El preconcurso de Duro Felguera en pausa: las vacaciones judiciales retrasan la decisión clave
Duro Felguera ha avanzado en la definición de su plan de viabilidad, que contempla aportaciones de capital por parte de sus accionistas principales
Empleados de Duro Felguera protestan en Gijón en noviembre de 2020. EFE
Duro Felguera atraviesa durante este verano una de las etapas cruciales de su trayectoria industrial. La empresa, emblema de la ingeniería y bienes de equipo en España, se encuentra inmersa desde finales de 2024 en un proceso de preconcurso de acreedores, que ya ha sido prorrogado en tres ocasiones.
El futuro inmediato depende de la capacidad para culminar un plan de reestructuración que garantice la viabilidad del grupo y evite el temido concurso definitivo.
A finales de julio, Duro Felguera solicitó al Juzgado de lo Mercantil número 3 de Gijón la extensión extraordinaria del preconcurso hasta el 30 de septiembre de 2025.
Se trata de la tercera prórroga concedida, tras las autorizadas en marzo y junio, lo que evidencia tanto la complejidad de las negociaciones como la voluntad del juzgado de permitir a la compañía agotar las vías para un rescate viable.
La compañía obtuvo el apoyo de la mayoría de las entidades financieras afectadas, un logro importante dada la magnitud de la deuda. Entre las medidas adoptadas destaca la venta de activos no estratégicos, la más significativa de ellas la reciente venta de la planta de calderería pesada ‘El Tallerón’ a Indra por 3,65 millones de euros.
La operación ha permitido reforzar la liquidez en un momento crítico e impulsa la continuidad de la actividad empresarial durante la negociación.
Paralelamente, Duro Felguera ha avanzado en la definición de su plan de viabilidad, que contempla aportaciones de capital por parte de sus accionistas principales (los grupos mexicanos Prodi y Mota-Engil), nuevos avales bancarios y una intensificación de desinversiones para garantizar liquidez.
Plan de reestructuración y las grandes líneas del futuro
El plan de reestructuración en negociación contempla varios pilares estratégicos. En primer lugar, la conversión de deuda en deuda sostenible, una acción clave para reducir la asfixia financiera y abrir la puerta a nuevos proyectos en el sector.
La empresa busca minimizar el impacto de proyectos históricos denominados “legacies”, como los litigios abiertos internacionalmente, para evitar nuevos gravámenes.
Otro eje fundamental es la búsqueda de nueva contratación rentable. Duro Felguera aspira a captar proyectos orientados a mayor margen y menor riesgo, así como a extender líneas de aval necesarias para cerrar contratos nacionales e internacionales, clave para dinamizar su facturación.
Su mercado internacional, que llegó a suponer más del 80% de la facturación, experimentó en 2024 una caída del 16,3%, por lo que la compañía pone ahora el foco en reequilibrar su presencia nacional e internacional.
La compañía confía en que, una vez desplegado el plan, podrá salir reforzada, más resiliente, con una estructura financiera saneada, menor exposición a riesgos históricos y una base de negocio orientada al crecimiento sostenible.
Impacto social: ERE y diálogo con los trabajadores
Uno de los costes más duros de este proceso afecta al empleo. Duro Felguera aplica actualmente un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que podría suponer el despido de 249 trabajadores, casi el 18% de la plantilla.
El ajuste afecta a centros en Asturias, Madrid, Cartagena, Huelva, Tarragona y Las Palmas, así como a filiales como DF Operaciones y Montajes, DF Energy Storage, DF Intelligent Systems y DF Green Tech.
La empresa ha propuesto la indemnización mínima legal –20 días por año trabajado y hasta 12 mensualidades–, condición que los sindicatos consideran insuficiente y que negocian para mejorar, buscando igualar indemnizaciones de procesos previos donde llegaron a 28 días por año y 15 mensualidades.
Los representantes de los trabajadores valoran positivamente, no obstante, que el plan de viabilidad planteado parece factible y cuenta esta vez con el respaldo de banca acreedora y SEPI, elemento que ha faltado en reestructuraciones pasadas.