Vila desvela que tan siquiera Puigdemont creía en sus planes de ruptura

El Govern cedió a la aprobación de la infame ley de la 'desconexión' de España ante la presión de las entidades soberanistas

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Santi Vila ha abierto el baúl de los recuerdos y ha desvelado el fracaso del Govern de Carles Puigdemont en las fatídicas sesiones parlamentarias del 6 y el 7 de septiembre de 2017, que abrieron el camino al referéndum ilegal del 1 de octubre. El expresidente autonómico no estaba satisfecho con la forzada tramitación de la ley del referéndum avalada el 6 de septiembre e incluso quiso frenar la ley de transitoriedad jurídica, pero su resistencia fue vencida por la presión de las entidades soberanistas y por la determinación de Marta Rovira para encender la mecha del «procés» sin importar las consecuencias.

Según el relato de Vila, la ley del referéndum generó tensión en la Cámara catalana y, esa noche, «los más sensatos» tomaron conciencia de que «eso no se podía repetir al día siguiente con la ley de transitoriedad» (o, lo que era lo mismo, la «desconexión» de España). «La otra ley, que estaba muy mal hecha, que no resistía el contraste de personas mínimamente formadas, nos ruborizaba mucho a todos», comentó, en declaraciones a El Periódico, el exconsejero de Empresa que dimitió a finales de octubre de 2017 a la luz de sus diferencias con el Ejecutivo catalán.

«La misma noche de la ley del referéndum, antes de que se siga adelante con el debate sobre la siguiente norma, (Puigdemont) nos manifiesta a muchos que no ve la ley», recordó Vila. La ley de transitoriedad, ahora extinta, era «una iniciativa del Parlament muy desgraciada, hecha por gente de perfil muy bajo», según parafraseó Vila a Puigdemont. «Hemos de hacer lo posible y más para que no progrese», habría indicado el ex president la noche del 6 de septiembre, después de aprobada la ley del referéndum.

Vila: «Perdimos el control de las circunstancias»

El entorno de Puigdemont amaneció el 7 de septiembre con la confianza de que la infame ley no se tramitaría. Incluso minutos antes de que Rovira manifestara que el pleno se celebraría, Vila había puesto en marcha –o eso creía– la orden de frenar la acción parlamentaria, por lo que la decisión de la diputada republicana le tomó por sorpresa. «De nuevo nos falló la presión del entorno», explicó el exconsejero.

«Hay una presión muy fuerte de las entidades vinculadas al ‘procés’ y de algunos agentes que tensionan y tensan mucho el momento de decidir. Recuerdo la mañana de esa sesión, cuando el president y cuadros del Govern, de ERC y del Pdecat, dimos por decidido que esa no era una ley que se tramitara, y todavía menos que no se pudiera incorporar ninguna enmienda. Horas más tarde, de nuevo perdíamos el control de las circunstancias», dijo Vila.

El separatismo procedió a forzar la interpretación legal para aprobar sus planes sin que mediara debate alguno, obligando al bloque no independentista a tirar de todo tipo de tretas para bloquear sus planes. Esas jornadas de septiembre de 2017 son hoy recordadas como el punto de partida del mayor desafío secesionista en la comunidad autónoma, del que aún quedan pendientes más de 20 recursos de la oposición pendientes de pronunciamiento por parte del Tribunal Constitucional.

«Hay cosas que se pueden hacer mejor en la vida», manifestó un diputado de la mayoría al recordar los días 6 y 7 de hace un año. Ya el Govern de Puigdemont reconocía el error desde antes de permitirlo, condicionado por la presión de la garra de las entidades soberanistas, capaz de cambiar los planes del Ejecutivo catalán en cuestión de minutos.

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