Hervás: 48 horas en uno de los pueblos más bonitos de Extremadura

Su judería es su principal seña de identidad pero hay mil y un secretos por descubrir y por saborear en Hervás, sin duda uno de los pueblos más bonitos de Extremadura

Hervás es el tesoro judío y medieval de Cáceres. Foto: Turismo de Hervás.

Adobe y teja. Listones de madera de castaño que atraviesan las fachadas. Tortuosas callejuelas empedradas que descienden desordenadamente hacia el río Ambroz. Estrellas de David e inscripciones en hebreo. Memoria viva de Sefarad. Hervás aparece siempre, con razón, en las quinielas de los pueblos más bonitos de España. Por supuesto, también de Extremadura.

Una villa humilde y tranquila, situada al norte de la provincia de Cáceres, en el hermosísimo valle del Ambroz –que, por cierto, se prepara ya para celebrar su Otoño Mágico-, entre huertas, higueras y castaños, que conserva casi intacta su impronta medieval y donde el pasado sigue haciéndose presente a través de sus reminiscencias judías.

En Hervás, judíos los más

Iniciamos el recorrido en el Puente de la Fuente Chiquita, de un solo ojo y sillares de granito, en un extremo del barrio judío y considerado históricamente el punto de entrada a la villa, al que conectaba con la Vía de la Plata, donde nos cuentan la leyenda de Maruxa, la judía errante que tuvo que abandonar Hervás por enamorarse de un joven cristiano siendo la hermosa hija de un rabino.

Hervás cuenta con uno de los mejores ejemplos de arquitectura popular de Cáceres. Foto: Turismo de Hervás.

Cruzamos callejuelas angostas de nombres como La Sinagoga y Rabilero, huella de sus antiguos pobladores en las que se elevan casas de adobe, madera y teja, muchas de ellas conservadas tal y como fueron construidas, seguramente una época más próspera, mientras nos dejamos atrapar por este laberinto de tiempo y culturas de la que fuera una de las aljamas más importantes de Extremadura.

Declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1969 e incluida en la Red de Juderías de España, junto a otras ciudades como Cáceres, Toledo o Córdoba, la judería de Hervás se desarrolló entre los siglos XIII y XV.

Sinagogas, lagares y estrellas de David

Del siglo XV nos llega el dicho “En Hervás, judíos los más” y es que hay constancia de que, en 1492, vivían en Hervás unas 45 familias de judíos (en una población de apenas 200 personas).

Judería de Hervás. Foto: Turismo de Hervás.

Eran tejedores, médicos y mercaderes. Disponían de carnicería, panadería, cementerio, sinagoga, lagares y bodegas. También de hospital, que se ubicaba en el número 2 de la calle del Vado, hoy un magnífico ejemplo de la arquitectura popular realizada en adobe con entramado de madera y balconadas en el segundo piso.

Tras el edicto de expulsión, solo 14 familias permanecieron en la villa. Algunos de los que marcharon, en su mayoría a Portugal, pudieron regresar dos años más tarde. Sin embargo, nunca recuperaron su posición.

Siglos después, la calle de la Amistad Judeo Cristiana ofrece un hermoso rincón rematado con una fuente. La inscripción, con el nombre en castellano y hebreo, es un símbolo de unión entre los pueblos.

Foto: Turismo de Hervás.

La calle Rabilero es la más bella de la localidad, con su trazado sinuoso y sus macetas con flores que estallan sobre el blanco de las fachadas encaladas, en las que también es posible encontrar alguna estrella de David. En el número 19 de esta vía se ubicaban la sinagoga y su escuela talmúdica, mientras que entre los números 3 y 5 asoma un estrechísimo pasadizo, la ‘Callejilla’, una calle de apenas un metro de anchura, dicen que la más estrecha de toda España.

El mejor mirador de Hervás

Un recorrido por Hervás no puede pasar por alto la iglesia de Santa María de Aguas Vivas. Esta iglesia-castillo mantiene la estructura defensiva original con la torre y el recinto amurallado que la rodea y aquí se cree que se ubicaba la fortaleza templaria. Además, ofrece las mejores vistas de la localidad, una panorámica que también abarca las sierras de Béjar y de Gredos.

