Puigdemont llama al combate con el Estado (y renuncia al diálogo)

El líder huido concluye que la vía pactada no tiene recorrido: "No hay que insistir más en este camino, porque no hay salida"

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Carles Puigdemont está de capa caída. El ex president reflexiona cada vez con más derrotismo sobre las decisiones que su entorno ha tomado en los últimos tiempos, especialmente en los meses posteriores al 1-O y los casi dos años desde la celebración del referéndum ilegal. Esto queda claro no solo en su nuevo libro, Reunim-nos (Reunámonos), sino también en las declaraciones que ha ofrecido para promocionar esta obra, en las que califica la posibilidad de una autodeterminación acordada con el Gobierno de «fantasía» y «magia».

Agosto de 2019 deja ver a un Puigdemont con el que coincidirían en no pocos asuntos algunos de sus más feroces críticos y enemigos ideológicos. Un líder independentista –el de más calado de todos, sin duda– totalmente rendido con los mantras que personificó en los últimos años. Un ex presidente catalán que impulsó una consulta ilegal y que, 22 meses después, considera que el diálogo con el Estado español, la negociación y el referéndum de autodeterminación acordado «son fantasías», y poco más.

Ante la pregunta de si su nuevo libro es de alguna forma pesimista, Puigdemont lo desmiente. «Soy analítico y me baso en las evidencias que no teníamos hace un tiempo, que nos dicen que el Estado de ninguna manera se avendrá a hablar, ya no negociar, sobre el derecho a la autodeterminación o una versión más suave como el derecho a decidir», dice en El Punt Avui. «No es una opinión, son hechos. Y digo que seamos conscientes», añade.

«Si queremos ser responsables, nos tenemos que basar en evidencias, no en magia. La magia dice que el Estado español un día, por una razón que desconocemos, se avendrá a sentarse a una mesa para hablar de un referéndum, pero la realidad dice lo contrario. Tenemos delante un Estado que en términos de Cataluña no está en el siglo XXI ni en Europa», concluye, dando por rotas todas las convicciones que ha repetido incansablemente desde que se hizo president, en enero de 2016.

Pese a esta actitud, Puigdemont dice que su libro «es optimista, sino no lo habría escrito». Pero insiste en que «para ser optimistas tenemos que ser conscientes de la realidad», y está dispuesto a asumir la responsabilidad «que toque». «Eludir la responsabilidad haciendo un clamor por la unidad no sería correcto por mi parte. Constatamos que la gente nos pregunta por qué no estamos más unidos, y el hecho de que lo hagan es un indicativo que algo no se ha hecho bien».

Puigdemont propone la «confrontación no violenta»

El acuerdo de Junts per Catalunya (JxCat) con el PSC en la Diputación de Barcelona terminó por inspirar a Puigdemont, que en su nuevo libro responsabiliza del pacto a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y su deriva por la desunión. «La diferencia con hace unos meses es que ahora tenemos los resultados de la teoría de la desunión, de los que decían que por separado sería mejor para el país y que es lo que se ha impuesto. ¿Y estamos mejor o peor? La sensación es que algo no hemos hecho bien y tenemos que enderezarlo», defendió en la entrevista.

Puigdemont, finalmente, teme que esta desunión que nota en el independentismo termine por hacer vencedor al Estado español en su misión de neutralizar la causa. Ante las grietas del soberanismo, el líder fugado propone la «confrontación no violenta». «Si queremos continuar aspirando a ser un estado reconocido e independiente, hemos de pasar por una fase de confrontación», manifestó. «El 1-O fue una confrontación, un choque entre dos percepciones de cómo es el conflicto» y «al final de una confrontación, siempre hay una negociación y diálogo», añadió.

Si antes de las elecciones europeas del 26-M Puigdemont decía que «deberá haber diálogo sí o sí», ya no lo recuerda. Creyó alguna vez en los resultados de dialogar, asegura, pero tras hacer «absolutamente todo para dar una oportunidad» a la negociación con el Estado español, pide al independentismo «ser justos y honestos y decir que no ha cambiado absolutamente nada». «No hay que insistir más en este camino, porque no hay salida», apostilló, en el momento más derrotista de toda la conversación con el diario catalán.

Sobre la deriva «antipartidos» de la Assemblea Nacional Catalana, Puigdemont se suscribió a la percepción de ERC, afirmando que le parecería «preocupante que hubiera una deriva antipolítica» por parte de la entidad separatista, que minimizó el papel de los partidos en la próxima Diada, sulfurando a los representantes de Esquerra. No se suscribe a ERC sin también lanzar piedras: «Aprovecho para señalar que esta es una de las consecuencias de la teoría de la desunión. Todos los que la han sembrado no se pueden sorprender que ahora haya gente que haga lo mismo».

La entrevista acaba con otro sujeto que ha decepcionado a Puigdemont: Europa. Pese a creer que llevar la causa independentista a la Unión Europea resolvería todos sus problemas, ahora está convencido de hay una «dependencia extrema de algunos estados poderosos, y España es uno de ellos». «Esta no es la mejor idea de Europa que tenemos el conjunto de ciudadanos europeos», lamentó, aunque todavía cree que «hay un camino internacional para una Cataluña independiente», lo único en lo que todavía se mantiene relativamente optimista.

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