La Ribot reúne en Madrid las obras más importantes de su carrera
‘A escala humana’, que podrá verse en la Sala Alcalá 31, indaga en el papel que desempeña el cuerpo humano en la práctica artística de la bailarina, coreógrafa y artista La Ribot

Laughing Hole, La Ribot, Laughing Hole, (2006). Foto: ©Miguel Azuaga.
Será una de sus exposiciones individuales más importantes y, de hecho, reunirá las grandes obras de sus 20 años de carrera, ya sean espectáculos de danza, vídeos, composiciones fotográficas, objetos o textos con un hilo conductor: el cuerpo humano y su papel, determinante en la práctica de La Ribot.
De hecho, A escala humana es el nombre de esta muestra, comisariada por Olivier Kaeser, con la que la bailarina, coreógrafa y artista madrileña tomará la Sala Alcalá 31 entre el 19 de febrero y el 3 de abril.
Obras en vivo
A través de esta muestra, María José Ribot (Madrid, 1962) o más conocida como La Ribot, cuestiona el valor físico, identitario, social y político del cuerpo humano.
Así, el cuerpo escenificado, el contacto entre cuerpos, la relación del cuerpo con su entorno espacial y arquitectónico, la huella del cuerpo en los objetos y la memoria de los gestos en vídeo o fotografía son los elementos centrales de A escala humana.
La noción de escala también es determinante, ya que las obras se conciben y producen desde y con el cuerpo de la artista o de los intérpretes. Herramientas y accesorios, como las cámaras de vídeo, las cámaras, los trajes o los objetos, se utilizan en función de las posibilidades físicas del cuerpo, sin ninguna otra aportación o artificio externo.
La Sala Alcalá 31 alberga del 19 de febrero al 3 de abril una muestra que indaga en la importancia del cuerpo en la producción artística de La Ribot
El cuerpo es así “abandonado a sí mismo”, y se expresa en toda su riqueza, especialmente a través del movimiento, el gesto, la mirada, la voz, la risa o la escritura.
Obras que incitan a la acción
Las obras, ya sea en forma de espectáculos de danza, vídeos, composiciones fotográficas, objetos o textos, establecen una relación directa, a escala 1:1, con los visitantes/espectadores. Ofrecen así la posibilidad de una relación empática entre los cuerpos ‘observador’ y ‘actuante’, hecha de tensión, cuestionamiento, belleza, fuerza, fragilidad y sentimiento.
De hecho sus obras, oda a la libertad, al valor y a la acción, son un constante “sé tú mismo y lánzate”.
20 años condensados en una muestra
La selección de sus obras más importantes en los últimos 20 años arranca con la pieza Laughing Hole (2006), que abre la exposición. A la vez performance e instalación de 6 horas de duración, es emblemática por sus características transdisciplinares, que incorporan tanto danza, como performance y teatro, como artes visuales y gráficas, todo al servicio de una experiencia colectiva fascinante e inquietante, con un mensaje político mordaz y universal.
Le sigue la videoinstalación Despliegue (2001), que es tanto una retrospectiva como una obra fundacional, ya que, por un lado, condensa los gestos y objetos que alimentaron anteriormente los ocho primeros años de Piezas distinguidas (nombre genérico del proyecto iniciado en 1993), y, por otro, inicia la práctica del «cuerpo-operador», un método de realización en vídeo que utiliza siempre plano secuencia y cámara en mano.
A escala humana reúne además, por primera vez, los tres conjuntos Walk the Chair (2010), Walk the Bastards (2017) y Walk the Authors (2018). Estas obras, compuestas por decenas de sillas plegables de madera utilizadas en teatros ambulantes, están enriquecidas con citas grabadas a fuego en la madera que invitan a los espectadores a manipularlas para descifrar los textos, convirtiéndose así en los intérpretes de estas piezas participativas que invaden el espacio.
Cuadernos y piezas en vivo
En la primera planta podrá verse una gran selección de cuadernos en vitrinas. Verdaderas extensiones del cerebro de la artista desde cuarenta años, estos cuadernos proporcionan una visión íntima y sensible de su forma de pensar, de combinar elementos, de esbozar proyectos, de utilizar referencias y de mezclar el arte y la vida.
También dos piezas en vivo, presentadas a intervalos, que dan a la exposición toda su dimensión coreográfica. Y es que La Ribot, actualmente afincada en Ginebra, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, España en 2015 y León de Oro a la carrera en Biennale Danza di Venezia 2020, se define ante todo como artista de la danza contemporánea, un ámbito que no deja de deconstruir para enriquecerlo.
Las obras son Pièce distinguée Nº45 (2016), una especie de drama íntimo a dúo en el que los protagonistas, elegantemente vestidos, rozándose, luego pintándose meticulosamente, consiguen que todo rastro de sus identidades quede sofocado.
La segunda es un proyecto creado in situ para la muestra, LaBOLA (2022), interpretado por un trío de La Ribot Ensemble, que se basa en el concepto de una permanente transformación y movimiento de los protagonistas, que intercambian ropas, accesorios, objetos, historias, nombres, rostros, identidades, en la dinámica de una «bola» en movimiento, metáfora de un mundo constantemente provisional.