‘El velo blanco’, el hotel que lleva la Costa Azul al futuro
El hotel de cinco estrellas diseñado por el estudio Fuksas presenta una serie de volúmenes ondulados, adaptados a la topografía, que parecen un velo de novia al viento

V1 Foto Estudio Fuksas
Cap d’Ail es una pequeña población francesa a un tiro de piedra de Mónaco, un pequeño reducto comprimido entre el macizo rocoso de la Costa Azul y el Mediterráneo.
Desde fines del siglo XIX fue el lugar elegido por aristócratas y grandes fortunas que buscaban estar cerca de la elegancia de Montecarlo, Niza y Cannes pero sin renunciar a la tranquilidad ni a los paisajes de ensueño.
Winston Churchill, Guillaume Apollinaire, André Malraux, Lord Beaverbrook, Greta Garbo, Jean Cocteau y el Príncipe de Gales fueron algunos de sus habitués.
El hotel con forma de velo
En pocos años esta pequeña villa, que apenas supera los 6.000 habitantes permanentes, recibirá un sofisticado regalo con la apertura del futuro hotel de cinco estrellas La Voile Blanche, ‘el velo blanco’, que con un diseño orgánico recuerda a un velo de novia que flota en el viento.
El proyecto de la estructura y el interiorismo pertenece al estudio de Massimiliano y Doriana Fuksas, que buscaron un diseño sostenible, que se adapte a la complicada topografía del lugar, y que destaque con luz propia con una fachada nunca vista.
Un diseño orgánico
El hotel se ubicará entre las vías del ferrocarril SNCF y el Mediterráneo, y consistirá en seis plantas que se extenderán con elegancia acompañando a los acantilados.
Las formas orgánicas, gracias a la distribución de unas planchas de madera blancas, darán la idea de un velo que es agitado por el viento
Además de las habitaciones, en cada nivel se presentará un servicio diferente: en uno se encontrará un spa de grandes dimensiones, en otro un restaurante, y en la planta inferior, un espacio para congresos y convenciones.
En la cuarta planta, por ejemplo, se desplegará una piscina infinita que se confundirá visualmente con el mar, y desde donde se podrá ver las torres de Montecarlo y su puerto deportivo.
Una fachada de vidrio separará a la piscina del restaurante, contiguo a un sector destinado a eventos, un solárium y un jardín con especies autóctonas.
El cañón interior
El interior del hotel está planificado como si fuera un cañón natural, con un atrio de gran amplitud que permitirá el paso de la luz natural a todos los rincones.
A un lado habrá una pared con vegetación y una cascada que llegará desde el piso superior, y el espacio estará cruzado por una serie de pasarelas peatonales transparentes.
El edificio de 13.580 metros cuadrados estará diseñado para que no tenga emisiones contaminantes, y la fachada de madera con sus planchas blancas le dará un efecto de ser una gigantesca escultura orgánica en la que se puede descansar y socializar.