Ya es primavera

Mire por donde lo mire me asaltan datos y lecturas de unos comicios que no reflejan el carácter o la clave nacional que se les ha querido dar

Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Rueda, en la Junta Directiva del PPdeG un día después de las elecciones del 18 de febrero

Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Rueda, en la Junta Directiva del PPdeG un día después de las elecciones del 18 de febrero. PPdeG

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Utilizando el conocido eslogan de El Corte Inglés, ya que estamos en temperaturas propias de esa época del año en lugar de las que corresponderían teniendo en cuenta el calendario, aprovecho esa referencia meteorológica (siguiendo así también el hilo del artículo Invierno o primavera electoral en Galicia) para decir metafóricamente que los resultados electorales de este pasado domingo se han ajustado más al tiempo que nos corresponde sociológicamente, invernando y sin cambio político. Lo que, haciendo un mal chiste, se podría decir que nos adelanta hasta el cambio climático.

Procurando un análisis de lo ocurrido este pasado 18 de febrero, mire por donde lo mire me asaltan datos y lecturas de unos comicios que no reflejan el carácter o la clave nacional que se les ha querido dar, ver e interpretar en varios medios, foros, partidos y opiniones. En cambio, hay varios síntomas que indican claramente el comportamiento electoral propio en y de estas elecciones.

En primer lugar, está que los resultados han sido los mismos o acostumbrados. Es decir, si en las anteriores convocatorias autonómicas en Galicia no se hablaba o no se suponía esa clave nacional y esto sigue igual que antes, entonces la intervención o la presencia de Sánchez versus Feijoó en la papeleta de los votantes gallegos no aparece en cuanto a posible influencia, en uno u otro sentido, ya que el correlato de fuerzas y de escaños entre bloques ideológicos sigue siendo similar.

En segundo lugar, está el comportamiento por provincias y tamaños municipales. En A Coruña y Pontevedra, las llamadas provincias atlánticas, dicho correlato de fuerzas entre izquierda y derecha se reduce. Mientras que en las llamadas provincias interiores se mantienen las distancias. Tal comportamiento electoral también se repite o responde a comicios autonómicos anteriores, no a unos nacionales. Lo mismo que pasa con el peso del voto rural en las provincias de Lugo y Ourense, con más peso electoral -debido a la asignación de escaños poblacionalmente no proporcional– y donde el PP sigue teniendo un claro dominio.

A este respecto también formulo una posible hipótesis sobre el debatido voto rural y su estereotipo de ideología conservadora. En cambio, pienso que más lejos que cerca de planteamientos políticos, en el medio rural piensan en los imprevistos de todo tipo (meteorológicos, veterinarios, de cosechas, plagas, etcétera) que caracterizan e inquietan sus vidas, por lo que más que por ideologías votarían por lo más previsible. Resultando que los populares lo son más en estas y otras poblaciones, ya que vienen de mucho más atrás y por “herencia”, desde el franquismo hasta sagas familiares como los Baltar. Mientras que socialistas y nacionalistas cuentan con presencias más recientes y esporádicas, ganadas a pulso o por mérito propio, lo que indudablemente resulta más difícil y cuesta más, electoralmente hablando. Por tanto, o en base a ello, planteo que el medio rural, claramente determinante en estos comicios, con el 25% del censo electoral, volvió a votar por “lo viejo conocido”.

Es lo que también se podría denominar como comportamiento electoral por cercanía o proximidad, no tanto ideológica como física, territorial y temporal. Algo que se puede ilustrar con múltiples ejemplos. Desde la tienda o negocio que lleva en el pueblo “toda la vida” frente a otros que quieran abrir. Pasando por la “necesidad” de saber a quién acudir o recurrir si necesitas algo de la administración o de las instituciones; lo que se ha conocido siempre como “política clientelar”, en la que, indudablemente, el PP tiene mucho más bagaje. 

Además, para esta hipótesis también tengo experiencias o parte experimental. Como “antes de fraile fui cocinero”, es decir, antes que director de Sondaxe fui encuestador, siempre me acuerdo de una señora en la comarca sarriana, con dos hijos mentalmente discapacitados, aunque grandes como armarios, y que vivían en unas condiciones miserables. Al preguntarle por el voto, siguiendo el cuestionario, su respuesta fue “¿… e a quen vou votar? Aos que están”. No había connotaciones ideológicas en su respuesta, sino simplemente esa mentalidad de tener bastante con saber “quién maneja los hilos”. Y los que estaban de aquella ya estaban desde hacía mucho tiempo. (Quizá por eso también les supone mucho “dejar de estar”, porque ahí radica tanto su modus vivendi como su modus operandi, por encima de programas, gestiones, hechos o acciones valorables desde el punto de vista político y/o institucional).

El tercer punto de este análisis electoral se refiere a la debacle del PSdeG, que si se debiese a efectos o enfoques estatales debería ser más homogénea. En cambio, ha sido en las provincias del sur, Ourense y Pontevedra, donde se ha producido la pérdida electoral socialista más importante, cuatro de los cinco escaños. Precisamente territorios en los que –ya de partida– el candidato más desconocido en estas elecciones, Besteiro, no ha contado con tiempo para conformar su opción. En cambio, en Lugo, su “feudo”, mantuvo los resultados y en A Coruña, con el apoyo de Valentín Formoso, “solo” perdió un escaño. Si fuese a Sánchez al que votaron o no los gallegos, como se dice, entonces no habría esta clara diferenciación provincial que, en cambio, responde o tiene explicación en clave autonómica.

En este punto también me llama la atención que ya sean dos veces las que el PP de Feijoó ha dejado “fuera de juego” a Besteiro. La primera mediante denuncia judicial estratégica, que al final no resultó ser tan anónima ni tampoco imputable, pero que consiguió poner ocho años en “dique seco” al político lucense. Y ahora con el también estratégico adelanto electoral que, entre otros motivos, parece premeditado para que precisamente Besteiro no tuviese tiempo a darse a conocer entre la población gallega ni a afianzarse en los círculos políticos propios de las provincias en las que todavía no tenía base.

También pienso que puede aplicarse esta lectura o análisis en clave autonómica en el caso de los resultados del BNG y de la izquierda, me refiero a Sumar y Podemos. Los nacionalistas han concentrado dicho voto de izquierdas, incluyendo los trasvases procedentes del PSdeG, algo que tampoco tiene explicación en clave nacional. Máxime teniendo en cuenta el “peso” político de Yolanda Díaz en la actual política estatal y la falta de correspondencia con los exiguos resultados obtenidos por su formación en estos comicios autonómicos.

 Pero termino este artículo, en el que pretendo aportar un posible análisis del comportamiento electoral en nuestra comunidad, con una alusión más diacrónica y evocadora, hilvanando dos insignes referentes de nuestra cultura. Por un lado, a Celso Emilio Ferreiro, para significar que quizás seguimos en esa “longa noite de pedra” y, por otra parte, al himno de Eduardo Pondal, para volver a enarbolar a través de estas líneas su arenga a Galicia cuando escribió “desperta do teu sono”.

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Deja una respuesta