La energía eléctrica hacia el año 2030

No podemos perder la implantación de industrias y servicios por no adecuar los plazos de tramitación administrativa y judicial y la disponibilidad de redes

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Durante varias horas de los últimos días, especialmente en las centrales del día, se ha dado un precio de la energía eléctrica negativo, es decir, los productores pagan a los consumidores para que les consuman electricidad. En esas horas la oferta supera a la demanda, e instalaciones de producción se ven obligadas a parar. Además, en las restantes horas del día, se está casando un bajo precio. La media de los tres primeros meses del año está en el orden de 57 euros por megavatio hora.

Esto es debido al confluir unas condiciones meteorológicas favorables de viento, sol y agua. Confluencia que previsiblemente tendrá poca duración. En resumen, hay un desajuste entre la oferta y la demanda. ¿Y realmente esta situación y su previsible evolución en los próximos años pone en riesgo el cumplimiento de los objetivos del PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) para el año 2030?

Veámoslo desde el lado de la oferta. La instalación de nuevas plantas, especialmente eólica y fotovoltaica, para conseguir los objetivos, se torna complicado, especialmente por dos motivos: las trabas administrativas y judiciales, y, la pérdida del atractivo de rentabilidad por los precios futuros de la energía.

Para cumplir el objetivo en el año 2030 de potencia instalada de eólica habría que poner en servicio anualmente del orden de 5.400 megavatios, cuando, por ejemplo, en el año 2023 se instalaron 453 megavatios, y en fotovoltaica habría que poner en servicio cada año unos 8.400 mw, cuando en el año 2023 se pusieron 5.600. Como se ve, estamos muy lejos de coger la senda que nos lleve a alcanzar los objetivos del año 2030.

El primer obstáculo, parques cuya tramitación se ha visto interrumpida por la vía judicial, y mucho me temo que esta tendencia, aunque se corte, no dejará de seguir planteando obstáculos, a pesar de sentencias favorables del Tribunal Supremo. El otro factor, el precio. Instalaciones actualmente operativas comienzan a dar señales económicas preocupantes. Los precios actuales de la energía eléctrica en el mercado y los futuros de los mismos ponen en riesgo la rentabilidad exigible a estas inversiones.

Es verdad que el apoyo a efectuar PPA’s y las nuevas medidas europeas de contratos por diferencias permiten dar una cierta estabilidad a los ingresos de estas instalaciones y, por tanto, a disminuir el riesgo económico de las mismas.

Pero, en mi opinión, donde hay una actuación de la Administración que podría paliar la bajada de los precios y, en consecuencia, a dar una señal más positiva a los inversores, además de dar un impulso relevante a la economía española, singularmente a la industria, es la actuación sobre la demanda de energía eléctrica.

La demanda de energía eléctrica está disminuyendo en los últimos años en tasas de más de un 2% cuando el PNIEC preveía unos incrementos medios del 5%, lo que hace mayor la diferencia entre oferta y demanda. En concreto, el año 2023, la demanda fue un 2,3% inferior a la del año 2022, y en éste ya había sido un 3,2% respecto al 2021.

Ojalá esta reducción de la demanda haya sido debido a la penetración de la eficiencia energética, y el autoconsumo, y no al cierre de instalaciones consumidoras.

¿Cómo se puede revitalizar la demanda?

Para cambiar la tendencia al decrecimiento de la demanda, tenemos que impulsar la electrificación de la economía y aquí quiero poner el acento en dos aspectos que vivo y he vivido muy de cerca.

El primero es el de los puntos de recarga de coches eléctricos. A finales del año 2023 había en España 30.385 cargadores. Si queremos ir al ritmo que marca la UE en el año 2030 deberíamos estar en el orden de 175.000.

Y, ¿es posible? En la situación actual es imposible. No puede ser que para instalar un punto de recarga público se tarde de media tres años, pero además que para poder tener el suministro de energía eléctrica se planteen soluciones técnico-económicas que hacen inviable su instalación.

Si queremos movilidad eléctrica hemos de buscar fórmulas para que estos dos inconvenientes se amortigüen. El primero, agilizando los procesos en las diferentes administraciones intervinientes, y, en cuanto a la solución técnico-económica, recurriendo a baremos, subvenciones o similar.

En el segundo aspecto, la falta de puntos de acceso y conexión, tomemos como ejemplo, los centros de procesamiento de datos (CPD), cuya necesidad de desarrollo crece exponencialmente, demandados por la inteligencia artificial. Esta falta de acceso se da incluso en el suministro de energías eléctricas a nuevas industrias.

Estos centros de datos que demandan una gran cantidad de consumo de energía eléctrica, para los no especialistas en energía les sirva como ejemplo que un CPD de media necesita del orden de toda la energía eléctrica producida por tres parques eólicos en su totalidad.

En la Unión Europea se estima que los CPDS consumirán 100 TWh al año en 2030. España, como mínimo, debería aspirar a un 3% de total, es decir 3 TWh, aproximadamente un 1% del consumo del país o el 25% del de Galicia.

En Galicia tenemos ejemplos, como Altri, todavía sin suministro de energía eléctrica garantizado, y así algunos más. Del lado positivo, por fin Stellantis tiene acceso a la red de 220 kilovoltios, después de una batalla, muy larga en el tiempo.

También en las conexiones a la red, especialmente en la de alta tensión. La planificación eléctrica en vigor, 2021-2026, a pesar de su actualización y apertura a un turno de reclamaciones, resueltas hace unos días, ha dejado sin suministro a muchos CPD,s y a  otros grandes consumidores tales como electrolisis de hidrógeno o industrias intensivas en consumo de energía. Se ha abierto una nueva planificación 2025-2030, pero con los parámetros actuales de inversión topadas no se va a poder acceder a las demandas planteadas.

En este último aspecto, donde las Administraciones públicas, especialmente la central, tienen la llave, es donde quería incidir. Hay soluciones. Por favor, no sigan cerrados en un esquema de planificación de épocas normales de demanda, a los momentos actuales y venideros, de demanda excepcional, y de duración determinada. Por ello se está ahora o habremos dejado pasar la oportunidad, con las consecuencias derivadas de ello.

España tiene que competir con el resto de los países igualdad de factores de atracción de inversiones. El del suministro de energía eléctrica dado el posicionamiento del país en energía, no puede perder esta oportunidad por una serie de factores, uno de ellos la conexión a las redes.

En resumen:

No podemos perder la implantación de industrias y servicios por no adecuar los plazos de tramitación administrativa y judicial y la disponibilidad de redes.

En el reciente informe sobre el mercado único solicitado a la Unión Europea y realizado por el exprimer ministro italiano Enrico Letta, se indica que el riesgo de desindustrialización del continente es una amenaza real, pero todavía reversible. Amenaza que nos debe alertar y cambiar el modo en que estamos actuando. Pero hay una frase en este mismo informe que viene a decir que “Bruselas aplica políticas del pasado para el mundo que viene”. España, también.

El mundo cambia a mucha velocidad y para seguir siendo iguales tenemos que ir a esa velocidad, y a mayor velocidad, si queremos mejorar. 

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Un comentario en “La energía eléctrica hacia el año 2030