Al Ula: viaje a la desconocida ‘Arabia Feliz’

Descubriendo los cimientos de la historia en un majestuoso escenario de Arabia Saudí

Impresionantes tumbas nabateas de Hegra, en Al Ula. Foto: PLRP.

La ‘Arabia Felix’ le llamaban a ésta región al noroeste de Arabía Saudí y paralela al Mar Rojo cuando en la ciudad ancestral de Dadan se unían la Ruta del Incienso y la de la Seda y las caravanas repostaban en sus fértiles oasis para disfrutar del agua, comida, intercambiar productos y contar sus cuitas viajeras en una auténtica explosión de sabores y perfumes.

Aromas a cardamomo, pimienta, anís, te, café, texturas de seda, el humo del incienso y las alforjas llenas de mirra y de oro formaban parte del equipaje en su camino de la India a Egipto.

Dormir en el desierto

Hospedarse en Shaden Resort Al Ula es hacerlo en el desierto, rodeados de esas formaciones de arenisca que caracterizan la zona. No lejos está el yacimiento de Hegra, primer Patrimonio Mundial de la Unesco de Arabia Saudí donde empezar a entrar en detalles sobre una naturaleza que no deja de sorprender.

Tumbas nabateas de Hegra. Foto: PLRP.

Nos subimos al jeep y recorremos Hegra, considerada segunda capital del reino nabateo, después de la jordana Petra, mientras que a izquierda y derecha aparecen las 110 tumbas de los nabateos, 29 de ellas talladas en las caras de la roca de arenisca en Jabal Al Banat.

A Hegra se le considera la segunda capital del reino nabateo, después de la jordana Petra

Hay un grupo italiano, se comenta desde el jeep, al escuchar la familiar lengua que viene de un equipo de la firma Dolce & Gabanna visitando Hegra, llegados a Al Ula para el desfile que tiene lugar en un espacio onírico, Maraya Concert Hall.

Se trata del edificio de espejos más grande del mundo que, ubicado en el cañón del Valle de Ashar, refleja sus horas y colores y se convierte en el más hermoso de los espejismos.

A su vera se distribuyen las tiendas del novísimo hotel Banyan Tree Al Ula. Su color es el de la arena en la que se camuflan. Puertas adentro espera un paraíso de lujo y comodidad, al igual que su vecino de las dunas, Habitas, ejemplo de buen criterio en donde priman las energías sostenibles y un alarde de gusto exclusivo que incluye obras de arte embelleciendo el entorno arenisco y otorgándole su toque de color.

Auditorio de Maraya. Foto: LPRP.

Allí tenemos la ocasión de hablar con un grupo de ciclistas de todo el mundo, pertenecientes a Saudí Tour que tiene lugar esos días en la zona de Al Ula. Nos cuentan lo fascinados que están con paisaje que sí en un principio parece llano, tiene subidas impresionantes como la de Harrat que, por cierto, cuenta con un restaurante pop up cuyo mirador goza de las mejores vistas de Al Ula, los cañones que le rodean y los verdes oasis.

El auditorio Maraya Concert Hall, construido en pleno desierto, es el mayor edificio de espejos del mundo

Afalula transformará Al Ula

Nos encontramos con Nicolas Lefebvre, un hombre afable y cercano al frente del proyecto Afalula, un desarrollo conjunto de Francia y Arabia Saudí para hacer de Al Ula, de aquí a 2035, uno de los lugares más exclusivos y sostenibles dentro de Visión 2030, que concentra los empeños del país por abrirse al turismo.

Junto a la ciudad antigua de AlUla se esta creando un moderno distrito. Foto: PLRP.

Cuenta a Tendenciashoy que Afalula integra en su equipo a arquitectos, arqueólogos, y especialistas en gestión de servicios y equipamientos centrados en las comunidades, así como agua y agricultura. Un proyecto, explica, que situará a Al Ula como uno de los destinos más seductores del mundo, con el foco puesto en la sostenibilidad pero también en la fusión de tradición y vanguardia.

Incluye los mencionados auditorio de Maraya y el barrio de Al Jadidah District, que aloja restaurantes y tiendas de lo más trendy.

Todo lo visto hasta entonces está medido al detalle. Tal es el ejemplo del restaurante Somewhere en Aljadidah, un auténtico osáis con fuentes, palmeras y gastronomía de primera. El delicioso humus, arroz con gambas y especias, y un mojito sin alcohol con frutas y hierbas, son algunas de sus especialidades.

