La España rural y vaciada dice basta

En Madrid quedó claro el abandono del mundo rural por parte del Gobierno social-comunista; y también de los gobiernos anteriores

Miles de personas participan en la manifestación en defensa del mundo rural este domingo en Madrid. EFE/Luca Piergiovanni

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Hartos, cansados, asfixiados, cabreados, obviados, menospreciados, utilizados, relegados, impotentes… así se siente una gran mayoría de nuestra población rural que vive del sector primario.

La gran manifestación en Madrid fue una cita histórica para reivindicar un futuro para el mundo rural y las actividades que lo sustentan. También fue la expresión de frustración de cientos de miles de familias españolas para las cuales está última gota ha colmado el vaso de su paciencia. Se movilizan por pura y dura supervivencia económica.

El campo, la ganadería, el rural, la España vaciada, está harta de los desprecios de ministros comunistas que jamás han dado palo al agua, que ni los entienden ni los ayudan.

Los condicionantes económicos, la falta de un cambio de tejido productivo que ayude a fijar población; la desertización del rural provocada, entre otras cosas, por el abandono de esas entidades financieras que vuelven dar beneficios de miles de millones de euros; y las erróneas políticas económicas y de territorio aplicadas en todos estos años, solo han contribuido a agravar aún más el problema del vaciado demográfico.

Ante la dramática situación que desde hace tiempo vive el sector agroganadero – activo estratégico de nuestra economía-, del que dependen cientos de miles de familias y el futuro de nuestro medio rural, me identifico plenamente con sus reivindicaciones.

Nuestro país debe apostar de forma clara por el bienestar y la dignidad de los productores

Soy ourensano, de una provincia de las llamadas del interior del interior, de esas que de 92 ayuntamientos que la componen 91 son rural, es decir, la práctica totalidad del lugar donde he nacido, donde vivo y donde quiero seguir viviendo con mi familia y mi entorno.

Nuestro país debe apostar de forma clara y contundente por garantizar el futuro del sector agroalimentario para que, definitivamente, se convierta en un pilar fundamental de nuestra economía, que genere la riqueza y el valor añadido necesario para el bienestar y la dignidad de los productores y sus familias.

Ya se han cometidos innumerables errores y despropósitos con nuestra población en los núcleos rurales. Ya es hora de poner soluciones viables y con retorno encima de la mesa ante la cascada interminable de cierres de actividades agrícolas, ganaderas y de un comercio local en el rural que día sí y día también se evapora ante la falta de población y, lógicamente, de clientes.

Ayer quedó cristalino el abandono sin paliativos del mundo rural por parte del Gobierno socialcomunista. Y también, todo hay que decirlo, de gobiernos anteriores. Unos y otros han sido incapaces de resolver los problemas que afectan a los hombres y mujeres del campo, que se están viendo obligados a abandonar su forma de vida y sus costumbres. Queda totalmente patente el descomunal fracaso de las políticas que se han desarrollado hasta ahora.

Alguno de los que lean esto se preguntará: ¿Y qué soluciones das tú, porque predicar es muy fácil? A través de FEGEIN he presentado a las cuatro diputaciones provinciales de Galicia un proyecto Next Generation que no persigue otra que dignificar la calidad de vida de nuestro rural. Se llama Urbanismo Productivo y significa una intervención en el rural centrada en la reactivación de activos inmobiliarios abandonados o en riesgo de serlo. Se busca ofrecer nuevos usos a estos inmuebles y frenar la despoblación que vive gran parte del rural, dando así una segunda vida a las viviendas sin habitantes para las que contemplan un uso tanto residencial como comercial e industrial. Esta es mi alternativa.

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