El rey advierte por fin de los riesgos del separatismo

Felipe VI critica abiertamente la deriva independentista de Cataluña y manda también un recado a Mariano Rajoy

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En el ecuador del mensaje navideño, de 12 minutos, que realizó Felipe VI, la palabra «respeto» fue repetida cuatro oportunidades en una breve fracción de tiempo. Era el momento en que su discurso se dirigió a las fuerzas políticas, a quienes reclamó entendimiento y convivencia.

Sin menciones directas, el rey envió un mensaje claro a las fuerzas de Cataluña que siguen con su hoja de ruta independentista, pese a los diversos fallos en contra del Tribunal Constitucional y los inminentes juicios contra Artur Mas y otros dirigentes. Dijo que son tiempos «para abrirnos al mundo», y que no hay lugar «para fracturas ni para divisiones internas». «El progreso, la modernización y el bienestar, requieren siempre de una convivencia democrática basada en el respeto a la ley, en una voluntad decidida y leal de construir y no de destruir», agregó.

En el mismo tenor, dijo que «la intolerancia y la exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena, no pueden caber en la España de hoy», en unas palabras que se pueden leer como una crítica a las actitudes independentistas, y también al centralismo radical del PP y a las muestras de menosprecio de Podemos hacia la «casta» política.

Las difíciles relaciones entre los gobiernos nacionalistas y la Casa Real se han reflejado en la transmisión del discurso: TV3 decidió no emitirlo por primera vez en 30 años y lo derivó a su canal de noticias 3/24. En tanto, la televisión pública vasca EiTB tampoco lo difundió, una medida que sólo fue revertida entre 2009 y 2012 cuando el socialista Patxi López fue jefe del Gobierno de Euskadi.


Felipe VI también envió un recado al gobierno de Mariano Rajoy: ya es hora de ver una mayor reactivación económica. En un momento en que el Gobierno propone más impuestos para reducir el déficit, dijo que ya es tiempo para que la recuperación «nos permita crear mucho más empleo y de calidad, y también corregir tanto las desigualdades derivadas de una crisis tan profunda como la que hemos vivido».

Este año, el rey ha habaldo sin tampujos sobre la crisis, que ha golpeado a los pequeños empresarios y autónomos. Tienen «la decisión de asumir riesgos para crear o defender puestos de trabajo», y ha destacado las labores de los empleados públicos que, tras años de crisis y de ver recortados sus derechos, «garantizan nuestras libertades, atienden nuestros hospitales o educan a nuestros hijos».

Una puesta en escena más cercana

Vestido con un traje gris marengo, camisa blanca y corbata en tono rosa, Felipe VI dio su discurso en un lugar menos pomposo que la galería elegida el año pasado. Esta vez optó por un escenario más cercano: su despacho presidido por un cuadro de Carlos III, y con varias imágenes de su familia en el escritorio y la biblioteca.

La elección de esta escenografía no era casual: en varios momentos ha resaltado el rol de la familia en la sociedad y como sostén frente a la crisis; y también puntualizó que se debe estar preparado para que la educación sea la herramienta para adaptarse a los avances de la tecnología.

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