Paisaje de Al Ula. Foto: PLRP.

Allí nos encontramos con una de las arqueólogas que colaboran en el proyecto. En sus ojos se observa el brillo de alguien que es feliz con su trabajo, en este caso la aventura de excavar en la antigua ciudad de Al Ula que, abandonada por sus habitantes en pro de la comodidad, permanece intacta y testimonial.

Para los arqueólogos, la ciudad de Al Ula es un diamante con milenios de historia, diferentes civilizaciones y aún mucho por descubrir

Su misión es la de preservar los restos arqueológicos y asegurar que los futuros hoteles, tiendas y restaurantes no modifiquen la estructura ni el laberíntico trazado original.

Oasis de Al Ula. Foto: PLRP.

Pasado y futuro de Al Ula

Antes de visitar las ruinas de las civilizaciones Dadanita y Lihyanita, el guía turístico Abdullah bin muslah, con un sentido del humor que alegró cada minuto del viaje, nos lleva al oasis de Al Ula, un vergel donde crecen palmeras pero también cítricos, algunos desconocidos para nosotros como aquel cuyo fruto tiene un ligero sabor a manzana, o la naranja pequeña cual aceituna que se puede comer con la piel.

Al entrar en Dadan nos encontramos con los cimientos de la historia de Al Ula, cuando ya los dadanitas sabían como proveerse de agua para esos oasis que hicieron las delicias de los viajeros, cuando esculpieron en las rocas de arenisca tumbas como las famosas de Los Leones en al-Khuvraybah, y cuando construyeron una alberca de 23 m2, probablemente con fines religiosos, en honor a la máxima divinidad entre sus dioses, Dhu Ghaybah.

Tumbas de los Leones en Dadan. Foto: PLRP.

Muy interesante la llamada biblioteca al aire libre donde los lihyanitas dejaron constancia de su vivir en los dibujos y petroglifos que decoran las piedras del más antiguo de los distritos, el de Jabal Ikmah.

Aún cenando en Somewhere, Nicolas cuenta cómo la transformación de Al Ula incluye un tranvía que, con origen en el aeropuerto, conectará los principales puntos a través de cinco estaciones, la última de ellas Hegra. También habrá autobuses eléctricos, caballos y cómo no, paseos en camello.

La penúltima copa, sin alcohol, la tomamos en Circolo, otro de los locales recién abiertos de Aljadidah, lleno hasta arriba, como lo están todos los del renovado distrito.

Petroglifos lihyanitas de Jabal Ikmah. Foto: PLRP.

A vista de pájaro

El paseo en helicóptero no tuvo desperdicio. Desde arriba, las imágenes de las formaciones -el elefante, la seta, el cocodrilo- unidas a la vasta extensión del desierto que, como por arte de magia, termina en verdes oasis, permiten constatar la belleza del sobrecogedor y desconocido escenario.

Un paseo en helicóptero permite divisar el tejado cristalino de Maraya Concert Hall, dunas ondulantes, tumbas nabateas y frondosos palmerales

Otra panorámica muy especial del vuelo la ofrecen los bares, típicos de la zona, con espacios excavados en la arena del desierto o en las piedras del campo, formando oquedades donde se colocan los asientos y los clientes se hunden en el paisaje fumando shisha o disfrutando de un refresco helado.

Las rocas han erosionado dibujando curiosas figuras, como la del elefante. Foto: PLRP.

Ya con los pies en la tierra, Abdullah nos lleva a ver una granja de camellos donde tuvimos la ocasión de probar la leche de camella, dulzona y saludable y que, nos cuentan, incluso hace las veces de insulina.

La noche termina de la forma más hechicera en Gharmeel, un paraje escondido entre rocas místicas de tonos oscuros y formas rectas que, junto con pequeños trozos de cuarzo en el suelo, forma un efecto calidoscópico y es lugar ideal para ver las estrellas.

Con una buena manta por los fríos nocturnos del desierto y sentados entre almohadones observamos a Casiopea, la Osa Mayor, el Cazador… como si estuvieran al alcance de la mano mientras tomamos un amoroso café árabe con cardamomo y miel.

Gharmeel. Foto: PLRP.

a.
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