La voluntad que el volcán de La Palma no puede doblegar

El libro ‘Más fuertes que el volcán. La Palma’ no solo cuenta en primera persona la furia de la naturaleza y sus efectos sino también la solidaridad y la cara más humana ante la tragedia

El volcán sigue activo. Pero los palmeros volverán a levantarse. Foto Abián San Gil

Van 75 días, el volcán de La Palma sigue con su furia de dioses coléricos, y no hay síntomas que vaya a detenerse.

Desde aquella tarde del 19 de septiembre en que una columna de cenizas emergió de Cumbre Vieja la historia de esta isla canaria cambió para siempre. Y se sigue escribiendo.

El volcán tiñó a La Palma en un tono del averno. Foto Abián San Gil

Todos hemos aprendido sobre coladas, calderas, erupciones estrombolianas y tubos volcánicos, pero también hay que mantener la atención en las historias de supervivencia, marcadas entre la tragedia y la esperanza, de los habitantes de La Palma.

El libro ‘Más fuertes que el volcán’ (GeoPlaneta) es un recorrido por las diferentes caras que ha causado esta erupción, una obra cuyas ganancias serán donadas al Cabildo de La Palma para ayudar a aliviar la tragedia.

Imágenes que conmueven

Las imágenes del fotógrafo palmero Abián San Gil despiertan toda clase de sentimientos: por ejemplo la fascinación ante las tomas del rojo de la lava expulsada a cientos de metros de alto, el color en tono averno que tiñe los cielos, donde en ocasiones las miradas de los lugareños o científicos a la erupción otorga un marcado contraste.

“Cuando ese día llegó y el fuego y la lava estallaron sobre nuestras cabezas, cambió el mundo”.

Elsa López

Da mucha zozobra y angustia ver cómo la lava arrasa con todo lo que encuentra a su paso, sean viviendas, caminos o plantaciones. Son las mismas impresiones cuando se ve el manto gris de las cenizas tapando todo asomo de vida o civilización, desde juegos infantiles a coches, tumbas, puertas y árboles.

El cocinero José Tomás se abraza con una vecina de La Palma. Foto Abián San Gil

Llamado a la esperanza

En este paisaje insólitamente lunar se ve a los palmeros que con pala en mano ponen todos los esfuerzos para mitigar la destrucción.

Y eso llama a la esperanza. Como en las imágenes que muestran al trabajo del cocinero José Andrés llevando comida para pobladores y rescatistas, a los voluntarios que distribuyen las donaciones de ropa en los gimnasios, a los ganaderos que rescatan a sus cabras y burros de la muerte, a los vecinos que saben que un abrazo a quien perdió todo es lo más valioso que se puede aportar.

La lava devora todo a su paso. Foto Abián San Gil

Vivir la erupción en primera persona

El libro cuenta con textos de Elsa López, probablemente la escritora más conocida y querida de La Palma.

Como tantos palmeros, ella vivió la erupción en carne propia: “cuando ese día llegó y el fuego y la lava estallaron sobre nuestras cabezas, cambió el mundo y, a partir de ese momento, vivimos pendientes del recorrido de los ríos de lava, de las nubes oscuras, del rugido terrible de las explosiones, del dolor de aquellos que iban perdiendo sus casas, sus tierras, el ganado y cada uno de los objetos que contenía sus recuerdos y su memoria”, describe.

En su texto precisa cómo desde incontables generaciones los habitantes de La Palma conviven con el volcán, de que manera se han levantado una y otra vez de su derrotero de obstáculos, los recuerdos de anteriores erupciones y de cómo es el día a día ante la furia de Cumbre Vieja.

“Este volcán no tendrá la última palabra. Los palmeros la tendrán”.

José Andrés

“Los habitantes de esta isla nuestra no son gente llorona ni amarga. Tienen fama, y la tienen bien adquirida, de ser tranquilos, huraños a veces, socarrones siempre y, sobre todo, resistentes al dolor y a la miseria”, dice López.

El manto de las cenizas invade todos los rincones. Foto Abián San Gil

La última palabra es de los palmeros

En su prólogo, el cocinero José Andrés pone nombre y apellido a la gente que descubrió mientras realizaba su tarea voluntaria.

“Sé que gracias a todos estos palmeros que he conocido, y los muchos más que sé que están ahí, este volcán no tendrá la ultima palabra. Los palmeros la tendrán”, dice.

Otras voces que participan de este proyecto solidario son las de Ander Izaguirre, Gabi Martínez y María Sánchez.

Izaguirre, en su texto ‘Aquí le sacan plátanos al infierno’, describe sus impresiones en las visitas a distintos parajes de La Palma y los testimonios de los habitantes que buscan salir adelante mientras que volcán sigue expulsando lavas y cenizas.

“En una semana de caminatas por La Palma sentimos la erosión, la fugacidad, la transformación, el misterio. Sentimos la emoción de rasparle las entrañas al mundo”, apunta.

Van 75 días de la erupción y el volcán no se calma. Foto Abián San Gil

El carácter de la isla

Martínez había escrito hace 21 años El diablo de Timanfaya, en el que precisaba los riesgos volcánicos de las Canarias, obra por la que fue atacado y desprestigiado por asociaciones turísticas y autoridades.

Ahora toma como referencia el plátano La Gran Enana, y lo compara con el espíritu de tenacidad de los pobladores.

“La Gran Enana sintetiza el carácter de tanta gente en la isla y el archipiélago, naturalezas volcánicas que saben mejor que nadie lo que significa respirar el límite, disfrutar de la belleza, recibir heridas, cambiar, renacer. Vivir.”

Cargamento de comida de World Central Kitchen, la organización de José Tomás. Foto Abián San Gil

El ejemplo de la cabra palmera

En ‘Ellas siempre estuvieron aquí’ María Sánchez habla de los animales de la isla, y en particular, de la cabra palmera, especie autóctona con la que se elabora el exquisito queso palmero.

“Mientras esperan a que el volcán calle y terminen los nuevos ríos de lavas y cenizas, ellas saben como nadie que en sus cuerpos se volverán a enredar las semillas y flores

de las plantas de las que se alimentan, siendo de nuevo las guardianas de esta tierra, de toda esta cultura, de todas las vidas que no dejan de sucederse en esta isla bonita”, escribe.

Los palmeros conviven con la furia del Cumbre Vieja. Foto Abián San Gil

Este libro es una producción realizada en un tiempo récord. El objetivo es dar una mano económica, sí; pero también poner rostros a las personas que lo han perdido todo, a los voluntarios, rescatistas y miembros de las fuerzas de seguridad que se dejaron la piel en ayudar, en todos esos palmeros que siguen adelante, con una fuerza de voluntad más fuerte que la de cualquier volcán.

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