El Albaicín: una ruta por el barrio con más duende de Granada

Sus cuestas pueden ser tortuosas, pero el espíritu flamenco sazonado con la herencia árabe está presente en cada rincón del Albaicín, dueño de los mejores miradores para contemplar la Alhambra

uno de los barrios mas bonitos

El Albaicín es el mejor mirador para ver Granada. Foto Turismo de Andalucía

Recuerdo pocos esfuerzos que hayan sido tan bien recompensados como el ascenso por las empinadas calles del barrio del Albaicín, en Granada.

Era una tarde de verano, cuando el sol ya tocaba retirada, y en uno de los miradores el crepúsculo teñía de rojo y naranja mientras se oscurecían las cúpulas de la Alhambra. Y a los pocos minutos, un grupo de vecinos con guitarra en mano comenzaron a divertirse entre canciones flamencas.

Este barrio conserva sus callejuelas serpentantes, que se adaptaron como pudieron al complicado terreno que rodea Granada; donde las casas blancas y de tejas rojas brillan con las flores de los balcones.

Esta loma estuvo habitada desde las tribus ibéricas, pero su época de esplendor fue durante la dinastía nazarí, en el siglo XV, cuando llegó a los 40.000 residentes.

Detalle de casa en la calle Panaderos. Foto Turismo de Andalucía

La derrota del reino de Granada llevó a la superpoblación de moriscos (musulmanes que se quedaron en territorio español), aunque luego llegaron las sublevaciones y la posterior expulsión de los residentes de etnia árabe.

Las 30 mezquitas que había en el Albaicín fueron convertidas en iglesias. Hubo que esperar más de 500 años para inaugurar una nueva

Así quedó abandonado el Albaicín durante siglos, con las mezquitas convertidas en iglesias y con las casas usadas como poco más que depósitos agrícolas.

Pero este barrio granadino resurgió, su conservación lo ha llevado a ser designado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y actualmente se puede recorrer en estas dos rutas sugeridas por Turismo de Granada.

Hay que estar preparado para subir las cuestas. Foto Turismo de Andalucía

Desde los miradores del río Darro

Una de ellas transcurre en las calles que asoman al río Darro, los mejores balcones para contemplar los palacios nazaríes de la Alhambra y la Sierra Nevada.

El punto de partida es la Casa de los Pisa-Museo de San Juan de Dios, cerca de la Plaza Nueva, que se considera como la entrada al Albaicín.

Caminando se pasa por el Palacio de los Olvidados, una antigua casa con aires fastuosos del siglo XVI, y metros más adelante, está el Bañuelo, los baños públicos árabes que datan del siglo XI y que son los más antiguos y mejor conservados de España. Fue un milagro que no haya sido destruido por el brazo ejecutor de los Reyes Católicos.

Vistas desde el restaurante El Huerto de Juan Ranas. Foto Turismo de Andalucía

Palacios, jardines y cármenes

En un conjunto de antiguos palacios y jardines moriscos se levantó en 1518 el monasterio de la Concepción, que guarda un valioso patrimonio histórico y artístico en sus salas.

Cerca de la carrera del Darro está la Casa de Zafra, una excelente muestra de arquitectura hispanomusulmana de los siglos XIV y XV, que aún conserva las pinturas murales originales.

Además de las vistas sobre la Alhambra, allí se puede aprender más sobre este barrio en el Centro de Interpretación del Albaicín, con paneles interactivos para sumergirse en su pasado y presente.

A cada paso se encuentra una huella de la herencia morisca. Foto Turismo de Andalucía

Para conocer la historia de este barrio se sugiere pasar unas horas en el Centro de Interpretación del Albaicín, que invita a viajar al pasado a través de paneles interactivos

Más historia se descubre en el vecino Museo Arqueológico, en la antigua casa de Castril (del s. XVI), y que fue uno de los primeros de su tipo en España.

Andando un par de calles hacia dentro del barrio se llega a la casa morisca del Horno de Oro, una vivienda del siglo XVI a la que se le añadió una segunda planta, que permite ver cómo era la vida de una familia y la organización en torno al patio central.

Vistas de la Alhambra desde el carmen de la Victoria. Archivo Fotográfico de Turismo Andaluz

Recuerdos de años de esplendor

Volviendo sobre los pasos, y tras divisar el puente del Aljibillo, está el monumental Palacio de los Córdova. Edificado en el s. XVI, lo que se ve es una reconstrucción de los años ’60, es una interesante amalgama de los estilos renacentista y mudéjar, con unos jardines que son un pasaporte para viajar en el tiempo.

Esta primera ruta culmina en el edificio del Carmen de la Victoria, un edificio del siglo XIX que actualmente se utiliza como residencia de invitados de la Universidad de Granada; y la Casa del Chapiz, un conjunto de casas moriscas que datan del siglo XIV que acoge la escuela de Estudios Árabes.

Callejones para perderse. Foto Turismo de Andalucía

Arte y religión

El segundo camino se inicia junto al mirador de San Nicolás, uno de los mejores atalayas para contemplar el pasado palaciego de Granada.

El mirador de San Nicolás es uno de los más recomendados para capturar la belleza de la Alhambra a un golpe de vista

Allí está la Mezquita Nueva, inaugurada en 2003 y el primer templo musulmán construido en Granada desde la conquista cristiana de 1492.

Además del templo y el centro de estudios, cuenta con unos bonitos jardines de recomendadas panorámicas.

En el barrio se encuentra el cármen de Max Moreau, residencia de este pintor que donó su propiedad para ser convertida en museo. Consiste en tres bloques comunicados por partidos, entre la casa de pintor, el estudio y la vivienda del casero, y que exponen gran parte de su obra.

Andando se llega al Aljibe del Rey, que se supone que pertenece a la época zíri. Con 300 m3, es el depósito de aguas musulmán más grande de Granada, cuyo interior se puede visitar.

La plaza Aliatar, siempre activa. Foto Turismo de Andalucía

La última residencia de Boabdil

Esta ruta culmina en el Palacio de Dar al-Horra, una residencia nazarí del siglo XV construida sobre una anterior, del siglo XI.

Allí vivió el último rey nazarí Boabdil tras su caída, pero luego fue expulsado y la finca terminó formando parte del monasterio de Santa Isabel la Real. Cuenta con dos plantas y un torreón que se ve desde todos los ángulos.

Además de estas huellas históricas la sugerencia es perderse por las callejuelas del Albaicín, comer o tapear en algunos de los bares y restaurantes que tienen terrazas con vistas panorámicas, o descansar en las pequeñas plazas donde, si hay suerte, se sentirá al duende flamenco entre palmas y guitarras.

a.
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