Quim Torra deja las cuentas en manos de los comunes

Aragonès activa los contactos por el presupuesto con el PSC de uñas con el president y una CUP escéptica que avisa que la negociación empieza "con mal pie"

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Los presupuestos de 2020 son el nuevo hilo conductor del govern de Quim Torra, al menos a la espera de la sentencia del Supremo en la causa del procés y de consensuar esa pretendida respuesta unitaria a la misma que hasta la fecha no ha habido manera de conensuar. 

Este miércoles, el govern activó los altavoces para empezar a vender el inicio de unas negociaciones que arrancan la semana que viene. Así, difundió que el gasto que prevé el primer borrador de las cuentas será de 2.500 millones de euros más que en las últimas aprobadas, las de 2017, y superior en 795 millones al que constaba en el anteproyecto de presupuestos de este 2019, que finalmente se quedó en el cajón por falta de apoyos.

Catalunya Ràdio y Rac-1 avanzaron el dato, y también que el incremento presupuestario se destinará principalmente a políticas sociales, sin mucha más concreción. El govern también dio el pistoletazo de salida de la ronda de contactos del departamento de Economía  que encabeza el vicepresidente y hombre fuerte de ERC en el govern, Pere Aragonès, con las fuerzas políticas, anunciando para este mismo miércoles las primeras dos reuniones.

Claro que se trataba de dos encuentros con JxCat y la propia Esquerra, las dos formaciones que integran el ejecutivo catalán, lo que evidencia la dimensión eminentemente propagandística del anuncio. En realidad, lo que ya había avanzado es que la ronda de contactos arrancará la semana que viene. Pero sigue sin haber fechas confirmadas. 

El PSC, del brazo tendido al portazo a Torra

En todo caso, la Generalitat juega con tres posibles socios. O, mejor dicho, jugaba a finales de julio. Entonces, Torra se encontró con la predisposición no solo de los comunes, la única formación con la que llegó a negociar las finalmente malogradas cuentas de este 2019, sino también de la CUP, que hace unos meses le dio portazo a las primeras de cambio y a la que lanzó varios guiños, e incluso del PSC, que tendió la mano a Torra en un gesto enmarcado en la política de desinflamación por la que aboga el líder socialista, Miquel Iceta.

Pero la arenga de Torra la semana pasada en Prada de Conflent, donde volvió a alinearse con su antecesor, Carles Puigdemont, y abogó por la «confrontación» con el Estado como única vía para el independentismo, y el anuncio de Aragonès de llevar al gobierno de Pedro Sánchez a los tribunales por impago comportó la retirada de la oferta del PSC.

Este mismo miércoles, el socialista Ferran Pedret insistió en supeditar una negociación presupuestaria a la renuncia a la apuesta de Torra por el choque institucional. Y teniendo en cuenta que el president retoma este jueves su ronda de contactos para consensuar la respuesta a la sentencia con un encuentro con la Crida Nacional per la República, el nuevo artefacto político de Puigdemont que él mismo ayudó a impulsar, no parece que la petición de Iceta vaya a ser atendida.

Y tampoco es que entre los socios que integran el govern se cuente con un eventual apoyo del PSC a las cuentas, precisamente. De hecho, entrevistado en Europa Press, el presidente del Pdecat, David Bonvehí, consideraba que negociar los presupuestos con los socialistas «no es lo deseable». «Veo más factible otras opciones», remataba Bonvehí, que se definió como «antisocialista».

La CUP, escéptica

¿Y la CUP? Ya advirtió la formación antisistema a Torra que solo le avalará las cuentas si comportan avances en clave independentista, y que, por más retórica republicana que despliegue Torra, eso tendría que significar «un giro de 180 grados»en las políticas del govern.

Los cuperos, que tienen cita con Aragonès el martes que viene, 3 de septiembre, no compran tampoco la arenga de Torra en Prada porque no se la creen, y reaccionaron mal al globo sonda lanzado este miércoles sobre el aumento del gasto previsto en el borrador. «Más rigor y menos propaganda, menos vender humo y menos actos de campaña», reclamó la diputada Maria Sirvent, que advirtió que la cuenta atrás prespuestaria arranca «con mal pie».

Los comunes, cautelosos

Así las cosas, y salvo giro copernicano, Torra y Aragonès se ven abocados a volver a depender de los comunes, que tampoco están por la labor de dar cuello a un ejecutivo al que, como el resto de la oposición, consideran instalado en la parálisis.

De todos modos, de momento no cierran ninguna puerta. «Diálogo sincero para acabar con los recortes, sí. Campañas publicitarias de Aragonès, no. Cheques en blanco para la precampaña electoral de Aragonès, no», dijo el diputado David Cid, responsable económico de Catalunya en Comú Podem (CECP), también citado por el vicepresident la semana que viene.

Los comunes consideran que si los 795 millones de más anunciados corresponden realmente a inversión nueva supondrían una cifra «muy importante», pero, a la espera de poder consultar el borrador presupuestario, cogen con pinzas los datos avanzados. Tienen un precedente que recomienda esas cautelas: uno de los puntos en los que encalló definitivamente la negociación de las cuentas de 2019 fue que parte de los cerca de 1.600 millones vendidos por el govern como incremento de gasto correspondían a partidas ya comprometidas previamente, con lo que en realidad no suponían un aumento neto del gasto social.

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