Blanca García, experta en nutrición, desvela la verdad sobre el agua con gas: «podría cambiar tu digestión»
La nutricionista ha revelado los efectos positivos del agua con gas, a la vez que ha desmontado varios mitos

¿Y si cambiar el agua normal por agua con gas pudiera mejorar tu digestión? La nutricionista Blanca García ha explicado, en declaraciones recogidas por The Objective, que este simple gesto podría tener efectos visibles en el cuerpo en cuestión de minutos. Asimismo lo ha reconocido en una entrevista reciente con el citado medio, en la que ha hablado de todos los mitos y realidades sobre esta bebida.
Y es que según ha afirmado la experta, por el contrario a lo que muchos piensan, el agua carbonatada no es una moda pasajera ni un truco milagroso, sino una opción saludable que, consumida con moderación, podría contribuir al bienestar digestivo y a una sensación de ligereza tras las comidas.
Una bebida que poco o nada tiene que ver con los refrescos y que puede ser muy beneficiosa para la salud
Es una realidad, tal y como ha afirmado la nutricionista, que las burbujas del agua con gas están ganando popularidad por motivos que van más allá de su sabor o su aspecto sofisticado. Cada vez más personas la eligen como una alternativa sana a los refrescos, especialmente quienes buscan hidratarse sin añadir azúcares ni calorías a su dieta diaria. Un simple hecho que ya lo diferencia de los refrescos.
Uno de los primeros puntos que la nutricionista aclara es la diferencia entre agua con gas, soda, gaseosa y tónica. Aunque puedan parecer similares, no todas son igual de saludables. Y tal y como subraya The Objective, su creciente popularidad se debe tanto a su perfil saludable como a su carácter refrescante y elegante, que la ha llevado a convertirse en una bebida habitual en hogares, restaurantes y entornos de trabajo.
Desde el punto de vista meramente científico, esta bebida tiene bases saludables: la soda suele incorporar sales de sodio o potasio, lo que puede afectar a quienes controlan su presión arterial. La tónica, por su parte, contiene azúcar y quinina, mientras que la gaseosa incluye azúcares o edulcorantes artificiales. El agua con gas, en cambio, mantiene su pureza y transparencia original, lo que la convierte en una opción más limpia y saludable.
Por ello, en sus declaraciones al citado medio, Blanca García destaca que el agua con gas es, en esencia, agua mineral con dióxido de carbono, un gas que puede ser natural o añadido durante el embotellado. Esa efervescencia, más allá de aportar una sensación placentera al paladar, podría influir directamente en el proceso digestivo. Dicho de otra forma, asegura que el agua con gas puede convertirse en una aliada para el bienestar digestivo, siempre que se consuma de manera equilibrada.
Y es que tal y como ha asegurado la nutricionista, las burbujas pueden estimular la secreción de ácidos gástricos, fundamentales para descomponer los alimentos: “Si eres de los que sufre hinchazón después de las comidas, esta podría ser la solución inesperada”. Beber un pequeño vaso antes de una comida copiosa podría facilitar la digestión y reducir la sensación de pesadez, aunque la experta advierte que el consumo excesivo puede tener el efecto contrario, provocando distensión abdominal.
Blanca García desmiente una serie de mitos sobre el agua con gas
Tan ciertas son estas ventajas como que la popularidad de esta bebida ha venido acompañada de numerosos mitos. Uno de los más extendidos, señala García, es que el agua con gas puede aumentar la presión arterial. Sin embargo, esto solo sería cierto si contiene altos niveles de sodio, por lo que recomienda elegir versiones con menos de 20 miligramos por litro para evitar cualquier riesgo.
Otro mito frecuente es que su consumo provoca osteoporosis. La nutricionista aclara que esta creencia nace de la confusión con refrescos carbonatados que contienen ácido fosfórico, una sustancia que sí puede afectar a la salud ósea. En cambio, el agua con gas no contiene este componente, por lo que no representa ningún peligro para los huesos.
Además, al no tener calorías, azúcares ni aditivos, se presenta como una alternativa saludable frente a las bebidas procesadas. Su composición sencilla la convierte en una opción ideal para quienes buscan cuidarse sin renunciar al sabor o a la sensación refrescante que proporcionan sus burbujas.
Otra de las grandes dudas que existe respecto a esta bebida gira en torno a su utilidad para adelgazar. Y lo cierto, tal y como ha afirmado García, a pesar de que no se trata de un método para adelgazar, García señala que el agua con gas puede generar una ligera sensación de saciedad, lo que ayuda a reducir el apetito y controlar la cantidad de comida ingerida.
Algunos estudios respaldan esta observación, mostrando que beberla antes o durante las comidas podría disminuir la ingesta calórica de forma natural. Eso sí, la nutricionista recalca que no sustituye a una dieta equilibrada ni al ejercicio físico, pero sí puede ser un aliado complementario para quienes desean mantener su peso sin recurrir a bebidas azucaradas o calóricas.
En este sentido, y yendo un paso más allá de su impacto en la salud, el agua con gas se ha convertido también en un símbolo de estilo de vida. Su presencia en brunches, restaurantes y redes sociales refleja su auge como bebida de moda entre quienes combinan el cuidado personal con la búsqueda de placer en los pequeños gestos cotidianos.
Por todo ello, beber agua con gas no solo hidrata, sino que también aporta un momento de placer sensorial, gracias a su burbujeo y su textura ligera. Como concluye The Objective, lo que antes se consideraba una simple variante del agua mineral se ha convertido ahora en una herramienta sencilla para mejorar la digestión, cuidar la línea y disfrutar de una sensación de frescura única.