Inditex versus Puig: dos salidas a bolsa con 23 años y 4.000 millones de diferencia

El grupo perfumero y de moda, accionista de Textil Lonia, saltará al parqué en mayo con una capitalización que se acercará a los 14.000 millones mientras que la matriz de Zara hizo lo mismo en 2001, con unos 9.000 millones de euros que hoy en día alcanzan casi idéntico valor con la inflación

Puig saldrá a bolsa 23 años después de hacerlo Inditex

El CEO de Puig, Marc Puig, al lado de la presidenta no ejecutiva de Inditex, Marta Ortega. Fotos: Puig y EFE

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El grupo perfumero y de moda Puig dará el salto a bolsa el próximo 3 de mayo con la intención de captar unos 3.000 millones de euros y alcanzar una valoración bursátil que se moverá en un rango de entre 12.700 y 13.900 millones de euros. La salida a cotización ha despertado gran expectación, tanta, que la multinacional catalana ha recibido una demanda de acciones que supera con creces la oferta en la apertura de su book building o periodo de prospección de mercado. La suya, al fin y al cabo, será una de las mayores operaciones bursátiles previstas para 2024 en Europa. Otro mayo, pero en este caso de hace 23 años, Inditex hizo lo mismo, en un proceso que guarda muchas similitudes y alguna diferencia.

En esencia, tanto Puig como Inditex, con su distancia, son dos empresas de moda que, aún fuertemente internacionalizadas, poseen marcado carácter familiar, algo que antes y ahora ha marcado el proceso de salida a bolsa. La firma catalana, accionista de Textil Lonia y Adolfo Domínguez, fue fundada por Antonio Puig en 1914. Según el folleto remitido a la CNMV esta semana, la intención del grupo es estrenarse en el parque a un precio de entre 22 y 24,5 euros con lo que el grupo cosmético queda valorado entre los 12.700 y los 13.900 millones de euros.

Inditex, cuyo germen radica en Confecciones GOA (acrónimo invertido de Amancio Ortega Gaona), fundada en A Coruña a comienzos de la década de los sesenta del siglo pasado, comenzó a cotizar el 23 de mayo de 2001. Capitaneados en aquel momento por José María Castellano, el folleto que los de Arteixo trasladaron al supervisor bursátil apostaba por colocar sus acciones a un precio que oscilaba entre los 13,5 y los 14,9 euros, de forma que la compañía se valoraba en un máximo de 9.200 millones de euros. Una cantidad que hoy en día, teniendo en cuenta la inflación, alcanzaría un valor equivalente a algo más de 14.500 millones de euros, ligeramente por encima de la capitalización que se le prevé a Puig. Pero esta no es la única similitud entre ambos gigantes.

Resultados al alza y objetivos

Puig apuesta por dar al salto al parqué tras tres años encadenando resultados récord. La firma catalana cerró el ejercicio 2023 con un beneficio neto de 465 millones de euros, un 16% más con respecto al año anterior, y una cifra de negocio de 4.305 millones de euros, lo que representa un incremento de un 19% sobre 2022. En 2021 la firma se había marcado el objetivo de superar los 3.000 millones de euros en ventas en dos años, algo que ha superado con creces. Sus números habrían calentado la salida, algo que también ocurrió con la cotizada hoy presidida por Marta Ortega.

Inditex también cerró 2023 batiendo su máximo histórico en ganancias e ingresos, con un beneficio neto de 5.381 millones de euros, un 30% más, y unas ventas de casi 36.000 millones de euros (incremento del 10,4%). Y, como ahora Puig, en el año 2000, antes de comenzar a cotizar, presentó un balance de nota. Fue su tercer ejercicio consecutivo con un crecimiento superior al 27%. La cifra de negocio ascendió a 2.615 millones de euros, un 28% más, mientras que el beneficio neto se estiró un 27%, hasta los 259 millones de euros.

Indicó en aquella altura José María Castellano, por aquel entonces consejero delegado, que la salida a bolsa no se realizaba “para captar recursos, sino por una razón de continuidad”. Aseguró que no necesitaba liquidez para financiar la expansión del grupo, sino para que el mercado se convirtiese “en el referente” que guiaría la gestión de la compañía, exigiéndole cada vez mejores resultados.

