Rajoy alienta un pacto de PP y PSOE

Las voces del PP partidarias de alcanzar un acuerdo con Pedro Sánchez se multiplican en busca de una alternativa a la alianza de PSOE y Podemos

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Dirigentes del PP continúan dando su particular batalla para que Pedro Sánchez desista de su alianza con Pablo Iglesias y se incline por Pablo Casado.

Algunos como Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia, y Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León, Cayetana Álvarez de Toledo y Alfonso Alonso no han tenido inconveniente en expresar en público su apuesta por una alianza de PSOE y PP, mientras que otros como Mariano Rajoy han hecho llegar de forma privada esa misma opinión a Casado. 

Rajoy es de los partidarios de que el PP se preste a un acuerdo de investidura y de gobernabilidad con el PSOE, puesto que ve con enorme preocupación el plan de Sánchez de dejar la suerte del Gobierno de España en manos de Podemos y de una larga lista de independentistas y regionalistas (de ERC a Teruel Existe).

El debate en el PP es intenso, tanto a nivel nacional como a nivel autonómico. Mientras que hay sectores, como los mencionados, que abogan por el entendimiento con Sánchez, otros consideran que sería un suicidio faciltar la gobernabilidad al PSOE, ya que sería tanto como dejar expedito el terreno de la oposición a Vox. Estos últimos recibieron con alivio el acuerdo de Sánchez e Iglesias, ya que se vieron libres de pies y manos para iniciar una oposición implacable contra la deriva populista del PSOE y contra sus futuras cesiones al soberanismo.

El episodio de ‘La Plaza’ de esta semana analiza los primeros pasos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tras su acuerdo para gobernar

Los sectores que promueven una alianza con el PSOE no temen por Vox porque están convencidos de que la amenaza de Ciudadanos ha desaparecido y de que están en condiciones de fagocitar al partido naranja, sea a través de España Suma o sea a través de incorporar al PP a algunas de sus figuras.

Dirigentes del PP no salen de su asombro viendo los errores de Albert Rivera durante los últimos meses. «Podía haber exigido alguna alcaldía o alguna presidencia regional después de las municipales y autonómicas de mayo porque hicimos varios acuerdos de gobierno con Cs. Pero no quiso porque no quiso que emergiera ningún barón en el partido que le hiciese sombra», analizan.

Sea como fuere, nada hace pensar que Sánchez vaya a intentar en estos momentos un viraje hacia el PP. La instrucción que ha dado a sus negociadores es acelerar las conversaciones con la larga lista de socios soberanistas y regionalistas que necesita en busca de su investidura.

Pero Sánchez no las tiene todas consigo para que le salgan los números por el lado de la izquierda y los independentistas, de los que depende absolutamente. Aunque cuenta con Iglesias, que se va a vaciar en busca de los apoyos necesarios porque sólo así se convertirá en vicepresidente del Gobierno.

Sánchez y el peaje de ERC

Para que al presidente cuadren las cuentas de PSOE y Podemos, es necesario que ERC se abstenga en la votación de investidura. Los de Oriol Junqueras ya lo hicieron en la segunda vuelta en julio. Pero Esquerra se sabe clave, y tensará la cuerda de las exigencias ahora que es objeto de deseo.

Así se lo dejó claro Gabriel Rufián a Adriana Lastra el jueves en el primer contacto entre los socialistas y los republicanos. Y el viernes, Esquerra y JxCat intercambiaron llamamientos para reunirse a la busca de una postura consensuada –que no se dio hace cuatro meses, cuando los posconvergentes votaron en contra de Sánchez–.

Los de Carles Puigdemont pretenden además incluir en ese consenso a la CUP, en lo que puede interpretarse como un intento de arrastrar a Esquerra al no, porque los antisistema ya han dejado claro que no piensan facilitar la gobernabilidad, dando a entender que su no a la investidura es inamovible.

La competencia entre independentistas no es precisamente una buena noticia para Sánchez, que no ha logrado sellar en ningún momento ninguna alianza fiable con ERC, presuntamente el partido soberanista más dispuesto a realizar planteamientos pragmáticos.

El PP sigue con atención la situación, consciente de que las frágiles alianzas que explora el presidente en funciones pueden acabar devolviendo la pelota a su tejado.

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