Altri asalta los fondos europeos desde Galicia tras frenar la expansión de Ence a Portugal

La pastera lusa compró la planta de Celbi a la finlandesa Stora Enso en un concurso en el que también participó Ence con la intención de expandir su producción de celulosa a Portugal

La fábrica de Celbi, ubicada en Figueira da Foz, que quiso comprar Ence / Celbi

La fábrica de Celbi, ubicada en Figueira da Foz, que quiso comprar Ence / Celbi

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Pasteras en la Península Ibérica no hay tantas como para que no se conozcan todas. Altri, el grupo que tratará de levantar una planta de fibra textil sostenible en Galicia, ha cruzado caminos con Ence en múltiples ocasiones, aunque, por una cosa o por otra, nunca acaban de acercarse demasiado.

Así sucede que, ahora que la papelera lusa prepara su desembarco en territorio gallego para liderar uno de los proyectos clave para la reactivación económica con fondos Next Generation, la compañía que dirige José de Colmenares tiene muchas papeletas para abandonar su histórico emplazamiento de Lourizán, en la ría de Pontevedra. La anulación por parte de la Audiencia Nacional de la prórroga que otorgó Mariano Rajoy a la concesión de la fábrica tiene a Ence con un pie dentro y otro fuera de Galicia, pues asegura que no existe otro enclave viable para las instalaciones, por no hablar de la inversión que requeriría el traslado.

A falta de despejar esa incógnita, es la segunda vez que ambas compañías están a punto de producir en el mismo territorio, haciendo buena la frase de Alberto Núñez Feijóo de que en Galicia hay sitio para dos pasteras, aunque no se sepa si quedará alguna. La otra vez, años atrás, no fue en territorio gallego, sino en Portugal, donde estuvieron a punto de pagar el IBI ambos fabricantes.

Pugna por una fábrica

Fue en el año 2006 cuando Ence pujó por hacerse con una fábrica en Figueira da Foz, a unos 50 kilómetros de Coimbra pero pegada al Atlántico. Se trataba de Celbi, empresa conocida en Galicia por sus compras de madera, y que entonces pertenecía al gigante finlandés Stora Enso, grupo con una facturación que superó los 8.500 millones de euros el año pasado. La planta de pasta de papel de fibra corta tiene actualmente una capacidad de 700.000 toneladas, más que las 515.000 toneladas anuales de las instalaciones de Lourizán.

Fábrica de Celbi en Figueira da Foz

Stora Enso abrió un proceso competitivo en el que participó Ence, pero también Navigator (entonces Portucel); Manuel Champalimaud, uno de los hijos del que fuera la mayor fortuna de Portugal, Antonio Champalimaud; o el fondo TDR. Con Portucel descartada antes de la resolución final, las únicas pasteras con opciones de hacerse con la planta fueron Ence y Altri, que también presentó una oferta y acabó quedándose la fábrica por 428 millones de euros. Fue ese año cuando la empresa que liderará el proyecto de la fábrica de viscosa en Galicia y, ligado a él, una inversión de 800 millones, consolidó la estructura de tres centros de producción con los que opera actualmente: Celbi, Caima y Celtejo, una capacidad de más de un millón de toneladas.

De Portugal a Uruguay

Dirigida entonces por Juan Luis Arregui y todavía en una incipiente transición hacia las renovables en la que ahora entró de lleno, Ence tenía entonces más opciones para ampliar sus capacidades de producción. De hecho, un lustro después superaba ya el millón de toneladas de capacidad operativa conjunta entre las fábricas de Pontevedra, Navia y Huelva, que posteriormente cerraría. Sin embargo, la favorita era Uruguay, donde la pastera quería culminar sus inversiones en activos forestales y logísticos con una gran planta de 500.000 toneladas de capacidad, la misma que la de Navia, que costaría unos 500 millones.

La compañía acabó desestimando el proyecto en plena polémica con Argentina, que temía el impacto ambiental de las dos fábricas de celulosa que planeaban instalarse en el río que separa ambos países. Hasta el rey Juan Carlos trató de mediar en el conflicto, pero Ence acabó vendiendo sus activos forestales y logísticos en el país latinoamericano, un aserradero y el propio proyecto para la construcción de la planta. ¿El comprador? El chileno Arauco y la propia Stora Enso.

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