Florentino Pérez pierde su estrella contra Pedro Sánchez

Florentino Pérez ha pasado de ser uno de los empresarios de referencia para el Gobierno a ver cómo su última apuesta es desmantelada por Sánchez

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Florentino Pérez ha sido en las últimas décadas uno de los empresarios más influyentes de España. Envuelto en el aura de todopoderoso que confiere el magnetismo del palco del Bernabéu combinado con una habilidad innata para hacer negocios, fue siempre de los que pisan edificios gubernamentales con la misma facilidad que la suite de un hotel de cinco estrellas. Pero la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa ha roto su estatus y ha terminado viendo como su última gran apuesta es desmantelada por el Gobierno.

Lejos quedan esos tiempos en los que los deseos de Florentino eran órdenes para tantos y tantos gobernantes. Los tiempos en los que el Ejecutivo de Mariano Rajoy aprobaba, en ese 2014 lleno de recortes para consolidar el crecimiento y reducir el déficit, una indemnización de 1.350 millones para el propietario del proyecto Castor. Una filial de ACS apostó por el almacén de gas submarino frente a las costas de Tarragona y Castellón. Tuvo que parar porque estaba provocando seísmos y un año después, fue recompensado.

Dicen que no hay inversión sin riesgo. La del Castor solo tenía riesgo geológico, no de negocio pues había una cláusula, firmada bajo la presidencia del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que cubría el fiasco de la operación. Tampoco arriesgó mucho en las radiales de Madrid, rescatadas por el Estado, aunque en este caso sí hubo quitas. La última apuesta de Florentino Pérez, Abertis, parecía que podía llegar también sin espinas, pero esa rosa finalmente sí que pincha.

Florentino Pérez ya no es aquel empresario por el que el Consejo de Ministros aprobaba una indemnización exprés de 1.350 millones

En otoño de 2017, la constructora alemana Hochtief, filial de ACS, lanzó una opa sobre el 100% de Abertis para competir con el grupo italiano Atlantia, que ya había ofertado por la concesionaria catalana. La compañía controlada por Florentino Pérez daba así satisfacción a uno de los grandes deseos de parte del gobierno de Rajoy, concretamente de Álvaro Nadal, ministro de Energía y Turismo que pese a no tener nada que ver con el negociado, se emperró en que no se perdiera la españolidad de Abertis.

Nadal, ministro influyente en La Moncloa y para parte del empresariado —no para todo; por ejemplo las energéticas no lloraron precisamente cuando pasó la cartera a Teresa Ribera—, no paró de presionar para descabalgar a Atlantia de la carrera por Abertis. Su actitud llegó a poner en algún aprieto a Luis de Guindos en Bruselas. Finalmente, aunque no se salió con la suya de obligar a recapitualar a los Benetton, logró a un caballero blanco para competir con ellos, y ese era ni más ni menos que el anfitrión del palco del Bernabéu.

La apuesta de Florentino Pérez por Abertis

Florentino irrumpió en la batalla por Abertis con una puja muy alta, de 18.000 millones de euros. Esta apuesta debía tener recompensa. Los beneficios del gigante catalán de las autopistas eran atractivos, pero tenían amenazas a la baja. La primera ministra de Fomento de Rajoy, Ana Pastor, ya había lanzado mensajes contrarios a mantener los peajes en las autopistas, coincidiendo con el fiasco de las radiales madrileñas.

El sucesor de Pastor, Íñigo de la Serna, que tomó el cargo en 2016, asumió inicialmente el discurso de su antecesora. Pero en los meses previos al abrupto final del gobierno del PP, había virado su posición, pasando inadvertido para la mayoría excepto para el sector de las infraestructuras, que escuchaba con la misma atención que discreción.

En las últimas comparecencias, De la Serna ya no hablaba del fin de los peajes sino del de las concesiones. El matiz es importante. Lo que dijo el ministro es que no se renovarían automáticamente los contratos a cambio de nuevas inversiones, como se había hecho en el pasado y se da en tantos países, como Francia. Pero no cerró la puerta a licitar de nuevo las autopistas con los peajes, lo que no dejaba de ser un caramelo para Abertis, líder indiscutible en España, que habría sido el gran favorito.

