Tiko, símbolo del ‘boom’ digital inmobiliario, se declara en quiebra y liquida su grupo con deudas de 18 millones
Tiko, con apenas 37.814 euros en activos realizables frente a una deuda de más de 18 millones, inicia la liquidación de su grupo tras fracasar en su modelo digital
Los cuatro fundadores de la startup.
Tiko Real Estate Technologies, la startup que aspiraba a liderar la transformación digital del mercado de la vivienda en España, ha presentado concurso voluntario de acreedores. Considerada durante años el símbolo del boom proptech, ha terminado colapsando bajo el peso de un modelo insostenible y una deuda que supera los 18 millones de euros.
La aventura tecnológica ha terminado en una liquidación total del grupo, según recoge el informe elaborado por la administración concursal FTI & Partners Corporate Recovery Spain, al que ha tenido acceso ECONOMÍA DIGITAL.
El proceso judicial confirma lo que ya era evidente para muchos de sus trabajadores y acreedores: Tiko se ha quedado sin oxígeno financiero. La empresa matriz apenas dispone de activos realizables por un valor inferior a los 38.000 euros, una cifra simbólica frente a una gran deuda.
Un balance tan desequilibrado que ha llevado a los administradores a renunciar a cualquier plan de viabilidad y a optar directamente por la liquidación.
El análisis del inventario patrimonial refleja una fotografía desoladora. El grueso de los supuestos activos de la compañía consistía en participaciones de filiales del propio grupo, entre ellas Tiko Asset Management, Housell Finance, Tiko Portugal y Tiko Luxembourg.
Todas estas sociedades han sido valoradas en cero euros. ¿El motivo? Carecen de actividad operativa, están también en fase concursal o simplemente se han disuelto por falta de viabilidad.
En total, más de 17 millones de euros se habían destinado a participaciones y préstamos internos, cuya rentabilidad nunca llegó a materializarse. La administración concursal no alberga ninguna expectativa de recuperación de esos fondos, lo que deja a la matriz sin capacidad alguna de generar liquidez.
Los activos físicos tampoco ofrecen consuelo. Los equipos informáticos, cámaras, mobiliario y resto de enseres de oficina, tras aplicar una depreciación del 97% por obsolescencia tecnológica, apenas alcanzan los 900 euros de valor contable.
A ello se suma la falta casi absoluta de tesorería: las cuentas bancarias de la sociedad en Caixabank y Banco Santander contenían solo unos pocos miles de euros, sin documentación que justifique la salida de fondos registrados en los últimos movimientos.
Mientras los activos rozan lo simbólico, el pasivo acumulado muestra una imagen contundente de la quiebra. La empresa mantiene una deuda superior a los 175.000 euros con la Agencia Tributaria, en su mayor parte por retenciones no ingresadas, impagos de IVA y recargos por demora. Además, proveedores clave como Adevinta, Adpepper o Aircall acumulan facturas pendientes por encima de los 100.000 euros.
No menos preocupante es la situación del personal. Más de 130 trabajadores figuran como acreedores por impago de salarios, con cuantías que, en muchos casos, se acercan a los 2.300 euros por persona.
Las posibilidades de cobro directo son nulas, por lo que el Fondo de Garantía Salarial (FOGASA) será previsiblemente quien asuma parte de estas obligaciones. Algunos empleados también han reclamado indemnizaciones por despido y pagos por cláusulas de no competencia o vacaciones no disfrutadas, lo que incrementa todavía más la presión sobre el pasivo laboral.
Tiko nació con una promesa ambiciosa: revolucionar la compraventa de viviendas en España gracias a la tecnología. Durante sus primeros años de vida, Tiko logró cerrar varias rondas de financiación por millones de euros y se expandió rápidamente por ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla o Málaga.
Pero el sueño de la disrupción chocó pronto con la realidad del mercado. La operativa de Tiko requería un volumen constante de transacciones y financiación externa para sostener la compra directa de inmuebles.
Se trataba de un modelo intensivo en capital, con márgenes muy ajustados, que dependía fuertemente de la subida de precios y de la liquidez del mercado inmobiliario. Cuando este empezó a ralentizarse, la estructura no aguantó.
En su intento de diversificar ingresos, Tiko apostó por crear y adquirir una red de filiales. En 2021, compró Housell, centrada en servicios digitales de asesoramiento inmobiliario. Poco después, puso en marcha Tiko Asset Management, con el objetivo de gestionar carteras de activos.
También expandió operaciones a Portugal y Luxemburgo. Ninguna de estas iniciativas alcanzó una masa crítica suficiente ni una estructura de ingresos sostenible.
Lejos de generar sinergias, estas filiales se convirtieron en una losa para la empresa. A día de hoy, todas ellas están inactivas, disueltas o en concurso, y sus activos han sido valorados en cero euros por la administración. A nivel contable, esto supone que Tiko ha perdido la totalidad del capital invertido en su propia expansión, lo que representa una merma patrimonial de más de 17 millones de euros.
Tiko, un final sin retorno y sin plan de continuidad
El informe del administrador concursal es tajante: no hay posibilidad de reflotar la compañía. «La concursada ha solicitado la liquidación», indica el documento, que confirma que la valoración de activos se ha realizado bajo la hipótesis de cese definitivo de la actividad.
No se prevén acciones de reintegración, aunque sí se examinarán los movimientos de los últimos años conforme al artículo 226 del Texto Refundido de la Ley Concursal, que regula las posibles responsabilidades en la gestión previa.
El caso de Tiko se suma a una lista creciente de startups del sector proptech que, tras años de crecimiento acelerado y narrativas de disrupción, no han logrado convertir su escala en rentabilidad.
La caída de esta compañía deja también un aviso para navegantes: los modelos de negocio que dependen exclusivamente de la financiación externa y del crecimiento continuo del mercado pueden tambalearse con rapidez en entornos adversos.