Orhan Pamuk, las pestes y los antivacunas: “no puedo comprenderlos”
'Las noches de la peste', el último libro del Nobel Orhan Pamuk, describe una epidemia a principios del s.XX en una isla imaginaria pero con la inquietante analogía con la actualidad

Vuelve Orhan Pamuk y lo hace por la puerta grande, con una de sus obras más ambiciosas (720 páginas) y con un tema que en los últimos dos años se ha convertido en la bisagra que cambió al mundo: las epidemias.
Las noches de la peste (Literatura Random House) se publica este jueves 7 de abril en España (con una versión en catalán) y en Latinoamérica a lo largo de este mes.
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No es un instant book sobre el coronavirus sino el relato de una isla imaginaria del Mediterráneo, “inspirada en Creta”, dijo en la presentación virtual ante la prensa; que queda aislada del mundo en 1901 por la irrupción de la peste bubónica.
Con un poder de premonición que inquieta, Pamuk (ganador del Nobel de Literatura en 2006) había comenzado a escribir la novela en 2016, y la covid-19 lo sorprendió en pleno desarrollo de la historia.
Cuando eso sucedió, describe, descolocó a sus amigos que le preguntaban por qué escribir sobre pandemias cuando ya habían pasado a la historia.
Pamuk había comenzado a escribir su libro sobre la peste bubónica en 1901 tres años antes de la irrupción del coronavirus
“Cuando descubrí que estábamos en una pandemia no borré nada, a lo sumo lo que hice fue reducir las descripciones de la cuarentena; porque vi que todo el mundo sabía como funcionaba. Tuve la sensación de que mi mundo de la novela se convertía en un mundo público”, apunta.
De qué se trata ‘Las noches de la peste’
El libro juega con el recurso del meta relato, usado por escritores como Borges. La voz narradora es la de Mina Minguerli, una historiadora que recoge las cartas de su bisabuela, la princesa Pakize Sultan (sobrina del emperador otomano), esposa de un médico enviado por el gobierno a controlar una epidemia en la isla imaginaria de Minguer.
El objetivo es evitar que la peste bubónica, que había castigado duramente a China y la India a mediados del siglo XIX, se expanda a Minguer y la isla se convierta en la puerta de entrada de la epidemia en el Imperio otomano.
La revuelta política que convierte a la isla de Minger en un estado soberano es una analogía del desmembramiento del Imperio otomano
En la historia se enlaza el crimen de uno de los protagonistas, y como sucedió con la realidad en el siglo XXI, la cuarentena aflora toda clase de resignaciones y rencores que, en el caso de Las noches de la peste, derivan en un alzamiento político que convierte a la isla mediterránea en un estado soberano; una analogía del desmembramiento del imperio liderado por Estambul tras la Primera Guerra Mundial.
La inspiración detrás de la novela
Entre las fuentes para construir su libro Pamuk se inspiró en Diario de la peste de Daniel Defoe (que describe la gran plaga de Londres de 1655), así como en Los novios de Alessandro Manzoni y La peste, de Albert Camus.
“Pensaba que el mío sería el cuarto libro de alguien que habla sobre la peste sin haberla experimentado, pero todo cambió, y la Historia me permitió escribir en una situación de pandemia real”, dice el autor de Mi nombre es Rojo y Nieve.
También recurrió a las memorias de los burócratas imperiales de fines del siglo XIX y los escritos de los médicos británicos que estudiaron las epidemias de China y la India.
Escribir, el Nobel y los antivacunas
Pamuk, quien dijo que para ser escritor se vio influenciado por las obras de Borges, Dostoievski, William Faulkner, Umberto Eco y Gabriel García Márquez, considera que una de las paradojas que más le apasionan de su profesión es “hacer comprensible lo incomprensible”.
Así como en Nieve buscó ponerse en la mente de los terroristas y fundamentalistas, reconoce que con el movimiento antivacunas no hay forma de que pueda comprenderlos. “Hago esfuerzos por entenderlos pero no puedo”, indica.
“Recibir el Nobel me hizo trabajar más y más duramente”.
Orhan Pamuk
El novelista turco niega que el Nobel le haya supuesto una relajación, “recibirlo no fue ningún castigo, fui muy feliz y me hizo trabajar más y más duramente”, apunta; y en el caso de esta novela, le llevó a estar en jornadas de 11 horas o más investigando o escribiendo.
“La gente me preguntaba cómo había pasado el confinamiento. En 48 años que llevo escribiendo novelas siempre estoy en un auto confinamiento”, indica; pero no toma al proceso como algo tortuoso, sino que se siente como un niño que se aísla del mundo mientras juega en la moqueta.
Pamuk afirma que trabaja lentamente. “Encontrar un tema no es problema”, dice, el punto es desarrollarlo. El escritor cuenta con varios cuadernos en los que apunta ideas –se da vuelta y enseña uno de ellos-, y luego sigue el proceso de investigación, de enfocar la historia, organizar los capítulos y avanzar página a página.
“Una novela es como un árbol de 10 mil hojas. Al principio tienes una rama de diez hojas, luego desarrollas la segunda rama, la tercera, haces crecer al tronco. Pero no me quejo, me siento como un niño con sus juguetes”, afirma.
Ser escritor en la Turquía del s.XXI
Las noches de la peste despertó el recelo de las voces más reaccionarias de Turquía, que promovieron una investigación de la fiscalía por supuestos ataques a Mustafá Kemal Atatürk, considerado el padre de la Turquía moderna.
“Pregunté en qué página me burlo o insulto, y no había ninguna, no podían probar nada”, cuenta.
El escritor cree que la investigación se desvanecerá “en los laberintos de la burocracia de Ankara”. Sin embargo advierte que “el gobierno de Erdogan ha acabado con la libertad de expresión. No hay democracia sin libertad de expresión y en Turquía no la hay”.
Pero anticipa un pronóstico del futuro de su país: “creo que Erdogan caerá en las próximas elecciones generales”. A ver si el tiempo le da la razón.