Las malas lenguas interpretaron el giro de Íñigo de la Serna, que era el de Rajoy, como un guiño a Florentino Pérez, como la respuesta al paso del presidente de ACS y del Real Madrid de lanzarse a por Abertis a precio de oro, aunque al final la compró a medias con Atlantia, compartiendo gastos, riesgos y penas. Sin embargo, un giro inesperado cambió el destino de la concesionaria y de su gran accionista nacional.

La llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa

La moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno esclareció también el futuro de las autopistas. Su ministro de Fomento, José Luis Ábalos, dejó claro desde el inicio, a mediados de 2018, que se quitarían los peajes y, sin un modelo alternativo de pago por uso, su mantenimiento iría a cargo de los presupuestos del Estado. Eso significaba el fin de Aumar, que gestiona la AP-7 sur y la AP-4, al término de 2019 y probablemente el de Acesa (AP-7 norte y AP-2) en agosto de 2021. Son las dos concesionarias de Abertis más rentables tras la francesa Sanef.

Esta decisión dejará al gigante español de los peajes sin casi un tercio de sus beneficios. La estrella de Florentino Pérez se ha apagado, pero el dueño de una de las grandes constructoras de obra pública del país tampoco se ha quedado de brazos cruzados. Al ver venir la tormenta, empezó a recoger los frutos, aunque fuera demasiado pronto.

Mientras el Gobierno de Sánchez decidía el fin de los peajes, Florentino Pérez endeudaba Abertis para recuperar cuanto antes la inversión

Tras tomar el control de Abertis, Pérez colocó a su hombre de confianza, Marcelino Fernández Verdes, como presidente de la empresa. No era un cargo ejecutivo —el consejero delegado siguió siendo José Aljaro, un hombre de Francisco Reynés en el que Atlantia posó su confianza para una gestión continuista— pero era la mano del presidente del Real Madrid en la concesionaria.

Desde el inicio, la prioridad de Fernández Verdes como hombre de ACS y Hochtief en el antiguo grupo de peajes de La Caixa ha sido monetizar, recuperar la inversión. Las inversiones, sinergias y nuevos proyectos anunciados el primer día ni se vislumbraban cuando los nuevos socios de Abertis ya se repartían un macrodividendo de 10.000 millones y traspasaban la deuda de la compra a la empresa comprada, engordando su pasivo hasta los 23.500 millones.

ACS huye de los peajes en sombra

La última muestra de que Florentino Pérez ya no cree en su suerte en España es la venta de Iridium. ACS anunció esta semana el traspaso del 74% de su filial de peajes en sombra al fondo Hermes Infraestructure. Renuncia pues a gestionar autopistas y, de paso, se lleva unos 700 millones de euros.

Con ese movimiento dio carpetazo también a una idea que estaba en los orígenes del pacto con Atlantia para comprar Abertis: traspasar las autopistas de ACS, y algunas de las del grupo italiano en Latinoamérica, a la concesionaria común. La venta de Iridium a un fondo significa que Florentino Pérez no tiene claro el futuro de las infraestructuras en España y que no quiere engordar el pavo de Abertis.

El hacha de guerra todavía no se ha enterrado. Volviendo a Abertis, la concesionaria tiene dedicido impugnar el concurso para el mantenimiento de la AP-7 sur y la AP-4, según han explicado varias fuentes a este medio. La empresa admitió que se lo está planteando. El motivo es que las cifras de empleados que podrían seguir trabajando en la infraestructura publicada por Fomento deja en la calle a 12 personas que no incluye el ERE de Aumar.

La empresa plantea el recurso como un arma defensiva ante el posible desamparo de estos empleados, pero es un torpedo a los planes de Ábalos. La impugnación parará el concurso y retrasará todavía más la adjudicación. La posición de Abertis ha llevado a Fomento a replantearse si el contrato de emergencia, el que se lleva a cabo para mantener la autopista hasta la adjudicación definitiva, lo firma con dicha empresa o busca otra opción.

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