El sueño de viajar sin billete de vuelta

El periodista español Baltasar Montaño hace cinco años que dejó de trabajar y se dedica a viajar por el mundo. Sus crónicas por América y Asia se reflejan en ‘Sin billete de vuelta’

Montaño lleva cinco años viajando por el mundo. Foto Baltasar Montaño

Muchas personas sueñan con pasarse el resto de sus vidas viajando, pero solo un puñado han tenido el coraje de hacerlo sin ser aristócratas o millonarios. Uno de ellos es Baltasar Montaño.

Este periodista nacido en 1971 en La Puebla de Sáncho Pérez (Extremadura) era uno de esos viajeros que sentían que cada vez que se subía a un avión, tomaba un bus o emprendía una larga caminata sentía crecer un gusanillo que luego se transformaba en una obsesión: dedicarse el resto de su vida a recorrer el mundo.

Es la que bautizó como La Gran Decisión.

Dejó el pueblo natal, se instaló en Madrid para estudiar, trabajó en un bar y tuvo una interesante carrera como periodista económico en La Gaceta de los Negocios, Expansión, El Mundo y Voz Pópuli. Pero su meta de vida era otra.

La gran decisión

“Tengo ahora 50 años, hace 15 que tomé la decisión de dejar de trabajar cuando bordease el ecuador de mi vida y hace cinco que lo cumplí”, cuenta Montaño en Sin billete de vuelta (Círculo de Tiza), el libro que recoge muchas de sus experiencias como viajero.

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El libro se centra en dos grandes regiones: el Sudeste Asiático y Latinoamérica. Claro que viajó mucho más por Europa, África, e incluso se tomó un año sabático entre Australia y Nueva Zelandia en 2012 y 2013, pero su nueva vida como trotamundos se centró en esos destinos.

“Tengo ahora 50 años, hace 15 que tomé la decisión de dejar de trabajar cuando bordease el ecuador de mi vida y hace cinco que lo cumplí”.

Baltasar Montaño
Montaño y su moto china por Vietnam. Foto Baltasar Montaño

Retazos de recuerdos

No es precisamente un relato cronológico: Montaño se centra en la descripción de un viaje, de una cultura, de una realidad, y una anécdota basta para ser un puente para saltar a otra región del planeta, como cuando el recuerdo de los árboles en la selva tailandesa se mezclan con las siluetas de las araucarias chilenas y sirve de entrada para relatar sus experiencias por la Patagonia.

“Suelo viajar sin muchos preparativos”, dice Montaño a Tendenciashoy. Claro que hay una planificación, pero deja un gran margen de libertad para conocer tierras, pueblos, paisajes y distancias según los deseos del momento, los dictados del clima, las compañías ocasionales que se generan en los hostels y los autobuses, o la oferta gastronomía y cultural que pueda tener una ciudad y que funciona como una dulce telaraña en la que uno queda envuelto.

Montaño se animó a subir algunas de las cumbres más altas de Sudamérica, compartió bailes y bebidas con los pasajeros que viajaban de pueblo en pueblo por el Amazonas, transitó Vietnam de un lado al otro en una moto china que de milagro no quedó desarmada en el camino, probó alimentos que en este lado del mundo ni queremos saber de qué están hechos, y trató en la medida de lo posible de entablar amistades y convivencias con gente de todos lados, ya sean campesinos de Tailandia, estudiantes de Uruguay, hijos de la selva de Brasil o bohemios de Bogotá.

Es la diferencia entre ser viajero y ser turista.

El viajero español buscó conocer las realidades de sitios fuera del foco turístico. Foto Baltasar Montaño

Cómo vivir viajando

Claro que cabe la pregunta del millón. ¿Cómo se puede vivir viajando? Montaño lo planificó durante años, y la oportunidad de un ERTE le sirvió para montar un modesto tinglado financiero pero suficiente para tener 1.500 euros de ingresos mensuales.

“Lo importante es encontrar una especie de equilibrio para que el fondo de caudales no se evapore”.

Baltasar Montaño

“Todo lo que no pude fundirme en estas aventuras, o viajando por Myanmar, Laos , Camboya, Bolivia o Colombia se volatilizaría por arte de magia nada más pisar países como Australia, Japón, Noruega o Canadá”, explica el autor. “Lo importante es encontrar una especie de equilibrio para que el fondo de caudales no se evapore”, apunta.

Piloteando una pequeña barcaza en Asia. Foto Baltasar Montaño

La llegada del covid

La irrupción del covid lo pilló viajando por México, e in extremis logró salir de Norteamérica y regresar a España, donde tras pasar unos meses en su casa natal se dedicó a escribir el libro. Y desde que se levantaron las restricciones, a viajar por la Península en una furgoneta.

Ahora me encuentro en Asturias”, dice Montaño mientras a lo lejos se escuchan unas gaviotas. Mientras viaja y promociona su obra, va planificando su próximo viaje, las regiones de México que le habían quedado sin ver.

Monjes en Tailandia. Foto Baltasar Montaño

La cuenta pendiente

Pero tiene una cuenta pendiente: “Si no voy a África reviento”, apunta.

Mientras que en América y Asia no tuvo problemas de desplazamiento y prácticamente ningún apuro con las autoridades, sabe que África (sobre todo los países del Sahara y la zona central) es distinto, ya sea por cuestiones de visado o por los riesgos de guerras o secuestros que hay en varias regiones.

“El problema de África es que no tenemos información”, señala. “¿Quién me dice que en Nigeria o Camerún me pueda encontrar con quien no debía y tener problemas? No lo sé”, reflexiona. Y recuerda que “una cosa es viajar sin miedo y otra la imprudencia”.

Imágenes de momentos únicos. Foto Baltasar Montaño

Seguir mientas haya voluntad

Montaño no sabe si seguirá con este plan de vida cinco, diez o quién sabe cuántos años más. Reconoce que en algún momento la mente o el cuerpo le pedirá una tregua. Y en esos momentos recuerda aquellos sitios que lo han seducido para regresar por una larga estancia: “me encantaría parar un año en Mendoza, o pasar en Brasil una temporada”.

Montaño sabe que un cambio radical de vida de ese calibre no es fácil de realizar. Pero considera que en algún momento de la existencia “hay que hacer un parón de lo que se está haciendo y darse un respiro para oxigenarse”.

Su decisión, admito, da un poco de envidia.

a.
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