Pedro Saura y la crisis en Correos: señales de alerta que ponen en jaque a una empresa clave del sector público
Saura asume las riendas de una empresa pública al límite, con pérdidas históricas, deuda creciente y un modelo de negocio en transformación
Pedro Saura, presidente de Correos desde diciembre de 2023
Correos atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. Bajo la nueva presidencia de Pedro Saura, la compañía estatal se enfrenta a una situación financiera límite, marcada por un endeudamiento creciente, pérdidas millonarias y una transformación pendiente que amenaza con redefinir su papel dentro del sector público empresarial español.
El Gobierno ha admitido que Correos tuvo que recurrir a financiación externa por valor de 149 millones de euros para cubrir pagos básicos como nóminas, impuestos, cotizaciones y facturas a proveedores. Este préstamo, con vencimiento a tres años, fue cargado a los Presupuestos Generales del Estado de 2023, aún prorrogados en la actualidad, lo que pone de manifiesto el grado de dependencia financiera de la compañía respecto al Estado.
La situación se conoció a raíz de una respuesta parlamentaria a los diputados del Partido Popular Celso Delgado y Jaime de Olano, quienes exigieron explicaciones sobre la solvencia real de la empresa postal. La respuesta del Ejecutivo ha confirmado lo que ya se venía percibiendo desde hace meses: Correos sobrevive gracias a la financiación pública y al crédito bancario, en un contexto de ingresos cada vez más presionados.
Un patrimonio reducido a la mitad en apenas un año
El deterioro patrimonial de Correos es alarmante. En tan solo un ejercicio, el patrimonio neto de la empresa se ha desplomado de 801 millones de euros en 2023 a 413 millones en 2024, una reducción de casi el 50%. El golpe se explica, en gran parte, por la dotación de 430 millones de euros destinada al plan de bajas voluntarias, una medida extraordinaria que ha drenado los recursos propios de la empresa.
El ejercicio cerró con pérdidas cercanas a los 600 millones de euros, según los datos remitidos al Congreso, reflejando un modelo de negocio en declive. La fuerte caída del correo tradicional y la competencia creciente en el sector de la paquetería están dejando a la empresa sin margen de maniobra.
El fondo de maniobra de Correos, indicador de su capacidad para cubrir pagos a corto plazo, se situó en torno a los 300 millones de euros negativos al cierre de 2024. En la práctica, esto significa que la compañía no dispone de liquidez suficiente para afrontar sus obligaciones inmediatas sin recurrir al endeudamiento.
El Ejecutivo atribuye esta situación al impacto del plan de bajas y a la reducción de la deuda bancaria a corto plazo. Sin embargo, fuentes del sector subrayan que la empresa ha perdido flexibilidad financiera y depende cada vez más del apoyo público para sostener su actividad diaria. El préstamo de 149 millones, por tanto, fue una medida de urgencia para evitar impagos y asegurar el funcionamiento operativo básico.

Relevo en la cúpula y señales políticas
La crisis económica de Correos ha coincidido con un relevo en su presidencia. El ex secretario de Estado de Transportes, Pedro Saura, tomó posesión del cargo tras la salida de Juan Manuel Serrano, quien dirigía la compañía desde 2018 y era uno de los hombres de confianza del presidente Pedro Sánchez.
Aunque el Gobierno ha evitado vincular directamente el cambio de liderazgo con la situación financiera, todo apunta a que el Ejecutivo busca un perfil más técnico y gestor para afrontar la reestructuración que se avecina. Saura hereda una empresa con una plantilla sobredimensionada, un modelo de negocio obsoleto en parte, y un déficit estructural que amenaza con comprometer el servicio postal universal.
El plan de bajas voluntarias de Correos ha sido una de las medidas más costosas y controvertidas de los últimos años. Aunque su objetivo es reducir la plantilla y rejuvenecer la fuerza laboral, su impacto financiero ha sido devastador. La provisión de cientos de millones para cubrir indemnizaciones ha debilitado las cuentas de la compañía justo cuando necesita liquidez para invertir en innovación y digitalización.
En paralelo, Correos negocia un nuevo convenio colectivo que incluirá la revisión de categorías, cambios en la jornada laboral, ajustes de productividad y la actualización de las escalas salariales. El proceso, según fuentes sindicales, avanza con lentitud y podría prolongarse hasta 2026, en un clima interno de incertidumbre y descontento.
Problemas de absentismo y envejecimiento de la plantilla
Uno de los grandes retos de la empresa es el alto nivel de absentismo y el envejecimiento de su plantilla. Aunque el Gobierno no ha facilitado cifras concretas, los sindicatos estiman que más del 40% de los trabajadores supera los 50 años. Saura ha anunciado un plan de reorganización interna para mejorar la eficiencia y reducir las bajas laborales, apoyado en programas de formación, movilidad y nuevos criterios de desempeño vinculados a resultados.
El objetivo es mejorar la productividad sin comprometer la calidad del servicio postal, pero los cambios generan inquietud entre los empleados, que temen nuevas reducciones de personal o traslados forzosos.
Pese a la crisis, el Gobierno asegura que las retribuciones de la alta dirección se mantuvieron estables entre 2023 y 2024, limitándose a los incrementos legales aplicables al conjunto del sector público. Según el Ejecutivo, no se prevén recortes específicos en los sueldos de la cúpula de Correos, aunque algunos expertos consideran que sería necesario revisar la estructura salarial para ajustarla al nuevo contexto financiero.
Competencia creciente y pérdida de cuota en paquetería
El negocio de la paquetería, que se perfilaba como la tabla de salvación de Correos, también muestra signos de desgaste. La competencia de operadores privados como Amazon Logistics, Seur, MRW o DHL ha reducido progresivamente la cuota de mercado de la empresa pública. Aunque Correos sigue siendo líder en volumen de envíos, sus márgenes son cada vez más estrechos y su estructura de costes menos competitiva.
La crisis de Correos va más allá de un problema contable: es una cuestión de modelo. El descenso del correo tradicional, el auge del comercio electrónico y el encarecimiento de los costes logísticos obligan a una revisión profunda del papel de la empresa pública en el nuevo ecosistema postal.
El Ministerio de Transportes no ha aclarado si habrá nuevas aportaciones de capital o una reforma del modelo de financiación, aunque reconoce la necesidad de “fortalecer la solvencia y la sostenibilidad del servicio universal”.
Por ahora, Pedro Saura afronta el desafío de estabilizar una compañía emblemática, que no solo gestiona cartas y paquetes, sino también la confianza ciudadana en la capacidad del Estado para mantener servicios públicos esenciales. Su éxito —o su fracaso— marcará un precedente para el futuro del sector público empresarial en España.
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Mientras el Estado, con el dinero de nuestros impuestos, cubra las perdidas de la mala gestión, seguirá gestionandose defectuosamente.