Banco de España prevé una deuda pública del 85% del PIB en 2035

Estima un repunte de la inflación a tasas superiores al 2% a lo largo del año pero con carácter "transitorio"

Pablo Hernandez de Cos, gobernador del Banco de España./ EFE

Pablo Hernandez de Cos, gobernador del Banco de España./ EFE

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El Banco de España lleva meses apremiando al Gobierno a que mantenga las políticas de estímulo para hacer frente a los efectos de la crisis pero también a que comience con el diseño de un plan de reequilibrio de las cuentas públicas para reducir el déficit y la deuda pública disparados como consecuencia del mayor gastos y la pérdida de ingresos derivada de la crisis.

Esta ha sido una constante en cada una de las intervenciones realizadas por los dirigentes del organismo supervisor desde prácticamente el inicio de la pandemia, que ha incrementar en más de 20 puntos porcentuales la ratio de deuda pública, hasta sobrepasar el récord del 120% del PIB, el mayor nivel desde la Guerra Civil. 

Y es que, según advirtió este lunes el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, durante su intervención en una jornada organizada por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), en ausencia de ajustes, la ratio de deuda seguirá aumentando los próximos cinco años. 

Por ello, volvió a reclamar una estrategia que cumpla las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), actualmente en revisión por el Eurogrupo, ya que una reducción de medio punto del PIB del déficit estructural al año como plantean esas reglas cuando están en vigor podría ser una vía para la reducción gradual de la deuda, hasta alcanzar hacia el año 2035 los niveles precrisis. 

Distintos escenarios

Junto a ello, subrayó que el refuerzo con reformas que incrementen el potencial de crecimiento aceleraría ese proceso y lo haría menos costoso, insistiendo en que los beneficios de preanunciar la estrategia decidida pueden ser sustanciales en términos de credibilidad, poniendo el ejemplo reciente del Reino Unido .

Según las distintas sendas simuladas de la deuda pública en el escenario central del Banco de España, la ratio de deuda pública alcanzaría casi el 130% de lPIB c on una política fiscal neutral, es decir, en el supuesto en el que el Gobierno no acometa una hoja de ruta de consolidación de las cuentas ni implemente reformas.

Bajo el supuesto de cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), con una reducción de déficit estructural de cinco décimas anuales, la ratio de deuda pública bajaría a algo por debajo del 100% del PIB en 2035, recuperando los niveles preCovid prácticamente.

Mientras, en el supuesto de que se acometa el ajuste del PEC y reformas estructurales el escenario que cabría esperar a tenor de lo expresado por el Gobierno y la recuperación de las reglas fiscales al menos ya desde 2023, la ratio de deuda pública se situaría en el 85% del PIB para el ejercicio 2035..

Un alza de los tipos de interés empeoraría la situación

A pesar del repunte de más de 20 puntos de PIB de la ratio de deuda pública como consecuencia de la pandemia de la Covid-19, el Banco de España destaca que los gastos por intereses en proporción del PIB no son mucho mayores que antes de la crisis financiera, cuando la deuda era mucho menor, gracias a los bajos tipos de interés (nominales y reales).

En concreto, el pago por intereses de la deuda pública en España se situaría algo por encima del 2% del PIB, en línea con lo registrado antes de la crisis, y este año ya descendería al nivel al entorno del 2%, según las previsiones del Banco de ESpaña.

De cualquier forma, Arce avisó de que la conjunción de varios factores podría propiciar un aumento en los tipos de interés
reales, entre los que figurarían la mejora en las perspectivas de crecimiento global post-Covid, la implementación de
grandes paquetes fiscales (EE.UU. y UE), la necesidad de acometer cuantiosas inversiones para frenar el cambio climático o la eventual alteración de algunas tendencias demográficas.

A este respecto, Arce puso como ejemplo que China entra en crecimiento demográfico «vegetativo», un proceso que puede conllevar una caída de la tasa de ahorro y por consiguiente del aumento de los tipos de interés.
Ello provocaría un empeoramiento de la dinámica de la deuda pública (posibles no linealidades) y además la reducción adicional del margen de maniobra de la política fiscal, que en el caso de España ya era menor el año pasado, uno de los motivos que explicaría el menor nivel de ayudas públicas destinado, según distintos informes.

Palancas clave para la reducción

Entre las palancas citadas por Arce para la contención y reducción sostenida de la deuda se encuentran los superávits presupuestarios primarios recurrentes precisamente mediante planes de consolidación fiscal a medio y largo plazo,  así como el mantenimiento de un nivel bajo de la brecha entre tipo de interés real y crecimiento económico.

