Chocó Andino: el gran paraíso de la biodiversidad de un pequeño país

Cerca de Quito, en Ecuador, los bosques de Chocó Andino concentran una biodiversidad que sorprende por su abundancia y riqueza

Atardece entre los bosques del Chocó Andino. Foto Turismo de Quito

No es solo un bosque. Es una de las Reservas de la Biósfera más importantes de Sudamérica, lo cual tiene su mérito. Se trata del Chocó Andino, un santuario natural de casi 287.000 hectáreas que se extiende a 45 km al noreste de Quito, la capital de Ecuador, una especie de Edén que se prolonga por sierras tapizadas de una densa vegetación.

Las cifras de su biodiversidad dan cuenta de su magnitud: allí viven 3.200 especies de plantas, 140 de anfibios, 270 de mamíferos y más de 400 de aves.

La región es atravesada por cinco cuencas, donde se despliegan 12 tipos de bosques de los que nueve son protegidos y con seis reservas privadas.

Los muros vegetales

Cuando se camina por los senderos, muchos de ellos antiguas vías de las comunidades nativas, hay que hacer algún esfuerzo para adaptarse a la densa humedad y la altura; pero eso es lo de menos: los ojos no cesan de mirar los gigantescos árboles que se elevan y los arbustos que crean auténticas paredes vegetales a los lados.

Sendero de la reserva de Yunguilla. Foto Turismo de Quito

En el Chocó Andino viven 3.200 especies de plantas, 140 de anfibios, 270 de mamíferos y más de 400 de aves

Al andar se escuchan los cantos y silbidos de toda clase de aves. Fugazmente se puede ver a los colibríes, al carpintero guayaquileño, al cuco hormiguero bandeado o al trogón del chocó, además de tucanes, loros, trepamusgos y clorofonias. El listado puede ser inabarcable.

Especies protegidas

La región es hogar del oso de anteojos, que con mucha suerte se lo puede ver trepando a un árbol o del olinguito (mamífero que recuerda a un mapache, aunque es una especie diferente). También hay pumas, sí, pero es mejor no encontrarse con ellos.

Ese plantígrado, también conocido como oso andino, es una especie protegida en un corredor ecológico creado para su conservación.

El oso de anteojos. Foto Andrés León

Es uno de los tantos proyectos de reservas que hay en estas extensiones, como los que son resguardados por las comunidades de Yunguilla y Nono, que se pueden visitar para conocer su forma de vida y la producción de artesanías; y en donde es posible pasar la noche en casas de familias.

Otras experiencias de ecoturismo responsable se pueden conocer en la Cooperativa Santa Lucía.

Vivir en un cráter

La reserva Geobotánica del Pululahua es uno de los pocos cráteres del mundo donde viven personas permanentemente, que aprovechan la fertilidad de las tierras volcánicas para sus cultivos.

El trogón, una de las especies de aves autóctonas. Foto Andrés Vásquez

Cuando se esté comiendo en el restaurante El Cráter se puede ser testigo del curioso fenómeno que la zona de 13.000 hectáreas está totalmente despejada, y en pocos minutos queda sumergida en una cerrada neblina que impide ver a los pocos metros. Y de repente, otra vez sin nubes.

En el Pululahua el día puede estar despejado, que en pocos minutos es invadido por una niebla cerrada que impide ver a los pocos metros

Desde aquí se pueden realizar varios circuitos de trekking, como los que conducen a los cerros El Chivo y Pondoña, o el que lleva a El Viento, un sendero de brisas más que fuertes. En tanto los ciclistas pueden realizar vertiginosos descensos de 20 km a lo largo del Infiernillo, en la cuenca del río Guayallabamba.

Hortensias silvestres. Foto Turismo de Quito

El bosque de Maquipucuna

Uno de los bosques más densos es el de Maquipucuna, integrado por 5.000 hectáreas de un lodge privado y 14.000 más del área de conservación, que van desde los 900 a los 2.785 metros de altura.

Aquí se concentran 400 especies de aves, el 15% de las especies mamíferos del país y nada menos que 342 clases de orquídeas; que se pueden descubrir en los 40 kilómetros de senderos que atraviesan bosques nubosos y cursos de agua y que también acercan a plantaciones de café.

Río Mashpi. Foto Turismo de Quito

Las paradas recomendadas del Chocó Andino

Si se viaja en coche hacia el Cochó Andino, desde Turismo de Quito sugieren realizar paradas en la Reserva Orchideológica El Pahuma (km52) con sus bonitas cascadas, en Armadillos (km 44) donde se puede probar el café autóctono de la región; en Nanegalito (km 57), convertido en un polo gastronómico donde se sirven hasta truchas y en El Zagal (km 60) que producen un recomendado queso.

El Museo de Sitio Tulipe, a nueve kilómetros de desvío desde el km 60, está enclavado en unas piscinas donde la antigua civilización de los Yumbos realizaba ceremonias y observaciones astronómicas.

Es una de las tantas sorpresas históricas que hay en este extenso rincón de naturaleza cerca de Quito.

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