Reindustrializar Galicia, asunto de todos

Galicia necesita una planificación estratégica para su desarrollo industrial que acerque el peso de la industria en el PIB al entorno del 20%

Alcoa

Varias personas participan en una concentración en conmemoración del año de “lucha” por la planta de aluminio y los puestos de trabajo de Alcoa San Cervo, en la Praza do Concello de Xove / Carlos Castro (Europa Press)

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La entrada en escena del Covid-19 y la crisis sobrevenida en su consecuencia ha puesto de manifiesto la importancia real del sector industrial para nuestra economía, los problemas de la deslocalización y la necesidad de elaborar un plan de reindustrialización.

Galicia necesita una planificación estratégica para su desarrollo industrial que acerque el peso de la industria en el PIB al entorno del 20%. Desde un punto de vista estratégico, entendemos como una apuesta de futuro imprescindible la reindustrialización de nuestra comunidad, modernizando la industria existente y apostando por la promoción de nuevas producciones a través de proyectos estratégicos y tractores, que permitan abordar todo el ciclo productivo, y en todo caso sin renunciar a liderar aquellas fases de mayor valor añadido. Me refiero a nuevas industrias sostenibles, competitivas, generadoras de empleo de calidad, que refuercen la capacidad industrial gallega como factor fundamental de tracción de la economía y generación de riqueza.

En línea con este objetivo, desde la Confederación de Empresarios de Galicia propugnamos, en paralelo a la CEOE, una serie de propuestas indefectibles para su consecución. Y es que debemos eliminar barreras a la creación y desarrollo industrial a través de medidas de apoyo al crecimiento, la competitividad y la internacionalización.

Por supuesto el compromiso con la sostenibilidad, minimizando el riesgo de fuga de carbono y garantizando el suministro de energía a precios competitivos, tiene que ser total. Asimismo se precisa avanzar en la unidad de mercado a nivel nacional y europeo mediante la reducción de la burocracia y las trabas administrativas y garantizando la seguridad jurídica; así como mejorar en el acceso a la financiación empresarial, con líneas específicas destinadas a pymes industriales. Al hilo de este último punto se debe agilizar y optimizar la gestión y aprovechamiento de los fondos asociados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

Alcanzar el cambio estructural por el que abogamos es una tarea de Estado, de todas las administraciones

No cabe por menos igualmente que mejorar la fiscalidad de las inversiones industriales y tecnológicas; potenciar las capacidades de las infraestructuras de transporte, facilitando su descarbonización y el acceso industrial a los mercados; así como desarrollar una red de apoyo a las pymes industriales para facilitar la creación de alianzas.

También es necesario promover un marco regulatorio en la UE para reforzar el liderazgo a nivel mundial de las empresas europeas, fomentando las estrategias de simbiosis industrial y revisando las normas de competencia para ganar competitividad; adecuar los sistemas formativos y los planes de estudio para incrementar la empleabilidad; así como potenciar programas de inversión y colaboración público-privada en I+D+i.

En el tejido empresarial gallego no dudamos del acometido de este objetivo, pero necesitamos que este concepto de industria 4.0 que crea valor en la sociedad entre realmente en la agenda política y que la reindustrialización sea una prioridad en el plan estratégico institucional de los próximos años.

Alcanzar el cambio estructural por el que abogamos es una tarea de Estado, de todas las administraciones, de todas las instituciones. Y para eso precisamos un plan de acción dirigido a diseñar y desplegar la política industrial adecuada, generar empleo estable y de calidad, así como reactivar al país. ¿Cómo la desarrollamos? A través de la implicación conjunta de todas las administraciones públicas –desde el Estado, hasta las comunidades autónomas y los ayuntamientos- , en una negociación conjunta con los agentes sociales y estableciendo unos objetivos específicos, claros, concretos, cuantificados y delimitados en el tiempo, homogéneos con los existentes en los países europeos que son nuestro referente, y por supuesto, con su correspondiente dotación presupuestaria. Rememos todos a una. Es la única forma.

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