Detalle del arco bajo la torre campanario Santa María. Foto: Turismo de Hervás.

Se puede continuar con un agradable paseo que lleva desde la Plaza del Convento hasta el Palacio de los Dávila, una robusta casa palaciega del siglo XVII y estilo barroco transformada en sede del Museo Pérez Comendador-Leroux que guarda la producción escultórica de Enrique Pérez Comendador y la pintura de su mujer, la pintora francesa Magdalena Leroux.

También hay que acercarse a la iglesia de san Juan Bautista, antiguo convento de la Orden Trinitaria Descalza fundado por cristianos nuevos en el siglo XVII con sobria fachada de mortero que imita el ladrillo rojo y un interior que sorprende con sus hermosos retablos barrocos

Convento de San Juan Bautista. Foto: Turismo de Hervás.

Un capricho coleccionista

Fuera del casco antiguo, junto a la carretera que asciende hacia La Garganta, abre sus puertas el capricho coleccionista del Museo Español de la Moto y el Coche Clásico, una colección asombrosa de motos y coches europeos y americanos de entre los años veinte y setenta del pasado siglo, enmarcada además por un espectacular paisaje.

También curioso es el Centro de Interpretación del Ferrocarril en Extremadura, ubicado en una antigua estación de ferrocarril en desuso. También en desuso desde la supresión de la línea de Ferrocarril Ruta de La Plata, entre Palazuelo y Astorga, está el Puente de Hierro, huella del patrimonio industrial de la zona y desde el que se obtienen también buenas panorámicas del pueblo. O la Casa de los Cactus, un jardín particular que atesora nada menos que 6.000 especies diferentes de cactus.

Sin embargo, uno de los mayores tesoros de Hervás lo encontramos fuera de la localidad: subiendo el Puerto de Honduras, donde confluyen los valles del Ambroz y el Jerte, obtenemos una vista única formada por los hermosos castañares que enmarcan la villa y que ya impresionaran a don Miguel de Unamuno hace ahora un siglo. Un verdadero lienzo vegetal que cambia con las estaciones y que recomendamos visitar en primavera y especialmente en otoño, donde los colores amarillos, anaranjados, ocres y rojizos hacen del paisaje un auténtico espectáculo.

Foto: Turismo de Hervás.

Y aunque la localidad cuenta entre sus grandes citas con las Jornadas de los Conversos, un fin de semana de julio en el que se revive un día de mercado retomando las costumbres de judíos y cristianos, quizás su fiesta más notable coincide precisamente con el Otoño Mágico, una programación que durante todos los fines de semana del mes de noviembre programa todo tipo de actividades deportivas y culturales centradas en el entorno natural y las tradiciones populares del bellísimo Valle del Ambroz.

Cazuelas, embutidos y zorongollo

Imposible quedarse con hambre en esta localidad, donde en prácticamente cualquier bar o mesón nos sorprenderán con la calidad de jamones y embutidos como chorizo y salchichón, o las morcillas de calabaza y patatera.

El cerdo ibérico en cualquiera de sus elaboraciones (mejor si está preparado a la brasa de encina) nos dará también alegrías, así como la ternera o los platos típicos como la cazuela, las patatas escabechadas, el delicado y sabroso zorongollo (una ensalada de pimientos asados), el cochinillo cuchifrito y la caldereta de cordero.

Entre las direcciones a tener en cuenta destacan el restaurante A fuego lento (Vedelejos, 6), que encontramos cerca de la Iglesia de Santa María, así como la Taberna El Patio (Abajo, 5), en la entrada del barrio judío, Nardi (Braulio Navas, 19) y Mesón El 60 (Collado, 60).

Para acompañar los platos, vino de pitarra o alguna de las cervezas artesanas que se elaboran en la zona y, para terminar, dulces como el hornazo y los bollos de San Antón, tortas dulces, coquillos, mantecadas y perrunillas, o los dulces de tradición sefardí: sopa dulce, nuegado y pastas judías.

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