El Tren de Arganda, o la romántica experiencia de viajar en una locomotora a vapor

Heredero del antiguo Ferrocarril de Tajuña, este tren a vapor de la Comunidad de Madrid retoma sus servicios en la temporada de otoño

El Tren de Arganda en su lento viaje. Foto Santiago López-Pastor – Flickr

En España un puñado de trenes a vapor mantienen una resistencia numantina contra la aplanadora del progreso, y ofrecen unas experiencias de viaje que son como una puerta abierta en el tiempo.

Al sudeste de la Comunidad de Madrid, tras dos años de paréntesis forzado por la pandemia y unas obras en el puente de La Poveda, esta primavera regresó el Tren de Arganda, que transita por un breve tramo del antiguo Ferrocarril de Tajuña.

El próximo 12 de septiembre se pondrán a la venta los billetes para la temporada de otoño, y el cronograma se reiniciará el domingo 2 de octubre, para finalizar el sábado 24 de diciembre.

Los viajes se realizarán todos los domingos con cuatro salidas: a las 10:00, 11:00, 12:00 y 13:00. El billete cuesta siete euros e incluye la visita al museo ferroviario.  

La locomotora a vapor Arganda. Foto Vapor-Madrid

Recuerdos del antiguo ferrocarril

Este tren a vapor ofrece un recorrido de cuatro kilómetros desde la estación de Poveda, en Arganda del Rey, hasta el apeadero de la Laguna del Campillo, en Rivas Vaciamadrid.

Las locomotoras a vapor fueron construidas en 1925 y 1926 en Alemania, y restauradas por la asociación que impulsa este pintoresco tren

Es una breve muestra de lo que fue el servicio también conocido como Ferrocarril de Aragón (aunque nunca llegó allí), una línea de vía estrecha que iba desde Madrid a la localidad de Alocén, en Guadalajara.

Tras la Guerra Civil el servicio sufrió varias interrupciones, y desde los años ’60 solo funcionaba por tramos y para fines industriales. Finalmente se desactivó en 1997.

Un tramo de 49 kilómetros se readaptó como la Vía Verde de Tajuña, y como decíamos, solo queda el Tren de Arganda como un recuerdo en el tiempo de aquel ferrocarril.

La locomotora Ávila No 4. Foto Vapor-Madrid

Las locomotoras a vapor

El tren es impulsado por alguna de las dos locomotoras que han recuperado la asociación Vapor-Madrid, responsable de la explotación de este ferrocarril histórico.

Una es la Arganda, fabricado en 1925 en Alemania y que funcionó hasta 1967; y la otra es la Aliva Nº 4, del año 1926, que se impulsa quemando carbón de tipo hulla en su hogar, para calentar agua y producir vapor para moverse; y que estuvo en servicio en la Real Compañía Asturiana de Minas.

En La Poveda funciona un museo ferroviario que presenta antiguas instalaciones y recuerdos del viejo ferrocarril

En caso de que las de vapor entren en reparación la asociación tiene dos pequeñas locomotoras diesel modelos O&K (de 1956, pintada en un color rojo intenso) y Diema (de 1972, color verde y roja).

Vista de uno de los coches de pasajeros. Foto Vapor-Madrid

Los coches del tren a vapor

El convoy está formado por coquetos coches de madera que vieron la luz en 1916, como el AC-201 fabricado por Carde y Escoriaza, y los C-1 y C-2 que fueron reconstruidos por la Escuela Taller Román Aparicio de Arganda, a partir de antiguos chasis de vehículos ferroviarios.

Cada tanto se añade un vagón denominado Jefe de Tren, que fue transformado en coche de pasajeros, y que proviene del ferrocarril Ponferrada-Villablino.

Un viaje tranquilo

El viaje se hace lentamente, a unos 15 km/h, por el Parque Regional del Sudeste, donde se recorren los escenarios de una de las batallas más importantes de la Guerra Civil.

En el trayecto se atraviesa el río Jarama por el puente metálico ferroviario más largo de la Comunidad de Madrid.

Una de las locomotoras diesel de la asociación. Foto Vapor-Madrid

El museo

En la estación de La Poveda, que fue totalmente restaurada, funciona un tren lanzadera que permite visitar la gigantesca maqueta modular construida por la Asociación Cultural Ferroviaria de Madrid (Asocufe), y su precio es de tres euros.

En esa estación se encuentra un pequeño museo que conserva las antiguas infraestructuras ferroviarias, como el depósito de agua, los sistemas para accionar un desvío antiguo, barreras del paso a nivel, la carbonera y la caseta de enclavamientos.

Además del romanticismo del viaje esta experiencia permite descubrir antiguos oficios que el tiempo ha condenado al olvido, como el de fogonero o guardafreno.

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