemia de covid, tuvo lugar el viaje inaugural del convoy, que promete convertirse en una de las estrellas de la compañía que, desde su creación en 1990, ha sido premiada hasta en 8 ocasiones como la mejor experiencia del mundo en tren en los World Travel Awards.

Aunque sus itinerarios comprenden varios días, los trenes de Rocky Mountaineer no están equipados con coches cama, sino que las noches se hacen siempre en un hotel

Al igual que las rutas que la compañía ya opera en Canadá (Vancouver al Lago Louise, Vancouver a Banff y Vancouver a Jasper), las noches no se hacen en el tren. De hecho, el ferrocarril no cuenta con ningún vagón equipado con camas o suites, sino que los pasajeros son trasladados a un hotel donde se acomodan para descansar a todo lujo.

El tren en la estación de Glenwood Springs. Foto: Rocky Mountaineer.

En el Rockies to the Red Rocks se duerme en la ciudad de Glenwood Springs, en Colorado, famosa por sus aguas termales. El propósito, explican los responsables del proyecto, es doble: por un lado, garantizar el mejor descanso a sus viajeros. Por otro, que nadie se pierda ni un solo paisaje.

“Nuestras rutas muestran algunos de los paisajes más espectaculares que Norteamérica tiene para ofrecer”, explica Nicole Ford, directora de comunicaciones de Rocky Mountaineer, a CNN Travel. Es por eso que los trenes, equipados con ventanas panorámicas de gran tamaño, solo viajan durnate el día, con el objetivo de que los huéspedes “no se pierdan ni un momento de los paisajes en constante cambio”.

Rockies to the Red Rocks en el Byers Canyon. Foto: Rocky Mountaineer.

Servicio de lujo a bordo

También característico del servicio del Rocky Mountaineer es la gastronomía a bordo. En este nuevo itinerario, sin embargo, se ha cambiado el vagón-restaurante por un servicio en los propios asientos. Como una mesa en un restaurante, cada fila es atendida de forma personalizada por el personal, con un menú cerrado de comidas y bebidas a disposición del cliente, desde vinos a cervezas locales.

La temporada inaugural se extenderás hasta el 19 de noviembre, con nuevos viajes programados a lo largo de 7 meses en 2022

Los platos se elaboran con productos de las zonas por las que se viaja e incluyen desde costillas estofadas con cerveza a salmón y embutidos de bisonte, alce o venado y verduras de Colorado.

El servicio a bordo es una seña de identidad de la compañía. Foto: Rocky Mountaineer.

Además, en función del paquete escogido (SilverLeaf o SilverLeaf Plus) se puede tener acceso a un salón privado donde un experto mixólogo prepara exclusivos cócteles.

En cualquier caso, el billete da acceso a todas las comidas y bebidas (con y sin alcohol), asientos con vistas junto a ventanales panorámicos que trepan hasta el techo (aunque no tiene los imponentes techos de vidrio del Rocky Mountainer), y la estancia en el hotel de Glenwood Springs (puede ser el Glenwood Hotel Colorado, el Hotel Denver o el Glenwood Hot Springs Resort).

Todos los viajeros pueden (y deben) levantarse y pasear para obtener puntos de vista diferente del paisaje, por ejemplo, desde las plataformas de observación al aire libre en cada vagón, donde se pueden aspirar los aromas de la montaña. El personal ofrece además explicaciones e historias sobre los puntos que se van divisando desde las ventanillas.

El tren atraviesa bosques, cañones y montañas. Foto: Rocky Mountaineer.

El trayecto: 594 km de cañones, montañas y aguas termales

A lo largo de un total de 594 km, el tren serpentea a lo largo de ríos y cadenas montañosas y pasa por antiguos cañones rocosos mientras viaja entre la ciudad de Denver, con sus rascacielos a exactamente 1.609 metros de altura –por eso se la conoce como Mile-High City, la ciudad de la milla de altura-, hasta las formaciones rocosas rojas de Moab.

Dividida en dos jornadas, la ruta parte desde Denver a las 9.00 horas, donde el convoy toma salida desde la Union Pacific Railyard. Por delante, 282 km hasta Glengwood Springs que comienzan con un desayuno servido en el asiento.

Por las ventanillas, mientras el bullicio de la ciudad va quedando atrás (la capital del estado de Colorado cuenta con casi 3 millones de habitantes en su área metropolitana), aparece el río Colorado, que acompaña al convoy. Tras la presa del embalse de Gross y el túnel de Moffat, que atraviesa, desde 1928, 10 km de terreno montañoso, el tren aparece al otro lado de la Gran Divisoria, la cadena que separa las cuencas de los ríos que desaguan en el Atlántico y en el Pacífico.

Los famosos arcos de Utah. Foto: Rocky Mountaineer.

El almuerzo (de tres platos) se acompaña de las vistas de cañones como Byers Canyon y Gore Canyon. Con suerte se puede observar la vida silvestre, incluidos marmotas, ciervos, pumas e, incluso, osos. El Glenwood Canyon sirve de puerta de entrada a la ciudad de Glenwood Springs, donde se baja del tren para pasar la noche.

De Glenwood Springs a Moab

De nuevo en el tren, donde se sirve otro suculento desayuno, el segundo día se propone completar los 194 km que separan Glenwood Springs de Moab, un trayecto que discurre entre bosques, moles de piedra arenisca y cañones de rocas rojas.

El monte Logan, De Beque Canyon, la cadena montañosa Book Cliffs y Ruby Canyon son algunos de los puntos más destacados, así como el monte Peale, con nieve incluso en verano debido a su gran altura (3.879 metros).

Por fin, la ciudad de Moab aparece en medio de un paisaje teñido de rojo. Aquí se abre el famoso Parque Nacional de los Arcos de Utah, un destino de maravillas geológicas de 310 km2 en los que aloja más de 2.000 arcos de piedra.

Si es viaje se ha quedado algo corto, es posible ampliar las estancias con diferentes paquetes, que incluyen noches adicionales en Denver y Moab, así como visitas a atracciones en cada uno de estos lugares.

El viaje en tren de dos días, que incluye una noche de alojamiento en un hotel en Glenwood Springs, tiene un precio desde 1.250 dólares por persona (1.0632 euros). Las salidas de Rockies to the Red Rocks se extenderán hasta el 19 de noviembre, con una temporada de siete meses planificada para 2022.

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