Por qué este es el aeropuerto más peligroso del mundo

El aeropuerto de Lukla, en Nepal, tiene una pista sumamente corta y cuando termina, hay un abismo. Así es el aeropuerto al que temen todos los pilotos

Un avión a punto de despegar del aeropuerto de Lukla. Foto Petr Meissner – Flickr

Escalar el Everest, o cualquiera de los ochomiles que vigilan el techo del mundo en Nepal, es una experiencia donde el sacrificio dialoga con el riesgo. Y esta experiencia ya se puede considerar como un desafío desde que los montañistas toman un vuelo con destino al aeropuerto de Lukla, considerado el más peligroso del mundo.

Este pequeño aeropuerto suele ser usado como base para las expediciones a la famosa montaña como para los turistas que se animan a llegar a este remoto rincón del pequeño país del Himalaya en búsqueda de experiencias místicas en la cultura budista de la región.

Bautizado con los nombres de Tenzing Norgay y Edmund Hillary -los primeros humanos en coronar el Everest-, los fuertes vientos, la pista extremadamente corta y la muralla de montañas que lo rodean convierten a este aeródromo en duro desafío para los pilotos.

Tras la breve pista solo hay un abismo. Foto Wikipedia

La siniestralidad del aeropuerto

Según las estadísticas que publica Simple Flying, este aeropuerto fue usado por 130.000 pasajeros en el 2019, y su récord fue de 147.000 pasajeros dos años antes.

Desde que fue inaugurado en los años ‘60, el aeropuerto registró siete accidentes fatales que causaron 50 víctimas.

El aeropuerto no tiene radar ni sistemas de navegación: el piloto tiene que confiar en lo que ve desde la cabina

Y podrían ser mucho más, de no ser porque pilotos y operadores suelen cancelar la mitad de los vuelos programados por la mala visibilidad o las condiciones climáticas.

Una pista muy pequeña

El aeropuerto se encuentra en una estrecha franja de tierra donde hay una pista de solo 527 metros de largo. Al ser tan corta, tiene una pendiente del 12% para ayudar a los aviones a reducir la velocidad en cuanto aterrizan, precisa ese portal.

Lograr aterrizar o despegar pone la pericia de los pilotos a prueba: al terminar la pista hay un abismo de 600 metros, por lo que hay una sola oportunidad de hacer las cosas bien.

El aeropuerto no tiene sistemas de navegación o radar, por lo que los pilotos solo pueden confiar en lo que ven desde la cabina.

Solo hay una oportunidad

Debido a que la pista está rodeada por gigantescos macizos de hasta 7.000 metros de altura, el avión que inicia el procedimiento de aterrizaje no puede abortar y dar una vuelta.

Y como si fuera poco, los vientos cruzados son moneda frecuente en el pequeño aeródromo.

Ante condiciones tan complicadas, allí solo operan helicópteros y pequeños aviones a hélice como los De Havilland DHC-6 Twinn Otter, los Pilatus PC-6 Porters, los Dornier Do-228 y los L-410 Turbolets.

El aeropuerto está a 2.881 metros de altura. Foto Frank Kehren-Flickr

Una iniciativa de Hillary

La pista fue construida en los años ’60 a instancias de Edmund Hillary para impulsar las expediciones al Himalaya. Sin embargo, recién en 2011 se pavimentó la cinta de tierra.

Tras la pista de 527 metros, asoma un abismo de 600 metros, por lo que no hay margen de error para los pilotos

Su existencia aligeró notablemente las comunicaciones con la ciudad de Katmandú, a la que se llega tras media hora de vuelo; en vez de las 11 horas de autobús hasta la ciudad de Jiri, y luego una caminata de cinco días hasta Lukla, poblado que solo tiene 500 habitantes.

Sin embargo, a pesar de ser uno de los aeropuertos más peligrosos de mundo, hay quienes dicen que también es uno de los más bellos. Porque su ubicación entre picos de nieves eternas, con las flores púrpuras que rodean la pista y el sonido de los cencerros de los yaks que pastan por las cercanías le dan una estética idílica.

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