Sentido y sensibilidad

Si en Galicia tenemos la inmensa suerte de contar con estos materiales críticos, estratégicos, para la industria, debemos aprovechar la oportunidad de explotarlos

El interior de la cámara grande de la mina subterránea de A Fraguiña, en Ourense. EFE/Brais Lorenzo

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

La gran novela de Jane Austen pone negro sobre blanco el difícil equilibrio entre el corazón y la razón, la pasión y el juicio. Similar contradicción subyace al cambio de paradigma económico que afrontamos en estos tiempos, el complejo binomio que combina la actividad económica, su desarrollo y crecimiento, y la sostenibilidad.

En los últimos años nos hemos dado cuenta de que el crecimiento sin control, a cualquier coste, no tiene más recorrido. Cada vez con más fuerza y presencia, exigimos un comportamiento responsable por parte de las empresas, cuya actividad genera indudables beneficios en su entorno, pero también deseconomías. Nos hemos hecho muy conscientes de nuestra responsabilidad con el entorno, con el planeta, y de la deuda contraída con las generaciones que nos sucederán, a quienes les debemos dejar las cosas como mínimo como las encontramos.

En este punto, creo que -salvo excepciones, que, como las meigas, hainas- existe un amplio consenso en una concienciación general sobre nuestras actuaciones privadas, como colectivo, y en la facultad de exigir y controlar a las organizaciones, a quienes pedimos un comportamiento social y ambientalmente responsables. No obstante, ese compromiso no puede hacernos obviar y olvidar otro, que es el de generación de actividad económica, recursos y medios de vida sostenibles para garantizar que todos podamos tener un desarrollo económico y vital lo más equilibrado posible.

«Nos estamos percatando del inmenso riesgo que corremos cuando nuestras industrias tienen una alta dependencia de recursos externos»

Todo esto viene al hilo del debate, tan poco reciente como recurrente, sobre la explotación de recursos mineros. Recientemente nos estamos percatando del inmenso riesgo que corremos cuando nuestras industrias tienen una alta dependencia de recursos externos, donde otros países controlan el origen de las materias primas y las cadenas de suministro. En estas condiciones, asumen también el control del desarrollo industrial, sus ritmos y, a medio plazo, la economía global. Por tanto, si en Galicia tenemos la inmensa suerte de contar con estos materiales críticos -estratégicos- para la industria, debemos aprovechar la oportunidad de explotarlos. No hacerlos sería una pérdida potencial de aprovechamiento de activos estratégicos, fuente de ventaja competitiva, y oportunidad de poner en marcha un motor de actividad económica y empleo que difícilmente podríamos justificar.

Quizá el ingrediente que falta en la ecuación es la confianza. Confianza en las empresas, sobre todo en aquellas que tienen experiencia en las explotaciones y capacidad de innovar y diseñar tecnologías que permitan la explotación de viejos yacimientos con criterios ecosostenibles. Confianza en los gestores públicos, que tienen los criterios de control necesarios que permitan asegurar que las explotaciones siguen criterios medioambientalmente responsables. Y confianza en nosotros mismos, en la generación de una ciudadanía concienciada pero desanclada del negacionismo que sólo conduce a la involución. Porque sí, debemos dejar a nuestros herederos un medio en el que vivir, pero también medios de subsistencia. Sentido y sensibilidad, sí; pero también sensibilidad con sentido.

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp