Conservismo

La izquierda lleva ya tiempo buscando su propia identidad y la derecha, regodeada en el triunfo del neoliberalismo y tratando de dignificarse, opta por parecerse a la izquierda. Más confusión.

Pedro Sánchez y Pablo Casado / EFE

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Conocida es la razón histórica, por mera ubicación geográfica, de la denominación de las dos grandes orientaciones políticas que perduran hasta ahora. Derecha e Izquierda deben su nominación a las posiciones que se ocupaban en los Estados Generales de la Revolución Francesa de 1789, donde a la derecha se posicionaron los partidarios de mantener la situación tal cual y a la izquierda los empeñados en cambiarla. Tiempo de tribulaciones el nuestro dónde, a pesar del consejo de San Ignacio, parece que se van haciendo mudanzas.

“Derecherda”

A juicio de los exégetas de la actualidad, por cierto, muy numerosos, hagas lo que hagas, ponte Bruselagas. Manda Europa (pero, en concreto, ¿quién es Europa?) y el margen de maniobra patrio es más bien escaso, tirando a cabeceántemente inútil. Manda tanto, que para recibir los óbolos que los propios europeos aportamos, hay que cumplir con lo que nos exigen. Curiosa paradoja, donde quienes ejercitan el qué (pagan), no son los que deciden el para qué (pagan).

La derecha está empeñada en parecerse, confusamente, a la izquierda, adoptando sus comportamientos estereotipados

Pero es en lo de comer, en la economía, donde las diferencias entre conservadores y progresistas, políticas de derecha y de izquierda, sufren un confuso territorio gris. Quizás por la ausencia de una clara propuesta europea de convivencia o por la propia ceremonia de la confusión en la que estamos instalados, la izquierda lleva ya tiempo buscando su propia identidad y la derecha, regodeada en el triunfo del neoliberalismo y tratando de dignificarse, opta por parecerse a la izquierda. Más confusión.

Y para todavía más enredo, va el PP y se enfanga infantilmente en con-fundirse como esos niños empeñados en chapotear en los charcos para que sus progenitores les amonesten, aunque solo sea para hacerse ver, que se sepa que están ahí, faltos de mejores formas de demostrar madurez.

Si, así es, la derecha está empeñada en parecerse, confusamente, a la izquierda, adoptando sus comportamientos estereotipados para perplejidad de sus acólitos. Y cinco son las empeñadas razones que se muestran en evidencias diarias de su viaje a ninguna parte:

1.- Mostrar pluralismo y disensión interna: la izquierda, por su carácter crítico tiende a la diversidad, mientas la derecha se orienta a la unicidad (no hay más que leer a Oakeshott en La actitud conservadora para saberlo: “Ser conservador consiste, por tanto, en preferir lo familiar a lo desconocido, lo contrastado a lo no probado, los hechos al misterio, lo real a lo posible, lo limitado a lo ilimitado, lo cercano a lo distante, lo suficiente a los superabundante, lo conveniente a lo perfecto, la felicidad presente a la dicha utópica”). Back to the roots, que dicen los ingleses.

2.- Vestirse de autoridad moral: baldón este que sobrevuela siempre a la derecha como ave negra de rapiña. Apoyar al capitalismo es lo que tiene, pero, eso sí, actualmente tratando de paliarlo con la apelación constante a la libertad, aún sin venir a cuento.

3.- Cuestionamiento constante del liderazgo: la izquierda abomina de los liderazgos únicos y contundentes, pero los acepta como inevitables, aunque no lo parezca. O sí, sí lo parece. Atacar a la jefatura parece como más liberal, menos facha. Flores marchitas de un pasado mal asumido.

4.- Apelación continuada al pasado: para la izquierda, las bases ideológicas son inatacables y no causan sonrojo. Hasta se atreven a prologar de nuevo El Manifiesto Comunista sin rubor alguno, como si no hubiesen pasado ya dos siglos de aquello. Y la derecha apela, de un modo u otro, titubeante, al pasado, pero al pasado cercano, al de siempre. La efigie de Franco no queda bien en posters y camisetas; le falta la beatífica mirada perdida y la cabellera del Che, aunque ambos tengan algo en común: el porte militar y la estrella.

5.- La movilización ideológica: a la izquierda le ponen los slogans (no en vano, el propio Manifiesto Comunista empieza y acaba con ellos); a la derecha, los argumentos largos. Sí, en los mundos del pujante Tik Tok y el ya casi fenecido Twitter, el disparo expresivo en forma de eslogan es el modo de comunicar, pero… “aquelarre feminista” o “mando testosterónico”, pues qué quieres que te diga … Meras concesiones a la galería.

“Conservista”

Y así, se alumbra desde hace algún tiempo la llegada del conservismo, novedosa orientación política personificada en el conservista, especie recientemente evolucionada desde la derecha caracterizada por la confusión en la presentación ideológica y en el titubeo conceptual. Pero no lo tiene mejor la izquierda que se autotitula de izquierdas (¡vaya!), federalista, ecologista y feminista (pero, ¿dónde quedan la defensa de clase y el universalismo?). Pues como en la ruleta, “¡No va más!”. ¡Seguimos para bingo!

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