Madrid Nuevo Norte sale del laberinto (pero quedan otros 20 años)

El proyecto urbanístico más ambicioso de España es también el que más problemas ha encontrado. Tras 20 años de trabas, estos son los plazos que quedan

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Madrid Nuevo Norte, conocida originariamente como Operación Chamartín, se ha caracterizado por su inmovilismo. Ideada hace 20 años, con el visto bueno que el Ayuntamiento dio el pasado mes de julio, faltarán otras dos décadas para ver terminado el proyecto. El calendario que queda por delante es largo y el número de actores que siguen en la operación no dejará de incrementarse.

Ahora parece estar todo encarrilado. El último paso lo dará la Comunidad de Madrid, que tiene cuatro meses desde el pleno del ayuntamiento para pronunciarse a favor o en contra del proyecto. Incluso el silencio administrativo, con una no convocatoria del pleno regional, se interpretaría como un a Madrid Nuevo Norte. Pero el pleno llegará, tal como dijo la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el próximo mes de diciembre.

Tras el laberinto administrativo, será el turno de las empresas encargadas de llevar a cabo el proyecto. Será la fase de ejecución, en la que entrarán en juego las Juntas de Compensación, que deben garantizar cuáles serán los pasos previos a empezar a construir viviendas. 

Cumplida esa fase, aquí jugará un papel muy importante la situación en la que se encuentre el suelo. En la zona de Las Tablas Oeste, por ejemplo, las obras de edificación podrían iniciarse a finales de 2020 o principios de 2021, por tratarse de un área ya urbanizada.

Para desarrollarse por completo el proyecto serán necesarias otras dos décadas. En el expediente tramitado, que se mantendrá sin cambios sustanciales tras su aprobación, se contempla que el desarrollo del plan puede durar concretamente 24 años. El ayuntamiento, que comprometerá 1.000 millones en el proyecto, empezaría a invertir a partir del décimo año. Su previsión es optimista porque cree que cerraría la operación con unas plusvalías cercanas a los 300 millones de euros. 

Historia de un bloqueo

La operación Chamartín, que tiene su origen en 1993 cuando Josep Borrell, entonces ministro de Fomento, puso en marcha un concurso para promover los terrenos situados en los alrededores de la estación de Chamartín, ha vivido todo tipo de episodios. No sería hasta cuatro años después, en 1997, cuando la idea aparecería plasmada en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) con el nombre «Prolongación de la Castellana e integración de las áreas ferroviarias de Chamartín y Fuencarral».

Trinitario Casanova amenaza con irrumpir de nuevo en Madrid Nuevo Norte

Para entonces los terrenos del concurso se adjudicaron a Duch (acrónimo de desarrollo urbanístico de Chamartín), que había ganado el concurso de licitación. El consorcio estaba liderado por Argentaria, germen de lo que es actualmente el BBVA, quien actualmente tiene el 75% del proyecto en junto a la constructora San José (25%) y quien cambió la denominación de la sociedad conjunta a Distrito Castellana Norte.

Pronto llegarían los primeros tropiezos propiciados por los propietarios de algunos terrenos. Los herederos de los terrenos expropiados reclamaron ante la justicia una compensación económica por la reversión, pero en 2012 el Supremo negó que pudieron tener estos derechos. Es una historia que no está cerrada, porque el conocido empresario Trinitario Casanova se ofreció a comprar estos derechos de reversión y ahora quiere ser él quien lo intente en los tribunales. 

De Botella a Carmena (y de la Serna)

Las administraciones, independientemente del color político, también han influido para que el proyecto se retrasara en el tiempo. Después años de parálisis, el Gobierno de Ana Botella (PP) retomaba el proyecto que ya no se conocería como Operación Chamartín. Pero lo que no supuso la entonces alcaldesa es que, a falta solo de la aprobación en el pleno, la herencia recibida por siguiente corporación iba a servir de poco.

La llegada de Manuela Carmena (Ahora Madrid) a la alcaldía de Madrid, con el apoyo del PSOE, supuso revertir DCN de forma unilateral. Por su parte, se impuso su nuevo proyecto: Madrid Puerta Norte. Ese plan, a diferencia del otro, se caracterizó por una rebaja notable de la edificabilidad del 20% y la potenciación de las zonas verdes, comerciales y de ocio. Pero tuvo poco recorrido. Ni la promotora DCN ni el Ministerio de Fomento, también implicado, estaban de acuerdo con el planteamiento de la alcaldesa.

De la Serna y Carmena retomaron Madrid Nuevo Norte cuando las relaciones estaban rotas

Pasaba el tiempo y en 2016, con las relaciones rotas, el ministro Íñigo de la Serna tendía la mano a Manuela Carmena para buscar el entendimiento. Su primera toma de contacto llegaría en vísperas de las Navidades y daría paso a dos años y medio de reuniones, planos, modificaciones y negociaciones interminables. Se trabajó con el suficiente entendimiento para que en el verano de 2017, en pleno mes de julio, la sede del Ministerio de Fomento acogiera la presentación del nuevo y actual proyecto: Madrid Nuevo Norte.

Así, con todo aparentemente encarrilado, un último tramo burocrático paralizó el proyecto hasta hoy: el informe medioambiental de la Comunidad de Madrid, necesario de incluir, usar para corregir el plan inicial y llevar a pleno del ayuntamiento junto al resto de documentación que incluye el plan de Madrid Nuevo Norte. 

Ya ese mismo domingo, Carmena, todavía no consciente de que vivía sus últimos días como alcaldesa, presagiaba lo que iba a suceder. Preguntada sobre un potencial pleno extraordinario para aprobar inicialmente el proyecto, declaraba que «con la fecha en la mano”, le parecía que no era «posible», aunque deseaba que «ojalá» lo fuese. 

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