Mapa de la crisis energética: Megasa y Ferroatlántica paran y Celsa aguanta el tirón

La gran industria gallega afronta de forma desigual la escalada eléctrica. Mientras Megasa deja de producir durante el día y Ferroatlántica apaga uno de sus hornos, la planta de Celsa en A Laracha logra mantenerse sin cambios

Imagen de archivo con una manifestación de la industria electrointensiva, con trabajadores de Alcoa, Ferroatlántica y Celsa / CIG

Imagen de archivo con una manifestación de la industria electrointensiva, con trabajadores de Alcoa, Ferroatlántica y Celsa / CIG

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El mercado eléctrico no da respiro a la gran industria. Según el último barómetro semanal de Aege, la patronal electrointensiva, a final de año, las compañías en suelo español pagarán 122,48 euros el megavatio hora. La escalada es imparable, ya que hace un mes sus estimaciones giraban en torno a los 99 euros. Es, calculan, un 143% más de lo que abonará una empresa en Francia, unos 50,32 euros. La crisis comienza a golpear a los grandes consumidores radicados en Galicia, aunque, por el momento, las medidas aplicadas son desiguales y, afortunadamente, no llevan aparejado la reducción de empleo. Megasa, la primera siderúrgica gallega, aplica desde esta semana un parón en su producción durante el día. Ahora, el gigante de Narón solo produce en horario nocturno, los fines de semana y las jornadas festivas, cuando los costes eléctricos son menores. A pesar de la decisión, la envergadura del discreto imperio de los hermanos Freire Arteta es un colchón que aporta seguridad, al menos de momento, a la plantilla. La medida emprendida no ha afectado al empleo de una compañía que en la golpeada comarca de Ferrolterra genera más de 130 empleos directos.

Pero Megasa no es la única de las grandes electroconsumidoras gallegas que digiere como puede la escalada del precio eléctrico. En Sabón, la factoría de Ferroatlántica ha decidido apagar indefinidamente uno de su tres hornos, decisión que también ha tomado la compañía del grupo Villar Mir en su planta cántabra. En la tercera que posee, ubicada en Huesca, ha optado por acometer un apagón de cuatro horas diarias.

Celsa, del rescate al récord de ingresos

De momento, tan solo la factoría de Celsa Atlantic en A Laracha mantiene su actual ritmo de producción inalterable. Lo aseguran a Economía Digital Galicia fuentes sindicales, que explican que, aunque se siguen protocolos estrictos para tratar de reducir la factura eléctrica, no se ha tomado ninguna medida de recorte o de cambio horario por el momento. Curiosamente, es la firma que presenta, a nivel financiero, mayores apuros, ya que el grupo de la familia Rubiralta tiene una deuda de unos 2.700 millones de euros solo en España y solicitó un rescate millonario a la SEPI que algunos medios han llegado a cifrar en 700 millones.

No obstante, y a pesar de las tensiones con los acreedores (tras el primer estado de alarma, Celsa dejó de abonar los pagos de la deuda a fondos y banca acreedora), el gigante siderúrgico, especializado en la creación de acero verde a partir de chatarra, tiene buenas perspectivas para este ejercicio. Así lo apunta su propio presidente en Expansión, asegurando que las previsiones de la compañía de origen catalán –que en Galicia gestiona la antigua planta de Manuel Añón– son las de alcanzar este año un récord histórico de ingresos, en torno a 5.200 millones de euros y un beneficio bruto de operación (ebitda) de unos 600 millones.

Así, mientras que Celsa parece recuperar el ritmo aún a pesar de los problemas de refinanciación que afronta, las alarmas se activan en Ferroatlántica, donde la plantilla teme un retroceso en el camino de recuperación iniciado este ejercicio.

Miedo al retroceso

“Estamos temblando”, advierten a este medio fuentes del comité de empresa de la ahora única fábrica de Ferroglobe en Galicia tras la venta del complejo de Cee-Dumbría al fondo TPG. Según defiende el representante sindical, la espiral de la factura de la electricidad ha puesto a prueba los márgenes de la firma. Es por ello que la compañía ha decidido apagar indefinidamente uno de sus tres hornos en Sabón, una decisión idéntica a la aplicada en su factoría de Boo (Cantabria) y que ha tenido lugar apenas unas semanas antes antes de que acordase un apagón de cuatro horas diarias en su tercera factoría en España (la de Monzón, en Aragón) para poner coto a la escalada de costes.

«Tenemos contratos fijados de antemano a unos precios fijos que tenemos que cumplir aunque ahora nos salga más cara la producción”, asegura un sindicalista, que avanza que, según las previsiones de la compañía, la crisis energética seguirá golpeando con la misma intensidad (o incluso más) a lo largo del primer trimestre de 2022. El representante de los trabajadores también confirma que la factoría continuará ajustando su producción a los tramos horarios más baratos (como venía haciendo tradicionalmente) mientras se aferra a que los nuevos pedidos puedan reflejar en sus precios una escalada de la luz que impacta de lleno en una factoría que cerró su ejercicio 2020 con unos resultados “aceptables”.

El riesgo de la deslocalización

Así se desigual se dibuja, por el momento, el mapa de una crisis energética que ya ha llevado a Sidenor (siderúrgica vasca y pretendienta de la planta de aluminio primario de Alcoa en San Cibrao) y Arcelormittal a anunciar paros en su actividad durante varas jornadas por la imposibilidad de hacer frente al coste energético.

Recientemente, en declaraciones a Economía Digital, el director general de Aege, Fernando Soto, apuntaba a que la crisis de la factura eléctrica podría acabar derivando en “deslocalizaciones”. “Es un riesgo, por eso hay que pensar en solucionar cuanto antes la situación actual. Irse sería la medida más drástica, pero hay plantas que ya trabajan menos horas, que paran cuando la electricidad es más cara. Cuando los precios son prohibitivos tienes que parar”, asegura.

Alerta también en Portugal

A pesar de que Megasa ha dejado de producir durante el día, en la siderúrgica de Narón no hay desvelos por parte de la plantilla, que se aferra a los buenos números del grupo, cuya facturación consolidada supera los 1.000 millones anuales y que habría cerrado el año del Covid “en positivo” (según medios extremeños el pasado año, el del Covid, llegó a ofrecer 170 millones de euros por hacerse con la compañía de Badajoz Gallardo Balboa). No obstante, admiten la importancia de ver cómo se desarrollará el primer trimestre del próximo año. Recuerdan que en el año 2013 ya atravesaron una fuerte crisis. Entonces, Enrique Freire Arteta amenazó con bajar la persiana en Narón debido a la factura eléctrica.

No obstante, la crisis del megavatio no se circunscribe únicamente al mercado español. Las medidas tomadas en las instalaciones gallegas de Megasa podrían replicarse en otras de las localizaciones de la siderúrgica, que también tiene centros de producción en Zaragoza (Megasider) y en Portugal.

Ya a finales de septiembre, medios lusos indicaban que los administradores de Megasa, que controlan la denominada Siderurgia Nacional, que cuenta con plantas siderúrgicas en Seixal (Setúbal) y en Maia (Oporto), advertían de que la subida de los precios energéticos podía “imposibilitar” la exportación a varios mercados europeos. Aseguraba ECO que la escalada eléctrica “podría comprometer fuertemente o incluso hacer inviable una parte muy importante de la actividad” del negocio luso, que exporta más del 70% de la producción, principalmente al mercado europeo.

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