Siete ciudades españolas que son más bonitas en invierno
Hay lugares en los que siempre debería ser invierno. O, al menos, que son más bonitos con frío, cuando la nieve cubre el paisaje o se crea esta atmósfera especial que las hace mucho más atractivas. Estas son las siete que no deberías perderte

Madrid suma atractivos en invierno. Foto: Álvaro López | ©Madrid Destino.
Quien dijo que el invierno no es una buena época para viajar es que nunca ha estado en España. Con la llegada de esta estación no solo se inaugura una época de festividades, tradiciones y dulces, sino que además hay ciudades que brillan especialmente en las épocas más frías, ya sea por la nieve que las hace más encantadoras, por el alumbrado mágico que viste sus calles, por su gastronomía reconfortante o por los planes que ofrece durante estos meses.
Estas son algunas de las ciudades que florecen en pleno invierno seduciéndonos con sus paseos, chimeneas, cafés y rincones llenos de encanto.
Segovia
A poco más de una hora de Madrid, Segovia es siempre una buena idea por su riqueza cultural e histórica pero en invierno es mucho más hermosa si cabe, con la nieve poniendo la guinda a imágenes tan bellas como el acueducto o el imponente Alcázar y creando un ambiente casi mágico entre sus calles iluminadas.
Cuando se acerca la Navidad, además, la avenida del Acueducto acoge un mercadillo de artesanía donde hacer con alguna decoración extra para el árbol y se organizan visitas guiadas por sus belenes más destacados, pero también por el románico segoviano, la judería o la Casa-Museo de Antonio Machado.
Nadie dice que no se pueda parar en cualquier momento para comprar un cucurucho de castañas asadas o liarse a bolazos de nieve en plena calle.
Granada
Lejos del calor y, seguramente, también de las masificaciones veraniegas, en invierno se puede pasear tranquilamente por Granada y acercarse sin prisas a la Alhambra.
Además de curiosear por algunos de sus mercados navideños, como los que se instalan en la Plaza Bib-Rambla, a pocos pasos de la Catedral, o el de Puerta Real, con una veintena de puestos alrededor de la Fuente de las Batallas, otros buenos planes pasan por resguardarse del frío en alguna tetería del barrio del Albaicín o seguir la pista al típico cocido local, la olla de San Antón, que se sirve en sus restaurantes más tradicionales.
Por supuesto, no hay que perderse las vistas que regalan sus miradores, como el de San Nicolás, que nos deja un paisaje de postal con la Alhambra y el Generalife en primer plano y una blanca Sierra Nevada como telón de fondo.
Y, hablando de Sierra Nevada, a poco más de 30 km de la ciudad de Granada tenemos una de las estaciones de esquí más grandes de España, además de la de mayor altura, con una cota máxima de 3.300 metros en el pico del Veleta. Pasar la mañana esquiando y regresar para tapear por la noche en Granada es un plan al que no podrás poner ni una pega.
Cáceres
No es nieve, pero puede que sí escarcha la que cubra las calles de la monumental Cáceres en invierno.
El sol del mediodía se encargará de derretirla mientras se pasea por sus calles cercadas por murallas árabes entre las que encontramos el segundo mayor aljibe del mundo, un barrio judío, los restos de asentamientos romanos y un conjunto arquitectónico medieval y renacentista perfectamente conservado.
Además de pasear por la historia en la ‘ciudad de los mil escudos’, subir a la Torre de Bujaco, pasar bajo el Arco de la Estrella o visitar sus decenas de señoriales palacios te divertirás buscando las localizaciones de la popular serie Juego de Tronos o visitando el prestigioso Centro de Artes Visuales Helga de Alvear.
Madrid
Si hay ciudades en las que el tiempo parece congelarse en invierno, en otras sucede exactamente lo contrario. Es el caso de Madrid que ni siquiera en los meses más fríos detiene un ápice su incesante actividad.
Al contrario, un batallón de propuestas renuevan la agenda, con los planes más clásicos, que van desde pasear por el mercadillo de la Plaza Mayor para comprar figuritas del belén y adornos navideños (que desde hace años conviven con diademas de reno y pelucas de colores) a tomar un chocolate con churros en San Ginés pasando por comprar la lotería en Doña Manolita.
Mucho más modernos, aunque ya convertidos en tradiciones, está acercarse a la fachada del hotel Four Seasons, en la esquina de Sevilla con Alcalá, magníficamente decorada por Navidad, o pasear por el Jardín Botánico en busca de los senderos de luz que cada año explotan con Naturaleza Encendida.
