El mundo que se oculta en un bolso de mano

Puede ser un depósito de cosméticos, celoso guardián de secretos de estado, o en una obra de arte en sí mismo. Una exposición en Londres revela la historia de los bolsos

Un bolso es más que un accesorio. Es el depósito de confidencias y un rosario de elementos que tienen que estar siempre a mano. Su elección, desde la marca al color, es toda una declaración de principios.

De eso se trata la muestra Bags: Inside Out (Bolsos: al derecho y al revés), que desde hace pocos días y hasta el 21 de septiembre se podrá ver en el museo V&A (Victoria & Albert) de Londres.

La muestra recorre el pasado y el presente del bolso de mano. Foto: V&A Museum

Más que una exposición de moda

¿Es una exposición de moda? Sí, pero eso significa arañar la superficie. Es un recorrido por la historia de este artículo desde el siglo XVI a la actualidad, donde en las salas dispuestas en forma de laberinto se exponen 300 bolsos de toda clase de tamaños, diseños y materiales.

Es un viaje que también transita por el mundo del espectáculo y el glamour, y que concluye con una mirada sobre el diseño y la producción de estos artículos.

Fendi Baguette usado por Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York. Foto: V&A Museum

Como un laberinto

Que las salas del museo tengan un recorrido intrincado no es casual: es un guiño al abismo sin fondo en que se convierten los bolsos de mano, donde se revuelve en búsqueda, pongamos, del móvil y aparecen como un géiser toda clase de objetos, desde llaves a pañuelos pasando por paquetes de tabaco y cosméticos…menos el bendito teléfono.

La disposición de laberinto de las salas es un guiño al interior de los bolsos, donde se encuentran toda clase de objetos menos el que uno busca

La primera sección examina el rol de los bolsos como objetos para guardar artículos personales o profesionales.

Por ello el juego entre la cara pública, que puede ser glamourosa como los de Gucci, Prada, Marc Jacobs o Hermès (por citar algunas marcas expuestas) o sencillos artículos comprados en una franquicia, pero lo que importa (como si fuera una metáfora positivista) es el interior.

El Lait de Coco Evening Bag de Karl Lagerfeld. Foto: V&A Museum

Piezas únicas

Así se ven una bolsa bordada usada por Isabel I para guardar el Gran Sello de Inglaterra, un bolso con máscara de gas propiedad de la actual monarca Isabel II durante la Segunda Guerra, la caja roja que usaba Winston Churchill para guardar documentos de Estado y un baúl de Louis Vuitton de principios del siglo XX.

En la segunda parte, llamada Estatus e identidad, se analiza cómo los bolsos formaron parte de la identidad pública de algunas celebridades.

Entre otros, se pueden ver el Hermès Kelly creado por Grace Kelly, el Lady Dior diseñado para Lady Di, el Fendi Baguette que lució Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York y un Louis Vuitton de monogramas dorados diseñado por Marc Jacobs que popularizaron Paris Hilton y Kim Kardashian.

Paris Hilton y Kim Kardashian con bolsos Louis Vuitton. Foto: Getty Images.

Mi bolso, mi mensaje

Más adelante se ve cómo los bolsos también se usaron como plataforma de mensajes y reivindicaciones, como el de 1825 que protestaba contra la esclavitud en EEUU, el creado por Anya Hindmarch contra las bolsas plásticas o el que diseñó la artista y activista Michele Pred con el lema ‘Mi cuerpo – mis asuntos’.

Entre los bolsos se encuentran el que usó Isabel II en la Segunda Guerra para guardar su máscara de gas y el creado por Dior en honor a Lady Di

Por último, se entra en un viaje sobre el proceso de creación de los bolsos, con entrevistas a diseñadores, fabricantes industriales, artesanos y vendedores; con la presentación de artículos de tocador nunca antes vistos.

Bolsa usada por Isabel I y caja de Winston Churchill. Foto V&A Museum

Hay una interesante despliegue de piezas únicas, como la mochila de Stella McCartney para concienciar sobre la depredación de los océanos; el Lait de Coco Evening Bag de Karl Lagerfeld que parece un cartón de leche; el diseñado por Judith Leiber como un huevo de Fabergé y el encantador micro bolso de mano de Lemiere de 1910, con pequeños habitáculos para guardar objetos.

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