Daurella y Carceller ya saborean el renacer de Cacaolat

Cobega y Damm comienzan a recuperar la inversión de casi 50 millones desembolsada para el desarrollo de la nueva fábrica en Barcelona

Las botellas de Cacaolat.

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Tras años en números rojos, Cacaolat se asienta en los beneficios. La compañía de batidos catalana duplicó la facturación desde que Cobega y Damm la adquirieron en 2012 en pleno concurso de acreedores y en 2017 ya alcanzó unas ventas de 61,79 millones de euros. Es el momento que sus accionistas esperaban para comenzar a rentabilizar su inversión y recuperar el dinero depositado en las icónicas etiquetas amarillas.

Las cuentas a las que ha tenido acceso Economía Digital muestran que en el pasado ejercicio, las ganancias de la sociedad que copresiden Sol Daurella, en nombre del 50% que tiene Cobega, y Demetrio Carceller, en representación del 50% que ostenta Damm, alcanzaron los 3,30 millones de euros. El incremento frente a los beneficios de 2,62 millones de 2016 fue del 25,9% y lejanas parecen ya las pérdidas de 11,63 millones de 2013.

Con la empresa encaminada y el objetivo de facturar 70 millones en 2020 gracias al negocio internacional, sus propietarios ya huelen el momento para exprimir la compañía. A los 75 millones pagados a la administración concursal, añadieron un préstamo participativo a Cacaolat para construir una nueva fábrica en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) de 49 millones.

En la firma del crédito, Daurella y Carceller condicionaron el pago a la obtención de beneficios. Por ello, estuvieron entre 2012 y 2014 sin recuperar ni un solo euro. Con la llegada de los números negros, comenzaron a recibir las primeras cuotas de forma discreta, pero no fue hasta 2017 cuando al fin pudieron embolsarse un jugoso retorno.

Cacaolat pagó 8,3 millones de euros a Damm y Cobega en 2017

A lo largo del pasado ejercicio, Cacaolat distribuyó a partes iguales 8,3 millones entre Damm y Cobega para devolver parte del préstamo y los correspondientes intereses. En 2016 la cifra fue inferior a la mitad, con un pago de 4,01 millones de euros; un salto que ya fue agresivo frente a los 1,07 millones de 2015, el primer año en el que la compañía de batidos comenzó a ganar dinero.

De este modo, el pasivo, que en 2014 alcanzaba los 49 millones de euros, es ahora de 38,4 millones al recortarse la deuda desde los 24,5 millones hasta los 19,2 millones por accionista.

Con la inversión, la planta de la localidad barcelonesa produjo 55 millones de litros en 2017 y emplea a 215 personas. La instalación funciona todavía a menos del 80% de su capacidad, pues tiene capacidad para sacar al mercado 70 millones de litros e integrar un quinto turno a la actividad sin necesidad de afrontar inversiones adicionales.

El presente de Cacaolat, sin dividendos

A pesar de ganar dinero, Cacaolat no repartió dividendos entre los accionistas. Los 3,3 millones de euros ganados fueron destinados a enjugar pérdidas de ejercicios anteriores. Desde la salida del concurso, los números rojos ascendieron a 16,23 millones hasta que la empresa comenzó a ser rentable, en 2015.

La empresa entró en concurso de acreedores en 2011 de la mano del grupo Nueva Rumasa, propiedad de la familia Ruiz-Mateos, que protagonizó una de las quiebras más grandes de España en su momento. Tras un año de procedimiento, el juzgado de lo mercantil número 6 de Barcelona aprobó la venta de la sociedad a la alianza Cobega-Damm tras recibir también ofertas de Vichy Catalán y Corporación Alimentaria Peñasanta (Central Lechera Asturiana).

Carles Huguet

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