La ‘Gioconda del Prado’ revela los secretos del taller de Da Vinci
La ‘Gioconda del Prado’ no es una copia casual: una exposición en la pinacoteca madrileña desvela los procedimientos de trabajo del taller de Da Vinci

Leonardo y la copia de la Mona Lisa. Foto: Fernando Alvarado | EFE.
En 2012 se descubrió que la obra catalogada con el número 504 en el Museo Nacional del Prado era en realidad una copia de la Gioconda que salió del mismo taller que la original, pintada por uno de los alumnos de Leonardo da Vinci y supervisada por el propio genio.
Pasado el revuelo inicial, que no fue poco, las investigaciones han permitido conocer cómo se trabajaba en el estudio de Da Vinci y asignar al mismo autor la copia de la Santa Ana conservada en el Hammer Museum de los Ángeles y la versión Ganay del Salvator Mundi. Ahora, una exposición en El Prado examina por primera vez en España las prácticas de aprendizaje y producción del taller de Da Vinci.
Copias cara a cara
Bajo el título Leonardo y la copia de Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre la práctica del taller vinciano, la muestra, que podrá verse hasta el 23 de enero en la sala D del edificio Jerónimos, se centra en copias y versiones hechas en el taller de Leonardo, a partir de sus prototipos, en vida del maestro y autorizadas por él.
«La Gioconda del Prado», como ahora comúnmente se la conoce, no es «una copia casual», sino que «forma parte del engranaje docente y de producción del estudio de Da Vinci», explica Ana González Mozo, investigadora del Museo del Prado, y que ha llevado el peso del estudio de la obra de la pinacoteca madrileña desde su descubrimiento.
El taller de Leonardo Da Vinci, explica, era enorme y estaba integrado por numerosos artistas, un «enjambre de alumnos y discípulos», según testimonios de la época, que revoloteaban alrededor del artista mientras él pintaba.
Da Vinci no trabajaba solo: su estudio era un gran taller de artistas y aprendices, un enjambre de alumnos y discípulos
En esta exposición se pueden ver obras de sus mejores alumnos y dos de las copias más famosas de sus cuadros: los de la enigmática Mona Lisa y del controvertido Salvator Mundi.
El alumno aventajado (y anónimo)
Lo que no se ha podido saber, revelan los investigadores, es el nombre del autor de la copia de la Gioconda que atesora el Prado. Sí se sabe, sin embargo, que es el mismo que el del Salvator Mundi procedente de una colección particular que también está en la muestra y que guarda una semejanza asombrosa con la famosa y controvertida obra vendida en Nueva York por 450 millones de dólares con destino a Abu Dhabi.
El pintor de ambas obras debía de ser una persona “muy cercana” a Da Vinci según los datos que arroja la Gioconda madrileña.
Además de las obras, la muestra incluye diferente material gráfico y reflectografías infrarrojas que ayudan a ilustrar las ideas del maestro, cómo las asimilaron sus discípulos y cuáles eran las prácticas que estos seguían para la ejecución de obras.
De hecho, las radiografias de la pieza madrileña revelan varias modificaciones similares a la obra original. Con toda probabilidad se pintaron a la par, por lo que todo apunta a que era una persona “que pasaba mucho tiempo con el maestro”, según la experta.
Cuando copiar no era engañar
La exposición sirve también para analizar el valor de las copias en el Renacimiento, muy alejado del matiz peyorativo que tienen actualmente, según los expertos.
“A veces estaban más cotizadas que las propias obras originales”, ha argumentado Miguel Falomir, director del Prado y jefe del departamento de Pintura Italiana del Renacimiento en el momento en que se descubrió la Gioconda del museo madrileño tras retirar un fondo negro que se había añadido con el paso del tiempo.
La obra, que se encuentra en el museo desde su fundación, como parte de las colecciones reales, siempre estuvo expuesta en sala, lo que da una idea de la calidad de su técnica.
El método con el que los alumnos de Leonardo aprendían a pintar era copiando sí, pero no en el sentido que se entiende ahora, tratando de hacer una imagen idéntica, sino buscando emular cómo se habían resuelto los volúmenes sin perder el estilo de cada uno.
Leonardo, un gran maestro
Las investigaciones de los últimos años también han ayudado a desentrañar cómo era Leonardo Da Vinci en su faceta como maestro. Se ha descubierto, por ejemplo, que las copias que hacían sus discípulos en el taller no solo eran de cuadros en los que trabajaba el propio artista, sino también de cartones -dibujos finales- o incluso de ideas no desarrolladas.
El propio Da Vinci, en ocasiones y según testimonios de la época, «sufría de pincel» por lo que pedía a sus discípulos que pintasen cuadros que después él retocaba
Este último es el caso de Leda, una bella pintura de la Galleria Borghese que se ha incluido en la muestra, también de autor desconocido, y que está hecha a partir de un dibujo muy básico del artista.
En ocasiones también es probable que fuera el propio Da Vinci el promotor de algunos de los cuadros de sus discípulos, según apuntan todos los estudios.
Los estudios recogen testimonios de la época, como el que habla de que el genio en ocasiones “sufría de pincel”; esto es, se bloqueaba y no podía pintar. En algunos casos pedía a los alumnos que lo hicieran.
Así, hay constancia de al menos dos obras realizadas por sus discípulos que el artista habría intervenido a posteriori, en los dos casos copias de La Virgen del huso.
En el caso de la Gioconda del Prado, también tiene modificaciones, pero en este caso no están realizadas por la mano de Da Vinci sino por el mismo y enigmático pintor anónimo. Hubiera sido un gran hito reconocer su huella, reconoce Falomir, “pero no lo vimos entonces (en 2012) y no lo vimos ahora”, concluye.