También cita como palancas para reducir la elevada ratio de deuda pública lograr una inflación “estable y moderada” y expectativas ancladas en el objetivo de medio plazo del Banco Central Europeo (BCE), que se sitúa en torno al 2% del PIB. 

Otros factores que contribuirían a reducir la deuda pública serían la moderación del coste de la deuda, impulsar la credibilidad de las políticas nacionales, las reformas estructurales que estimulen el crecimiento y la inversión pública productiva, en lo que tendrá un papel importante los fondos europeos Next Generation UE. 

Repunte «transitorio» del IPC a tasas superiores del 2%

El director general de Funcas, Carlos Ocaña, abogó en su intervención por una transición “ordenada” en lo referido a la subida de los tipos de interés sin hacer “desacarrilar” la incipiente recuperación y sin desestabilizar el mercado financiero, pero subrayando que “hace falta una estrategia de salida”. 

Funcas augura un alza de la inflación de en torno al 2,3% este año en España, aunque señala que esas estimaciones están “lejos de ser una espiral inflacionista”. 

“Unas tasas superiores al 2% durante el año son perfectamente factibles y esperables”, corroboró Arce, quien señaló que en buena medida recogerán el efecto base de arrastre por el componente estadístico al compararse los próximos meses con hace un año, cuando la inflación cayó bastante. 

Parte de estos rebotes tienen un componente temporal, según Arce, quien considera que ciertos aumentos de la inflación no tienen por qué ser negativo siempre y cuando sean “razonablemente temporal y moderado”, y sobre todo cuando la zona euro acumula ocho años de inflaciones muy por debajo de la referencia del 2% marcada por el BCE. 

En todo caso, el repunte de la inflación será “transitorio”, ya que además se observa desde el Banco de España que tras la pandemia hay factores estructurales que siguen creando presiones “deflacionarias”, como la globalización, el cambio tecnológico o la demografía “poco alentadora” del gasto y la inversión.  También influye en ello el repunte de las expectativas de inflación ha sido modesto y circunscrito al corto plazo y, sobre todo, en EE.UU.) y se ha registrado una brecha de producción negativa 

“Los bancos centrales tenemos una capacidad relativamente limitada para conseguir elevar la tasa de inflación cuando son muy bajas”, sostuvo Arce, quien apuntó sin embargo que sí tienen herramientas con suficiente credibilidad para combatir la alta inflación y evitar de forma “contundente” que las expectativas de inflación se vayan por encima de las de medio plazo. 

A medio plazo, citó como un elemento de riesgo a considerar la bolsa de ahorro, que cuantifica en un 3% del PIB, debido a las restricciones decretadas por la pandemia, sobre la que se desconoce su ritmo de alcance o intensidad, a pesar de que sea una palanca «importante» de recuperación del consumo privado y de la actividad.

Según el organismo, han terminado ahorrando más aquellos ciudadanos con rentas más altas que a futuro podrían tener menor propensión al consumo. En todo caso, atisba un aumento “bastante significativo” de los riesgos que se moderará a medio plazo. 

Mantener un tono expansivo de la política fiscal

El director general de Economía y Estadística del Banco de España aboga, no obstante, por mantener un tono “claramente expansivo” de la política fiscal y monetaria en tanto en cuanto no se haya superado la crisis, si bien cree que la política fiscal debe estar focalizada y centrada en aquellos sectores y agentes que sufren de manera más directa las consecuencias de la crisis. 

El organismo plantea, en este sentido, dale a la política presupuestaria un carácter creciente de instrumento que favorezca y no entorpezca la reasignación de sectores que se va a producir como consecuencia de la crisis, que previsiblemente requerirá una “reasignación de trabajadores y capital entre sectores y dentro de empresas”. 

La opción de una retirada prematura de los estímulos comportaría “más costes que beneficios”, como pérdidas adicionales de empleo, el cierre de empresas, dinámicas financieras adversas y conllevaría una recuperación más débil.  El coste de una retirada más tardía conllevaría el repunte de la inflación, algo que no es «necesariamente negativo per se», si es moderado y
temporal y ayuda a «reanclar las expectativas en valores más elevados y coherentes» con el objetivo

Pero también podría suponer un ajuste en los mercados financieros, si bien en estos momentos, en la UE no se aprecian grandes desequilibrios, sostuvo Arce.

En este contexto, Arce valoró que el programa de compras de emergencia para la pandemia (PEPP) del BCE, ha resultado “tremendamente efectivo“ para mantener unas condiciones de financiación holgadas y evitar episodios de fragmentación de los mercados de capitales. 

En detalle, las compras netas llevadas a cabo por este programa equivalían al 90% de las necesidades de financiación pública de los países del euro, además con un “elevado grado de flexibilidad” que ha permitido reducir las primas de riesgo. 

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