Stuart Holland: «Europa tiene los días contados si Alemania no cambia de actitud»

El que fuera estrecho colaborador de Delors, para construir la Europa social, pide aprovechar las instituciones ya existentes, sin soñar con la Europa federal, para superar el marasmo europeo

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Stuart Holland (1940) invita a la acción. Y lo tiene claro: «Europa tiene los días contados si Alemania no cambia de actitud, y eso pasa por un programa de recuperación, acordado en el Consejo Europeo».

Holland estudió y enseño historia y teoría política en la Universidad de Oxford. Asesoró al primer ministro Harold Wilson sobre asuntos europeos, y logró algo impensable en aquel momento, que Charles De Gaulle otorgase una segunda solicitud británica para ingresar en la CEE, el precedente de la Unión Europea. Impulsó el programa económico del Partido Laborista en los años 70, fue diputado, hasta que se fue con Jacques Delors para dar forma a la Europa social. E ideó los eurobonos, que aún duermen en los despachos de Bruselas, aunque sigue creyendo que es la mejor fórmula para despertar a Europa.

Cooperación reforzada

Constata Holland, al ser preguntado sobre qué se podría hacer, desde la premisa de que Alemania ha logrado imponer sus tesis sobre la crisis económica, que debe existir un modelo alternativo. «Para que Alemania cambie de actitud los países miembros deben llegar a acuerdos en el Consejo Europeo, sobre la base del proceso conocido como de cooperación reforzada».

Esos acuerdos se pueden establecer, según Holland, a partir de tres estados. «La propia Alemania lo utilizó con la introducción de la tasa Tobin» –para cobrar tasas al sector financiero—cuando el Reino Unido anunció que se opondría.  La solución ahora, para Holland, es que se utilice ese método para impulsar los eurobonos a partir del Banco Europeo de Inversiones, y del Fondo de Inversión Europeo, como apunta en una entrevista con Economía Digital.

Los países del sur deberían unirse

Invitado por el CIDOB, esta semana Holland ofreció en Barcelona su visión sobre Europa, que contrastó con la de Albert Carrera,  ex secretario de Economía de la Generalitat, y profesor en la UPF. Su idea es que no es necesaria una revolución para que Europa se plantee seriamente un salto adelante que solvente los problemas de la deuda pública de los países periféricos, como España.

Junto a Yanis Varoufakis y James K. Galbraith, Holland firmó una propuesta para resolver la crisis de la zona euro en la que defiende un plan ambicioso de inversiones.  

¿Deberían unirse esos países del sur? «Deberían unirse y luchar por Europa, porque eso significa luchar por ellos mismos». Según Holland el Reino Unido, que sufre ahora un déficit comercial enorme, podría también beneficiarse de un programa de recuperación potente y de los eurobonos. En el caso de Alemania, Holland considera que Angela Merkel ya tiene serios problemas con el SPD, y que su líder, el vicecanciller, Sigmar Gabriel, defiende con claridad los eurobonos.

Emitir deuda, a través del BEI

¿Cómo se pueden impulsar esos eurobonos? Holland, que acaba de publicar el libro Contra la hegemonía de la austeridad (Arpa), en el que deja algunas perlas sobre la política de los supuestos estadistas franceses, por ejemplo, insiste en que ya hay mecanismos en la UE, aunque Alemania considere que se trataría de una «transferencia fiscal de rentas», que los ciudadanos alemanes u holandeses –la Europa central—no estarían dispuestos a permitir.

Y se basa en el Banco Europeo de Inversiones, que tiene la triple A, la nota máxima. Sería deuda europea, bonos emitidos que financiarían los mercados, «no los contribuyentes».

¿Toda la deuda? Holland recuerda que ya hay algunas propuestas concretas. Una de ellas es que la deuda europea podría reemplazar a la deuda nacional a partir de un porcentaje, como el 60% del PIB, el tope que marcó el Tratado de Maastricht para los estados miembros. Es lo que propuso el Brueghel Institute.

Otra idea sería «mutualizar parte de la deuda de los estados, al menos, hasta el límite del 60% que se establece para cada país en el Tratado de Maastricht».

La culpa, sellada en la lengua

Holland aporta su visión pragmática, propia de los británicos. E insiste en que la Unión Europea se ha visto bloqueada por dos visiones en los últimos años: la hegemónica, que defiende la austeridad, o la federal, que considera que nada cambiará si no se impulsan instituciones federales. Y señala que para buscar el crecimiento, sin dejar en la cuneta a los países del sur, «no serían necesarias nuevas instituciones, ni el socorrido concurso del federalismo, sino que bastaría con una decisión política enmarcada en los tratados vigentes».

El referente de Hollad es el programa de Roosevelt y el New Deal. El secreto es la inversión y su financiación, a través de eurobonos.

El problema es el prejuicio, o la decisión tomada ya, antes de analizar el problema de fondo. Holland recuerda en su libro que en algunas lenguas, como la alemana o la holandesa, la palabra «deuda» (Schulden) se emplea también para referirse a la culpa (schuld), mientras que en las lenguas románicas que derivan del latín existe la percepción inversa, en las que prestar se percibe como dar crédito y confianza. Y eso acaba teniendo mucha influencia.

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