Los exitosos veinteañeros de Cereal Hunters se estrellan al franquiciar

Los jóvenes que obtuvieron un éxito inusitado con las tiendas de cereales en Madrid caen con su primera expansión

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Hace apenas un verano, un grupo de veinteañeros en Madrid tocaba las nubes con el éxito inesperado de una peculiar tienda: Cereal Hunters, un local donde sólo se sirven cereales industriales de las grandes marcas del mundo.

Los jóvenes madrileños, que descubrieron el modelo en Londres, no tenían ninguna experiencia laboral cuando decidieron apostar por un modelo de negocio que sorprendió a todo el mercado (ellos incluidos) con un éxito inesperado: colas de hasta 45 minutos para probar un cereal estadounidense de Kellog’s o alguna marca alemana con leche fresca, desnatada o semidesnatada y un tupping.

La idea era simple, pero su éxito fue aplastante. Con sus cereales industriales (no hay producto ecológico ni artesanal) y el bajo coste de la materia prima (cereal industrial y leche), el grupo de emprendedores saborearon el éxito y soñaron en grande.

En agosto del año pasado, tenían un plan de negocio meditado. El objetivo era abrir 20 tiendas en 12 meses. Creían en su modelo de éxito y en las colas y el furor que causaba el concepto rompedor que se habían copiado de una tienda en Londres.

Tienda de cereales: expectativa y realidad

Un año después, los jóvenes han anunciado una reestructuración de su plan de expansión. Las tiendas que marchaban disparadas como un tiro ahora simplemente acogen al público como cualquier otro local convencional. Incluso, tienen mesas vacías. La fiebre por el cereal industrial con leche ya se parece más a un éxito pasajero que a una fórmula de negocios para conquistar el mundo.

El baño de humildad llega cuando los emprendedores intentaban ejecutar su plan de expansión a través de franquicias. Firmaron un acuerdo con la firma Barbadillo y Asociados para lograr las 20 tiendas. Un año después de los dulces inicios, la cadena abrió  10 tiendas, pero ya ha tenido que cerrar tres: Valencia, Valladolid y Salamanca. Otros franquiciados interesados se han caído en las negociaciones. 

La compañía, que ahora cuenta con tres tiendas propias y cuatro franquiciadas, ha explicado que reformulará la estrategia de expansión. Ahora, piensa en el mercado internacional, siempre de la mano de inversores que se impliquen con la gestión diaria del local y no con inversores que quieran sacar rentabilidad sin implicarse en la operación del día al día. Y el regreso al mundo real también llega de la mano de algunas interrogantes. ¿Es suficiente tener éxito en dos locales para pretender exportar el modelo a toda España? ¿Es un modelo contrastado y franquiciable?

Los emprendedores siguen creyendo en su proyecto y han echado la culpa de los cierres a los emprendedores poco involucrados en la gestión del negocio, pero también han hecho autocrítica. Después del traspié saben que sólo pueden abrir en ciudades con más de 200.000 habitantes. El modelo del bar de cereales puede funcionar en los barrios de adolescentes del barrio de Salamanca o del centro de Madrid pero su eficacia puede resquebrajarse en Toledo o en Lugo.

Mientras lo logran, los jóvenes emprendedores intentan mantener las ventas siguen con lo que saben hacer: campañas en redes sociales, levantando la nostalgia de esos niños que vivieron en los años noventa viendo series estadounidenses, escuchando Eminem y las Spice Girls mientras comían sus cereales importados azucarados. Están convencidos de que, con la fórmula, su modelo puede crecer. 

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