Jerte: la belleza del valle extremeño tapizado de flores blancas

La floración de 1,5 millones de cerezos en el Valle del Jerte ofrece, durante apenas 10 días, uno de los espectáculos naturales más maravillosos de España

Cerezo en Flor. Foto: Eduardo Palomo | EFE.

Si hay algo que la pandemia no puede parar es la naturaleza. Sin fiestas, visitas guiadas, rutas en bici, romerías, mercados de productos artesanos o ciclos de teatro, nada ni nadie podrá impedir, sin embargo, que el Valle del Jerte, al norte de Cáceres, vuelva a cubrirse de un manto blanco por la floración de los cerezos. Y que, de nuevo, nos regale uno de los espectáculos naturales (y efímeros) más hermosos del mundo. 

Las restricciones de movilidad no permitirán disfrutar de la cita más que a los afortunados extremeños. Pese al perjuicio económico, será sin duda una edición excepcional que, a la belleza de los bancales cubiertos por un millón y medio de cerezos, se sume la ausencia de atascos y centenares de vehículos que otros años componían la escena menos hermosa –y menos apetecible también- de la cita. 

Cerezo en flor 

Decidido por unanimidad entre los alcaldes y alcaldesas de los 11 pueblos que componen el Valle del Jerte, la programación Primavera y Cerezo en Flor 2021 del Valle del Jerte se ha suspendido, pero la expectación por conocer la fecha exacta de la floración sigue muy viva. Según las últimas actualizaciones, ya es posible ver las primeras flores, por lo que se espera que a largo de esta semana y, sobre todo, en la del 22 de marzo, se produzca la mayor floración que comienza por las zonas bajas del valle, en particular por los alrededores de los pueblos de Navaconcejo, Valdastillas y Rebollar

La Fiesta del Cerezo en Flor está considerada de Interés Turístico Nacional

Es importante recordar que la floración de los cerezos no se produce en una fecha fija, sino que varía cada año dependiendo de las condiciones meteorológicas aunque, como media, suele producirse entre la última quincena de marzo y la primera de abril. Tampoco es uniforme ya que, como apuntábamos, primero florece la zona de menor altitud y mayor calidez del valle para ir avanzando hasta culminar las zonas más altas y frías.  

Lo ideal para tener una buena perspectiva, en cualquier caso, es recorrer todos los pueblos –Barrado, Cabezuela del Valle, Cabrero, Casas del Castañar, El Torno, Jerte, Navaconcejo, Piornal, Valdastillas, Rebollar y Tornavacas-, mejor aún si es una ruta circular que nos adentre entre las terrazas modeladas expresamente para adaptarse al cultivo de las cerezas y que estos días se tiñen de blanco. Más aún, alejarse de la N-110, dejar el coche y animarse a adentrarse en los senderos es la mejor forma de capturar los paisajes más fascinantes. 

Cerezos en Cabezuela del Valle. Foto: Eduardo Palomo | EFE.

La Cerecera 

El Cerezo en Flor es, además, una fiesta que refleja la vida de toda una comarca, donde se rescata el pasado –que pasa por bodegas, fraguas o lagares que estos días se muestran tal y como eran hace medio siglo, así como la arquitectura tradicional de la zona- y que entrevé el futuro, con una cultura, gastronomía y forma de vida muy marcada por este cultivo. 

Merece la pena abandonar las carreteras principales del valle y aventurarse por cualquier sendero para descubrir los paisajes más hermosos

De hecho, el Cerezo en Flor tiene su continuidad en otros dos momentos clave: por un lado, la Lluvia de Pétalos, como se denomina al momento en que los cerezos pierden las flores y el blanco deja paso en los árboles a un verde brillante que contrasta con las tonalidades de castaños y robles, el violeta de los brezos y el amarillo de la retama.  

Más adelante llega La Cerecera, la otra gran fiesta del valle que coincide con la recolección de los frutos -desde primeros de mayo hasta mediados y finales de julio-, que en este caso tiñen las terrazas de rojo intenso. 

Paisaje de cerezos en el término municipal de Tornavacas. Foto: Nines Ruiz | EFE.

Motor económico 

El torno al río Jerte, que da nombre a este valle encajado entre el Ambroz, Plasencia y la Vera y declarado Bien de Interés Cultural en 1973, se articula un cultivo que es todo un motor económico, cultural y natural para la zona. 

Son precisamente las primeras floraciones las que marcan cómo será la temporada de cereza, de la que se producen 15.000 toneladas al año, con la picota –que cuenta con Denominación de Origen- como máximo exponente, si bien la variedad ambrunés es la más popular. 

De la cereza, sea como fuere, depende la economía de muchas familias, ya sea directa o indirectamente. Es también, según explica la directora general de la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte, Mónica Tierno, un motor determinante que, ante la amenaza de despoblamiento de las zonas rurales, “permite mantener una población vinculada al territorio”. Es lo que esta joven, de tan solo 28 años, denomina un “ecosistema perfecto”. 

Flor del cerezo. Foto: Eduardo Palomo | EFE.

De carácter tradicional y con mano de obra familiar, unos 3.500 agricultores integrados en la agrupación viven actualmente de estos cultivos, con una exportación de entre el 50 y el 60% de la producción total, si bien algunos complementan sus rentas con otros cultivos (castañas, higos, ciruelas, aceitunas de mesa y frutos rojos) o bien con actividades como el agroturismo

Y es que lo que se intenta desde la zona es que el consumidor conozca el proceso que hay detrás de la cereza que encuentra en el supermercado. Por eso, además de descubrir la cereza, conocer sus variedades y recolectarla cesta al hombro -y, por supuesto, a mano-, hay que quedarse en alguno de los alojamientos rurales del valle y sentarse a las mesas de sus restaurantes para conocer también otros productos de su despensa, recorrer las calles de Cabezuela del Valle (Conjunto Histórico Artístico), visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Tornavacas y, por supuesto, dejarse enamorar por rincones naturales como la Reserva Natural Garganta de los Infiernos

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