Más prosaico, en 2024, Puig justifica la apertura de su capital a terceros en la consolidación de su expansión. Así, espera que esto sirva para “cimentar” su próxima fase de crecimiento a largo plazo. Su intención es la de seguir creciendo en el sector belleza premium así como ganar cuota en mercados estratégicos, Emiratos Arabes y América, y reforzar su presencia en Asia-Pacífico e incorporar nuevas marcas.

Del ‘free float’ a la empresa familiar

A pesar de las particularidades de cada compañía, otra de las similitudes en lo que fue la salida a bolsa de Inditex y la que ahora plantea Puig radica en la voluntad de ambas de que las familias fundadoras mantengan el poder de ambos grupos.

Por ejemplo, según la información contenida en su folleto, el capital social de Puig se compone de acciones de clase A y de clase B. Las primeras confieren cinco derechos de voto, mientras que las segundas tendrán solo uno. La intención de la compañía es que las nuevas acciones de clase B sean las que se lancen al mercado mientras que las acciones A no forman parte de la oferta, por lo que no se solicitará su admisión a cotización en el mercado.

La hoja de ruta para por obtener 3.000 millones de euros pasa por colocar entre 122 y 136 millones de títulos. Los Puig prevén captar unos 1.250 millones con una ampliación de capital, además de otros 1.360 millones mediante la salida de acciones controladas por Exea, la patrimonial de la familia. Al margen, otros 390 millones de euros de una potencial ampliación de la oferta, lo que se llama green shoe en argot financiero, que se ofrecerán a Goldman Sachs Bank Europe, que actúa como agente de estabilización. La oferta se realiza dentro y fuera de España y está dirigida a inversores cualificados, incluyendo una colocación en Estados Unidos a personas consideradas como compradores institucionales cualificados.

Pero, tras la operación, la intención de la familia Puig es la de retener aproximadamente el 70% del capital de la compañía. En el folleto, justifica la decisión de abrir el capital a terceros, pero asegurándose mantener el control de gestión. “Esto nos permitirá competir mejor en el mercado internacional de la belleza durante la siguiente fase de desarrollo. Nuestras estructuras estarán mejor alineadas con las de las mejores empresas familiares en el sector de la belleza premium, que tienen un fuerte núcleo de accionistas a menudo vinculado a sus familias fundacionales”, expone.

Por ejemplo, en LVMH, los Arnault retienen algo más del 49% del capital, mientras que los fundadores de Hermés poseen más del 66% de las acciones de la cotizada. Lo mismo le ocurre, sin ir más lejos, a Inditex donde un solo accionista, Amancio Ortega, tiene el 59,29% del capital, mientras que Sandra Ortega, derivado de la herencia de su madre, Rosalía Mera, maneja un paquete equivalente al 5%.

Salidas a bolsa que fraguan fortunas

Hace más de dos décadas, la matriz de Zara apostó por colocar en el mercado el 26,09% de su capital social, incluyendo también esta cantidad los títulos correspondientes a las opciones de compra de las entidades colocadoras, los green shoes. El su primera jornada en bolsa, el valor concluyó la sesión con una revaloración del 22,45%.

Según su folleto de salida a bolsa, del 22,69% del capital social de Inditex sacado a oferta, sin tener en cuenta los green shoes, el 44,59% se reservaba en este caso para tramo minorista, el 12,97% para inversores institucionales españoles, un 38,91% para internacionales y un 3,53% para empleados. La salida a bolsa fue fundamental para fraguar parte de la actual fortuna del clan Ortega, y es que en el folleto de emisión, la compañía indicaba que los accionistas que se habían adherido a la oferta de venta eran Amancio Ortega, Rosalía Mera, Dolores Ortega Renedo, Sandra Ortega, Primitiva Renedo Oliveros, Marta Ortega Pérez, Josefa Ortega Gaona, José María Castellano y Juan Carlos Rodríguez Cebrián.

Habrá que ver si a Puig, como a Inditex, el periplo en bolsa le resulta igual de rentable.

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