La facción independentista enreda la elección del candidato anti-Colau

La desorientación y las maniobras de Puigdemont dilatan la concreción de candidaturas independentistas para intentar el asalto a la alcaldía de Barcelona

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La restructuración del Pdecat y el conjunto del espacio político independentista vertebrado en torno a la figura del expresidente catalán Carles Puigdemont  mantiene en el aire las candidaturas y la identidad de los alcaldables que desde esa porción del espectro ideológico acabarán disputándole la alcaldía de Barcelona a Ada Colau, a nueve meses de las municipales de mayo de 2019.

Para ver cómo acaba ordenándose esa oposición electoral en clave soberanista a Colau y Barcelona en Comú habrá que esperar aún a la concatenación de acontecimientos previstos para el próximo otoño.

Será entonces cuando se acabará de estructurar la Crida Nacional per la República, con la que Puigdemont quiere agrupar al grueso del independentismo bajo su tutela; cuando se concretará la forma en que el Pdecat se integrará en la Crida; cuando se sabrá si funciona o no la opa puigdemontista sobre ERC, y cuando se celebrarán las primarias abiertas con las que el filósofo Jordi Graupera aspiraba a configurar una lista única independentista, y que se han convocado pese a que hasta ahora los partidos les han dado la espalda.

Desorientación independentista

La situación ejemplifica la desorientación y las divisiones en las que está instalado el independentismo en los últimos meses. Tanto el Pdecat como ERC tienen ya nombrados a sus alcaldables: en el caso de los de Oriol Junqueras, su actual jefe de filas en el Ayuntamiento, Alfred Bosch. En el de los postconvergentes, Neus Munté, que le ganó las primarias del partido al puigdemontista Carles Agustí. Pero no está nada claro si serán ellos quienes finalmente aspiren a la alcaldía.

Quien más complicado lo tiene es Munté. La alcaldable, ungida antes de que la cúpula del Pdecat fuera renovada al gusto de Puigdemont, se desmarcó del unilateralismo que caracterizó el final de la legislatura pasada y dejó el gobierno catalán dos meses y medio antes del 1-O. No es, pues, santo de la devoción del expresident, que pretende que la Crida presente a un candidato de fuera del partido heredero de la antigua Convergència.

Graupera, Mascarell, Rahola

En un primer momento, sonó el nombre de Graupera, que, además de con los líderes municipales de las formaciones soberanistas, también se reunió con Puigdemont para venderle su proyecto de primarias abiertas. Pero el que ha cobrado fuerza la última semana es el de Ferran Mascarell.

El exconseller ya se había postulado en abril, fue uno de los encargados de leer el manifiesto fundacional de la Crida y dice haber hablado con Puigdemont de la lista por Barcelona. Pero nada es seguro. Y, de hecho, aún hay que añadir otro nombre: el de Pilar Rahola. La opinadora, que ya dijo en mayo que JpC la había sondeado como alcaldable y que había rechazado la oferta, vuelve a sonar. Según publicó el viernes La Razón, Puigdemont le ha insistido y ella se lo está pensando.

Graupera, pese a que ningún partido se ha sumado a su propuesta, ya ha puesto fecha a sus primarias

Ante el magma de nombres, Munté trata de tener tanta presencia mediática como le sea posible. Se deja ver en el Ayuntamiento –en la comisión que esta semana reprobó a Colau por su gestión en temas de civismo y la seguridad–, y cuando se le pregunta insiste en que tiene muy buena relación con Mascarell y que está abierta a propuestas, pero también en que ella sigue siendo la candidata del Pdecat. Pero pocos, por no decir nadie, en el espacio neoconvergente apuestan a estas alturas porque llegue como alcaldable a las elecciones.

Graupera, a su vez, persevera y, pese a que hasta ahora ningún partido se ha sumado a su propuesta de configurar una lista independentista conjunta, ya ha puesto fecha a sus primarias: el 23 de noviembre. Si bien los candidatos tienen que inscribirse el 30 de septiembre, y eso podría ser justo antes de la convención fundacional de la Crida, que Puigdemont quiere celebrar en torno al 1-O.

ERC trata de mantenerse al margen

ERC y su alcaldable Alfred Bosch miran todos esos movimientos con distancia. Los de Junqueras, tras la experiencia de Junts pel Sí, no quieren volver a integrarse bajo el mismo paraguas con lo que llaman “el espacio de centroderecha” independentista. Otra cosa es si serán capaces de resistir el pressing.

Si lo hacen y Graupera sigue solo y a la suya, el resultado podría acabar siendo el contrario a esa lista única independentista para batir a Colau por la que claman tanto el filósofo como el puigdemontismo: una mayor atomización de la oferta soberanista. A estas alturas y con semejante maraña por desenredar, todo es aún posible.

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