Rajoy exhibe su fortaleza con Soraya y De Guindos al frente

Mantiene la confianza en su núcleo duro, aunque tenga sólo 137 diputados, con la duda de conocer la evolución del PSOE, pero con el poder de convocar elecciones a partir de mayo del próximo año

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La psicología tiene un espacio menor en el análisis político. Pero en el caso de Mariano Rajoy es fundamental. El presidente del Gobierno y líder del PP es enemigo de los cambios inesperados, y ha exhibido toda su fortaleza con la elección de los miembros de su gobierno. Lo ha hecho fiel a sí mismo, con dos piezas esenciales, Soraya Sáenz de Santamaría, que asume la vicepresidencia del Gobierno, con el ministerio de Presidencia y para las Administraciones Públicas, y Luis de Guindos, que se responsabiliza de nuevo de Economía, pero también de Industria y Competitividad.

Rajoy confía en ese núcleo duro, al que se debe añadir Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación y portavoz del Gobierno, para gobernar en una legislatura muy complicada, con sólo 137 diputados. Lejos de buscar alguna figura independiente, que pudiera recibir el aplauso de los socialistas, o de Ciudadanos, o del soberanismo catalán, Rajoy considera que puede afrontar el día a día con ministros de su entera confianza, del PP, con un marcado carácter continuista, consciente, eso sí, de que deberá pelear cada ley y cada posible reforma en el Congreso.

Achicar el terreno de juego

¿Será suficiente? Rajoy ha logrado algo impensable hace sólo unas semanas, cuando el PSOE se desangraba para decidir si se abstenía o rechazaba su investidura. Ha achicado los espacios, el terreno de juego. Porque, una vez investido presidente, cuenta con un arma muy poderosa: será él, y sólo él, quien tenga la llave para convocar unas nuevas elecciones, a partir de mayo de 2017 –cuando se cumple un año desde la disolución de las Cortes, como marca la ley– y podrá acusar a sus adversarios políticos de no haberle dejado gobernar.

Aunque no sea esa la intención de Rajoy, con el propósito de alargar la legistura al máximo, sabe que tiene esa posibilidad, y eso condiciona a Ciudadanos, y al PSOE, que tardará en rehacerse tras la ruptura interna que ha sufrido.

Las piezas de Rajoy son claras. La apuesta por Soraya es decisiva. Le ha resultado eficaz, y no quiere prescindir de sus servicios. Al revés. Asciende a Soraya en un gobierno que podría ser el suyo en la próxima legislatura, algo así como el último ejecutivo de Rajoy, y el primero de Sáenz de Santamaría. Pero no se lo da todo. Rajoy le ha restado la portavocía del Gobierno, que pasa a Méndez de Vigo, que tiene una gran responsabilidad: la posibilidad de reformar las leyes educativas, junto a Ciudadanos y los socialistas.

Equilibrio interno, pero gana Soraya

Respecto a la cuestión interna del PP, que Rajoy sabe cuidar, el presidente del Gobierno ha situado a María Dolores de Cospedal al frente de Defensa. El precedente de situar a una mujer en ese cargo, por primera vez, lo protagonizó Carme Chacón, de la mano de Rodríguez Zapatero. Es importante y supone un reconocimiento para la secretaria general del PP, que ha aguantado con todos los casos de corrupción, que fueron anteriores a su acceso al cargo orgánico. Ese equilibrio, existente, tampoco es exacto, porque la apuesta por Soraya es total, llamada a ser la interlocutora de las comunidades autónomas, y, especialmente, de Cataluña, al ser la titular de Administraciones Territoriales.

Si el flanco político está cubierto, Rajoy no ha querido tampoco desmantelar el económico, en un momento, pese a las exigencias de Bruselas para cumplir con el déficit, en el que la economía española sigue creciendo. Y De Guindos es el hombre, pese a las reticencias que causó la publicación de su libro, España Amenazada. El ministro de Economía deberá seguir lidiando con Cristóbal Montoro, titular de Hacienda y Función Pública, pero éste pierde la responsabilidad de Administraciones Territoriales, en manos de Soraya.

Se trata de un ejecutivo que muestra la confianza de Rajoy en sus propio horizonte político. Sus dudas se centran en la evolución del PSOE, porque el líder del PP querría contar con los socialistas en las grandes cuestiones de la legislatura, como la reforma de las pensiones.

Acuerdo con Ciudadanos, esperando al PSOE

Rajoy tiene suscrito un acuerdo con Ciudadanos, que este mismo jueves le recordó su portavoz, Juan Carlos Girauta, con medidas como la supresión de la condición de aforado o la imposibilidad de conceder indultos a los encausados por corrupción. No ha descuidado esa relación con el partido de Albert Rivera, y mantiene a Fátima Báñez en el ministerio de Empleo y Seguridad Social, una pieza esencial en el PP, que negoció con Ciudadanos el acuerdo de investidura, y con la que mantiene buenas relaciones. Pero su mirada sigue dirigida hacia el PSOE, que está en manos de una gestora, y que necesita reafirmar, a corto plazo, el papel de partido de la oposición, tras la decisión de abstenerse en la investidura.

De cómo evolucione el PSOE podría depender una reacción de Rajoy, con un gabinete más abierto, pero eso ya llegará. Su idea es contar con ese núcleo duro, que cohesiona a su partido –aunque nadie le replica nada después de llegar de nuevo a la Moncloa– y hacer «lo que hay que hacer», según una de sus expresiones favoritas.

Firmeza con Cataluña

¿El tema catalán? Pocas concesiones. Por un lado, De Guindos para mantener a flote el flujo de liquidez, mientras se afronta un nuevo modelo de financiación autonómica. Por otro, Sáenz de Santamaría buscando acuerdos en los conflictos competenciales y firme ante el referéndum que reclama el presidente Carles Puigdemont. Y esperar a ver si el Gobierno catalán estará dispuesto a llegar hasta el conflicto institucional con todas las consecuencias. ¿Será eso suficiente? Por el momento, Rajoy no quiere dar otra impresión.

Con el objetivo más situado en el PP catalán, que en un posible interlocutor con Cataluña, Rajoy ha nombrado a Dolors Montserrat como ministra de Sanidad. Fue vicepresidenta tercera de la Mesa del Congreso, es miembro del comité ejecutivo del PP catalán, e hija de Dolors Montserrat, una de las dirigentes más veteranas del partido en Cataluña.

Con la salida de Jorge Fernández Díaz, como ministro de Interior –y que sí era una «bestia negra» para los independentistas, en palabras de Xavier García-Albiol, el dirigente del PP catalán— Rajoy necesitaba esa pata del partido en el Gobierno, y entiende que Montserrat puede ser una buena opción.

Hombres de Soraya

El resto del ejecutivo, son piezas escogidas para cada responsabilidad. Destaca la elección de Alfonso Dastis, un diplomático de carrera para el ministerio de Exteriores, con mucha experiencia en los asuntos relacionados con la Unión Europea. Rajoy cubre el flanco que deja García-Margallo, pero con un perfil menos político, en un momento en el que España ha perdido peso en las instituciones europeas.

La influencia de Soraya se comprueba, de nuevo, con el nombramiento de Álvaro Nadal, un hombre de su confianza, que Rajoy ha colocado al frente del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital.

Un gobierno de Rajoy, para Rajoy, pero también para Soraya. La cuestión es si podrá gobernar con todos esos mimbres sin grandes sobresaltos, aunque sólo tenga 137 diputados en el Congreso.

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