El abogado de Puigdemont compara a la policía de Sánchez con los GAL

Gonzalo Boye dice que la vigilancia a Puigdemont cerca de Estrasburgo le recordó a "lo sucedido en el sur de Francia durante el apogeo de los GAL"

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Al independentismo le encantan las comparaciones insostenibles. Una de sus máximas es utilizar la historia a conveniencia, tanto la española (Carles Puigdemont, por ejemplo, equiparó alguna vez la lucha contra ETA con el procés) como la de otras naciones (es difícil olvidar que Quim Torra fantaseó, entre muchas otras cosas, con implementar en Cataluña la vía eslovena para la independencia, con más de 60 muertos y contextos diametralmente opuestos).

El último en intentar casar el símil con la hipérbole en favor de la causa independentista (o de sus protagonistas más recientes) es uno de los abogados de Puigdemont, Gonzalo Boye, que no se lo pensó dos veces antes de poner en la misma balanza la espantada del ex president catalán en Estrasburgo el pasado 2 de julio y las actuaciones de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), los protagonistas de una guerra sucia articulada por el Estado en tiempos de Felipe González que se cobraron 27 asesinatos de miembros de ETA en la década de 1980.

En un artículo de opinión que publica este viernes El Nacional, Boye dice textualmente: «Los hechos de Estrasburgo, del 2 de julio, mucho me han recordado –guardando las distancias– a lo sucedido en el sur de Francia durante el apogeo de los GAL y, hemos de seguir confiando no se llegue a esos extremos, pero, insisto, una vez que se cruzan determinadas líneas rojas es muy difícil desandar el camino».

Los GAL y la persecución a Puigdemont

En el texto, en el que compila los lamentos más recientes del separatismo, Boye carga contra la operación policial en territorio francés que frustró el amague de Puigdemont y Toni Comín de recoger sus actas de eurodiputados en la sede parlamentaria en Estrasburgo, al norte de Francia. Los líderes soberanistas fugados a Bruselas se pasaron el 2 de julio en la localidad alemana de Kehl, justo al lado de la frontera con Francia, tras prometer a sus fieles que lucharían por la independencia desde el Parlamento Europeo.

Nunca fue su verdadera intención asistir a la sesión constitutiva del Europarlamento, pero igualmente montaron un teatro para pretender que sí. Sabían desde hace mucho tiempo que, además de España, tampoco pueden entrar a Francia sin ser detenidos, a razón del convenio de cooperación transfronteriza entre ambos países que avala la persecución ‘en caliente’ de un fugitivo tras la solicitud de una de las partes. Por eso mismo Puigdemont tampoco fue a Perpiñán en 2018, pese a haber insistido en que lo haría.

«Montar una operación policial en territorio francés, y extenderla al lado alemán, para detener y trasladar rápidamente a España al president Puigdemont y a Comín, saltándose los engorrosos trámites de un proceso de extradición, es sólo un síntoma de hasta dónde están dispuestos a llegar algunos para salvaguardar la ‘indisoluble unidad de la nación española’ y, también, un aviso a navegantes: ni las fronteras ni las leyes les detendrán porque todo es el procés», escribió Boye.

El abogado de Puigdemont denuncia un plan para «amedrentar»

«La represión ni está comenzando ni está terminando, simplemente se está haciendo más y más visible porque su aplicación, cada vez, requiere de mayores dosis de desvergüenza», dice Boye en su artículo de este viernes. «Lo que partió siendo algo sutil se está demostrando ineficaz ante la persistencia del pueblo catalán y, por tanto, los métodos son cada vez más burdos, más descarados y, por qué no decirlo, más ilegales», añadió.

Para el letrado de Puigdemont todo esto es «parte de un plan perfectamente orquestado para reprimir a unos y amedrentar a otros y, así, terminar por cargarse el procés«. Y pese a que se las da de precavido al decir que guarda «las distancias» entre los GAL y la policía española, la comparación no podría ser más desatinada, especialmente porque el referido convenio firmado por España y Francia es el resultado de aquella, si no la peor, una de las peores controversias de la democracia.

Hasta que se pruebe lo contrario, se presume que la policía española no actúa como actuaban los GAL, que secuestraban y asesinaban a presuntos miembros de ETA, ponían bombas en coches, disparaban en bares o mataban por la espalda. A Puigdemont y Comín les dieron seguimiento policías vestidos de «paisano» en la frontera entre Francia y Alemania, entendiendo que si alguno pisaba territorio francés tenían luz verde para detenerles, dada la condición de fugados y encausados por el Tribunal Supremo de los separatistas.

Boye acaba su artículo mostrándose como una suerte de mártir de la defensa de los derechos humanos, civiles y políticos, y citando un par de frases para darse una palmadita en la espalda. Acusa al Estado español por enésima vez de represivo. Enumera todas las injusticias que espera que el futuro resuelva a su favor. Evita mencionar las denuncias que se han tornado en su contra. Y tira de la frase hecha «guardando las distancias» como quien, antes de insultar a su interlocutor, dice: «Con todo respeto».

Tirar la piedra y esconder la mano, vamos.

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