La plantilla de Nissan pide auxilio a la Casa Real para salvar BCN

La fábrica de Nissan en la capital catalana intenta evitar el cierre ante la retirada de la marca nipona de Europa

Trabajadores de la fábrica Nissan en la Zona Franca de Barcelona en una protesta frente al consulado japonés. EFE/Andreu Dalmau

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Los trabajadores de Nissan Barcelona rompieron la calma tensa que se vivía en la principal planta de la compañía en España esta semana al convocar una huelga indefinida. Tras el brote de coronavirus, la empresa quiere retomar la actividad el 4 de mayo para cumplir con un pedido de pick up hecho por Mercedes y volver a bajar la persiana hasta nuevo aviso.

La plantilla se niega a aceptar el riesgo de reanudar la producción en las condiciones actuales ante la probabilidad cada vez más grande de que la instalación cierre sus puertas de forma definitiva antes del verano. Para evitarlo, acuden a la ultima instancia a la que les faltaba por movilizar: la Casa Real.

Fuentes del comité de empresa explican a Economía Digital que esta semana se han puesto en contacto con miembros del gabinete de la Casa Real explicando su situación y pidiendo la intervención de la jefatura del Estaado para evitar el cierre de una planta que emplea a 3.500 personas.

La esperanza es que la mediación de Felipe VI tenga algo más de éxito que las tentativas del Ministerio de Industria y el Departament d’Empresa de la Generalitat. Cabe recordar que la consellera Àngels Chacón visitó la sede de Nissan el pasado mes de noviembre para tratar de abordar la crisis y solamente fue recibida por un directivo de cuarta categoría.

La plantilla eleva así el tono después de reunirse este mismo viernes con el presidente de Nissan Europa, Gianluca De Ficchy. «El encuentro no ha clarificado ninguna de nuestras inquietudes; se ha limitado a explicar el plan de arranque de las diferentes fábricas de Europa. Sobre nuestro futuro, se limitan a decir que antes de las vacaciones de verano dirán algo», explica a este medio Miguel Ruiz, del sindicato Sigen-Usoc.

Los trabajadores exigen que Nissan les asegure algún tipo de futuro antes de volver a trabajar

La reunión se produjo después de que los sindicatos convocaran una huelga indefinida tras conocer las proyecciones de Nissan para volver a trabajar en la planta de la Zona Franca –la mayor que tiene en el país y la única que ensambla coches–. La filial del gigante japonés quiere reabrir solamente con una línea de producción para cumplir con los pedidos pendientes de la Mercedes Clase X, un vehículo que dejará de elaborar en mayo.

«Lo que no vamos a hacer va a ser venir a trabajar unas semanas poniendo nuestra salud en juego para que luego nos vuelvan a cerrar», añaden desde el comité de empresa. Al cierre de la fábrica de Zona Franca se sumarían las plantas satélites de Sant Andreu y Montcada, por lo que la factura del paro ascendería a unos 3.500 empleados.

Inmersa en una profunda crisis de volúmenes desde hace más de un año, la fábrica de Nissan en Barcelona ya funcionaba por debajo del 30% de su capacidad antes de decretarse el estado de alarma en España tras perder varios vehículos en los últimos meses. Y el temor de los trabajadores es que, tras cumplir con el pedido pendiente de Mercedes, la instalación no se vuelva a abrir; algo a lo que no están dispuestos a colaborar. «No tenemos ningún tipo de visibilidad futura». De hecho, el cierre definitivo de la instalación está sobre la mesa de la dirección europea desde hace meses.

Por ello, la conflictividad laboral se eleva un peldaño más tras varias protestas convocadas en los meses previos al brote de Covid-19. El ERTE presentado por la empresa para 3.500 trabajadores se aplicó en un primer momento sin acuerdo y solo tras la amenaza de una batalla legal se alcanzó un pacto entre dirección y sindicatos.

Nissan reorganiza su estructura europea

El problema de los trabajadores de Nissan Barcelona es que la fábrica catalana es una pieza muy pequeña en el complicado ecosistema de la empresa japonesa. El grupo hace meses que se replantea su presencia en Europa, donde las ventas no dejan de caer año a año a pesar del éxito del Nissan Qashqai.

Bloomberg ya informó en octubre que el fabricante sondeaba deshacerse de sus centros productivos en Europa ante la crisis que la azota en el territorio, donde la caída de ventas en 2019 rondó el 20%. La estrategia sería centrarse en las plantas asiáticas mientras su socio Renault se encarga de las instalaciones europeas.

Sin embargo, la decisión no está clara ni en las oficinas de Nissan en Tokio. En febrero, el Financial Times desvelaba otro de los planes que estudia el fabricante: aprovechar los aranceles que el brexit supondría para la importación de coches hechos en la Unión Europea para centrarse en el mercado británico gracias a un posible tratado de comercio entre el Reino Unido Japón. La apuesta por el archipiélago vendría de la mano de una retirada en la capital catalana.

Sorpresa con el Ayuntamiento de Barcelona

Al clima en la planta no ayudan las declaraciones de la teniente de alcalde de Urbanismo, Ecología y Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona, Janet Sanz. La número dos de la alcaldesa, Ada Colau, dijo el pasado lunes que, tras la crisis del coronavirus, «hay que evitar que se vuelva a reactivar» el sector del automóvil y pidió una «reconversión industrial».

La edil participó en un debate sobre la importancia de las bicicletas en las ciudades. Allí pidió «una reconversión industrial del sector automovilístico». «Es ahora o nunca, han quedado muchas empresas afectadas con ERTE y con mucho excedente de producto sin vender, hay que evitar que se vuelva a colocar al mercado y hay que evitar que esto se vuelva a reactivar», añadió.

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Carles Huguet

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