La reducción de pedidos lleva a Gestamp a activar un ERTE en Linares hasta 2027 que afecta a toda la plantilla
Varios factores han llevdo a la planta de Gestamp de Linares a aplicar un ERTE que se hará efectivo en diciembre de 2027 y afectará a un total de 151 trabajadores
Francisco J. Riberas, presidente ejecutivo de Gestamp, durante su intervención en la jornada profesional ‘Los retos globales del sur de España’. Imagen: Cesur
La planta de Gestamp en Linares, ubicada en Jaén, y dedicada a la fabricación de componentes de automoción, ha pactado con el comité de empresa la aplicación de un Expediente de Regulación Temporal de Empleo que afectará al conjunto de su plantilla, formada por 151 trabajadores, con un horizonte que se extiende hasta diciembre de 2027.
El acuerdo, recogido por Europa Press, contempla además bajas incentivadas y prejubilaciones, dentro de un contexto marcado por la reducción sostenida de pedidos y la transformación estructural que atraviesa el sector a nivel europeo, en un movimiento que puede tener un gran impacto sobre la industria de la automoción a corto, medio y largo plazo.
Un gran cambio en el impacto del vehículo eléctrico que se enmarca en el contexto europeo actual del automóvil
Es, sin embargo, muy importante también recalcar el contexto en el que se ha dado esta decisión. Y es que el acta del acuerdo entre la empresa y la representación sindical sitúa el origen de esta decisión en el cambio significativo que vive la automoción en la Unión Europea, derivado de la decisión comunitaria de que todos los turismos y furgonetas nuevos comercializados en la UE sean de cero emisiones.
Debido a ello, este giro normativo implica en la práctica la prohibición de comercializar vehículos de combustión, incluidos gasolina, diésel e híbridos, a partir de 2025, lo que está provocando “la paralización de nuevos modelos térmicos”. Esta transformación impacta directamente en empresas proveedoras como Gestamp, cuyo negocio está estrechamente ligado a los fabricantes tradicionales.
Del mismo modo, el mencionado acuerdo también subraya que los nuevos vehículos eléctricos al 100% “suponen un cambio radical en el concepto de los mismos”, ya que implican modificaciones profundas en los sistemas de fabricación. Este nuevo modelo productivo lleva aparejada una reducción del empleo en el sector, al requerir menos componentes y procesos distintos a los de los vehículos de combustión.
Esto, evidentemente, para una planta como la de Linares, especializada en piezas de automoción para fabricantes europeos, supone una pérdida de carga de trabajo que se ha ido acentuando con el paso del tiempo, lo cual ha terminado resultando el factor diferencial que ha llevado a tomar esta decisión.
Más allá de todo esto, mirando con perspectiva, otro de los factores clave que justifican el ERTE es la aparición de nuevos fabricantes de nacionalidad china, que están ganando presencia en el mercado europeo. Según recoge el acuerdo, esta situación está provocando una pérdida de cuota de mercado de los fabricantes europeos, que son los clientes mayoritarios de Gestamp. Este desplazamiento competitivo tiene un efecto directo sobre la cadena de suministro y, en consecuencia, sobre el volumen de pedidos que reciben plantas como la de Linares.
La reducción de los pedidos, la guinda sobre el pastel que ha llevado al ERTE
La fábrica jiennense no es ajena a esta problemática, ya que se reconoce que “se están reduciendo sensiblemente los pedidos por parte de los clientes” a los que suministra componentes. Hasta ahora, la empresa había recurrido a herramientas de flexibilidad interna para ajustar la producción a la bajada de la demanda, medidas que “han permitido ajustar la producción” en una primera fase.
Sin embargo, el acuerdo advierte de que, al prolongarse esta situación en el tiempo, no resulta recomendable seguir utilizando estas fórmulas, lo que ha llevado a optar por medidas coyunturales como el ERTE por causas productivas, que, en esta última instancia, se han traducido en el ya mencionado ERTE.
Un expediente que, además, tiene muchos aspectos a tener en cuenta. Es fundamental recalcar en primer lugar que el expediente contempla un periodo de suspensión de contratos que se extenderá desde el 3 de noviembre de este año hasta el 31 de diciembre de 2025, con la posibilidad de finalizarlo antes de tiempo si cambian las condiciones que lo motivan. El texto es claro al señalar que en ningún caso podrá ser prorrogado.
Además de ello, se establece que el número máximo de días de suspensión que la empresa podrá aplicar a cada trabajador será de 130 días naturales, un límite que busca acotar el impacto individual dentro de un proceso que afecta a toda la plantilla, minimizando de esta forma lo máximo posible los daños colaterales infligidos por esta decisión.
A pesar de todo ello, como suele ser habitual, la aplicación de este ERTE tiene efectos colaterales relevantes tanto para los trabajadores como para la propia fábrica. En el plano laboral, supone un periodo prolongado de incertidumbre para los 151 empleados, que verán interrumpida su actividad de forma intermitente y deberán adaptarse a un escenario cambiante.
Algo que sucederá hasta, al menos, 2025, dentro de una planificación que se proyecta hasta 2027. La inclusión de bajas incentivadas y prejubilaciones apunta, además, a un ajuste estructural de la plantilla, en línea con la reducción de empleo que el propio acuerdo reconoce en el sector.
Por su parte, la empresa justifica el ERTE como una medida de ajuste temporal a la espera de que las medidas comerciales y organizativas que se adopten permitan “un incremento de la carga de trabajo esperada en el medio/largo plazo”. Mientras tanto, la planta de Linares afronta un periodo complejo, condicionado por la transformación del modelo productivo, la competencia internacional y la caída de pedidos, factores que han desembocado en un acuerdo que marca el futuro inmediato de la instalación y de toda su plantilla.