Servicios de streaming: ¿temporadas completas o entrega por capítulos?

Disney o HBO prefieren por emitir sus series de éxito por capítulos en lugar de por temporadas completas como hace Netflix (por ahora)

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Emitir las series «de golpe», ofreciendo todos los capítulos de una misma temporada, se conoce como binge-watching o en forma de maratón. Es una práctica popularizada por plataformas de streming o de vídeo bajo de manda —en especial por Netflix— y no está exenta de cierto debate acerca de cómo afecta a la cultura televisiva e incluso a la narrativa o a la calidad de las producciones.

Hace unos años y coincidiendo con el lanzamiento en forma de maratón de la serie House of Cards (2013) el profesor Ryan Stoldt afirmaba en su estudio The Behavioral Effects of the Binge-Watching Mediamorphosis que con el binge-watchinglos espectadores afirmaban disfrutar de una «mejor» experiencia a la hora de ver una serie por ser una fórmula que se acomoda «a un hábito preferido» por el público y convertido en «una parte esencial de la cultura de la televisión digital.»

Sin embargo las nuevas plataformas de streaming no acaban de comprar esta fórmula, y series como The Mandalorian, en Disney Plus, y Watchmen, en HBO, están llegando al público mediante la fórmula más tradicional de un episodio después de otro.

Un fórmula para (en teoría) retener al suscriptor durante más tiempo

El motivo es puramente «económico», dice Eric Ravenscraft, «ambos [plataformas] han decidido que los maratones [de series] no son buenos para el negocio.»

Porque aunque sendas fórmulas de difusión dan al espectador la libertad de ver los episodios cuando deseen, bajo demanda, la fórmula de emitir los episodios de uno en uno «da a los suscriptores un motivo para continuar pagado a lo largo del tiempo.»

Y durante ese tiempo hay más probabilidades de que descubran y se enganchen a otras series que prolonguen todavía más su suscripción aun con menos producciones: «el modelo de Disney+ y HBO puede permitir menos inversión y al a vez mantener a los suscriptores por más tiempo.»

En cambio «los suscriptores de Netflix pueden darse un atracón y ver una temporada entera, y cancelar sus suscripción antes de que finalice el fin de semana,» dice Ravenscraft, incluso sin llegar a pagar nada si se aprovecha el período de prueba gratuito.

Ravenscraft también analiza de qué manera la entrega por capítulos prolonga el interés del público a lo largo del tiempo de forma más continuada que con el binge-watching, que por el contrario genera un pico de interés más intenso pero también más breve.

Esta fórmula en el que prevalece la economía sobre la experiencia del espectador, y una competencia creciente, podría obligar a Netflix a replantearse una de sus señas de identidad. O no, porque que el binge-watching favorece un mayor número de producciones y una mayor diversidad de contenidos para alcanzar un público más amplio. Además, «tener acceso a los programas y series de esta forma nueva y en cierto modo abrumadora tampoco significa que sea obligatorio darse el atracón», dicen en SBS.

El otro desafío: evitar que los usuarios compartan contraseñas

Recientemente desde Netflix India bromeaban en cierto modo con la práctica de compartir contraseñas, muy extendida en los servicios de straming, incluyendo Netflix o HBO

Pero «Wall Street no se toma el asunto a broma» porque, dice Ira Fred, esta práctica —la de compartir contraseñas entre familiares y amigos— supone la pérdida potencial de más de 2.000 millones al año solo en el caso de Netflix, que serán 12.000 millones en 2024 en el conjunto de plataformas de straming, según un estudio de Parks Associates citado por Hollywood Reporter.

Se trata de un problema creciente porque —a pesar de ser ilegal, en teoría— para las mayoría de los más jóvenes (el 75,6% de la generación Z) compartir las contraseñas de servicios como Netflix, Amazon Prime o HBO es algo aceptable. Este porcentaje es algo menor entre los milenial (63,4%) y lo es mucho más entre los generación X y los baby boomer (34%.)

En cualquier caso la industria de la televisión en streaming y de servicios de vídeo bajo demanda ya tiene el foco puesto en dificultar de forma conjunta la compartición de contraseñas, por ejemplo incorporando la identificación biométrica —como la huella dactilar— o forzando cambios periódicos de contraseña.

«Un cliente que paga es mejor que un cliente que no paga, pero un cliente que no paga es mejor que ningún cliente», dice Fried. Según un estudio de la firma Cord Cutting el 48% de la audiencia de Netflix que no paga por el servicio accede a los contenidos a través de las cuentas de sus padres, por lo que «quien no paga ahora tal vez sea quien sí pague en el futuro,» añade.

Economía Digital

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