Patinar en las diferentes pistas de hielo que se montan en la ciudad, pasar una tarde de compras en Gran Vía y esperar a que anochezca para ver el fabuloso espectáculo de luces en las calles del centro de la ciudad son otros de los planes.
Este año, además, la ciudad estrena un parque temático navideño, Árticus, alojado en la Casa de Campo, con su propio mercado navideño, un pueblo de Santa Claus y montañas rusas tematizadas.
Vielha
Entre los lugares en los que siempre debería ser invierno situamos, sin duda, Vielha. Capital del Valle de Arán y rodeado por cimas que superan los 2.000 metros, es una villa con siglos de historia a sus espaldas cuyo origen se remonta a la época romana, cuando era conocida con el nombre de Vétula.
Rodeada de naturaleza y leyendas, con un coqueto casco histórico dominado por la iglesia de Sant Miquèu, dedicada al santo que fue también príncipe, nadie duda que es en época invernal y cuando la vecina estación de esquí de Baqueira Beret se llena de aficionados a los deportes blancos, cuando Vielha despliega todo su encanto.
En sus calles empedradas cubiertas de nieve brillan boutiques y tiendas con todo tipo de material deportivo, pero también bordas (cabañas de piedra y madera utilizadas en el Pirineo para resguardar el ganado y almacenar el pasto) hoy reconvertidas en restaurantes, vinotecas o establecimientos de productos gourmet.
Oviedo
Con temperaturas más suaves, recorrer Oviedo es un placer también reservado al invierno. Desde la Universidad a la Catedral y desde el palacio del Marqués de San Félix hasta el de Camposagrado, se traza un recorrido aderezado con plazas y plazuelas repletas de historia y arte (y también de chigres, las sidrerías más típicas).
Antes de atrevernos con unas fabes o un pote asturiano –capaces de hacer entrar en calor incluso al más friolero-,regado con un culín de sidra, y especialmente las semanas previas a la Navidad, hay que pasear por el centro para encontrarse con las más de 300 calles y plazas iluminadas (este año se encienden el 2 de diciembre) así como el techo de luz inmersivo de la calle Pelayo, esta vez con proyecciones en tres dimensiones y ambientación sonora, y el nacimiento de la plaza de la Catedral con figuras a tamaño natural.
En la Plaza de Porlier y su alrededor se instala un mercadillo navideño en casetas y de inspiración centroeuropea con más de cien puestos aunque, para comprar dulces autóctonos, lo mejor es pasar por alguna de las turronerías de la ciudad, entre las que destaca Diego Verdú Monerris, en la calle Cimadevilla, que lleva vendiendo delicias desde 1878. Junto a los turrones tradicionales como el duro, el blando o el de yema se venden barras y tortas de chocolate que más parecen gigantescos bombones y, en los últimos años, también panettones que dan luego el relevo al roscón de Reyes.
Más allá de la Navidad, el invierno deja en Oviedo una interesante temporada de conciertos, óperas, zarzuelas, musicales, teatros y exposiciones que pueden disfrutarse en el Teatro Filarmónica o el Teatro Campoamor, a pocos metros de la calle Uría, que presume de tener la segunda temporada de ópera más antigua de España solo por detrás del Liceo de Barcelona.
Las Palmas de Gran Canaria
Y también es invierno, aunque entre dunas, playas y calas, en Las Palmas de Gran Canaria.
Una experiencia, eso sí, totalmente diferente, en primer lugar por la temperatura por encima de los 20 grados que nos permite huir del gélido clima de otras partes de España y que, además, invita a realizar actividades al aire libre que van desde deportes acuáticos a visitar el jardín botánico más grande de España.
Por supuesto, no hay que perderse el centro histórico, que se despliega desde la Plaza de Santa Ana y la Catedral de Canarias, y que conduce, entre museos y casas coloniales, al mercado de Vegueta o la Playa de las Canteras.
Precisamente esta playa acoge, como ya es tradición, el Belén de Arena, que ofrece una de las estampas navideñas más curiosas del país, junto al mar y con el sol como (co)protagonista.
La 17 edición del Belén, que se inaugurará oficialmente el próximo 2 de diciembre, ya está en marcha con el trabajo de nueve artistas internacionales procedentes de Canarias, Estados Unidos, Canadá, Ucrania, Letonia, Irlanda y Rusia. El de 2022 ocupará en total 2.800 metros cuadrados en la zona de La Puntilla, con auténticas obras de arte que alcanzan los tres metros de altura.