Por los caminos de los antiguos molinos de Pontevedra

Por valles y sierras, atravesando arroyos y tocando pueblos, estas rutas permiten conocer pequeñas muestras de la arquitectura popular de esta provincia de Galicia

La cascada de Barosa, con los molinos a los lados. Foto Turismo de Galicia

Aunque la llovizna el húmedo frío del Atlántico sea una compañía molesta, no se puede negar que salir a caminar por los bosques, valles y acantilados de Galicia tiene un aire romántico que pocos lugares pueden igualar.

Las cuatro provincias son un laberinto de senderos de largo, medio y pequeño recorrido (entre ellos, el camino más famoso de mundo que ni necesita presentación), así que si se trata de elegir una temática, será la de la arquitectura tradicional; como una forma de conocer la historia y las tradiciones desde la vida cotidiana.

Y si hay que circunscribirlo a una zona, pues que sea en la provincia de Pontevedra; donde la Dirección de Turismo de Galicia nos sugiere estos seis caminos para descubrir sus molinos y otras construcciones.

Los molinos del río Maior

En el límite entre las parroquias de Santa Cristina y Santo Adrán de Cobres, en Vilaboa, se despliega este sendero de unos cinco kilómetros entre ida y vuelta, catalogado como el PR-G 102.

Al caminar se descubren los molinos de piedra levantados junto al río Maior, un total de 34 construcciones rehabilitados en su mayoría, que aprovechaban el curso fluvial para la molienda de cereales, sobre todo de maíz.

Molino sobre el río Maior. Foto Turismo de Galicia

La breve ruta termina en el Muíño de José Lois. Varios de los molinos se pueden visitar o aprender de su historia gracias a los paneles explicativos

Por el río Barosa

Este breve camino de 2,1 km, el PR-G 105, se encuentra en el Parque da Natureza do Río Barosa, tradicional punto de descanso del Camino Portugués en su paso por el municipio de Barro.

Este río crea una hermosa topografía con el regalo de algunas cascadas como la de Fervenza da Barosa, que llega a los 30 metros de desnivel.

Camino por el río Barosa. Foto Turismo de Galicia

El río Barosa regala algunas cascadas que llegan a los 30 metros de desnivel, a cuyos lados se han construido 17 molinos

A sus lados, aprovechando la fuerza del agua, se construyeron 17 molinos, llamados pragmáticamente los Muíños de Abaixo y los Muíños de Arriba.

La primera parte del camino va desde los de Abaixo hasta el puente de San Breixo, en donde se puede hacer un pequeño desvío hasta la iglesia del s.XVII, y desde donde se capturan bonitas panorámicas del valle.

A lo largo del PR-G 105 hay más molinos, también en buen estado de conservación.

Un paisaje que cambia en el otoño. Foto Turismo de Galicia

En el recorrido se puede visitar una taberna típica, que marca el inicio de un sendero circular que cruza el puente de A Búa, que retoma por la margen derecha hasta San Breixo.

Entre ríos y cruceiros

Este camino, en el municipio de Ponte Caldelas, es de casi 11 km y permitirá ver diversos edificios religiosos y civiles con siglos de historia.

Los primeros pasos se dan en el Cruceiro do Coto, y de ahí al bonito camino empedrado de Fraga de Abaixo, que tras ser acompañado de añejos árboles finaliza en el río Verdugo.

El arriesgado Paso de Portasouto. Foto Turismo de Galicia

Aquí están los Pasos de Portasouto, donde hay que tener cuidado en pasar por los bloques de piedra sin resbalar; desafío que se repite en los Pasos da Fraga, sobre el regato das Costiñas.

El trayecto sigue por los Passo de Coveliña, la aldea de Laxoso de Abaixo, y tras ascender a Laxoso de Arriba se pasa por los antiguos cruceiros de Pé das Herbas y el Camiño do Roriz.

El camino forestal que lleva a la aldea de Porcinas conduce a Foxo do Lobo, una construcción antiquísima donde se daba batida de muerte al lobo.

Hórreo camino a Fraga de Abaixo. Foto Turismo de Galicia

El último tramo transcurre por senderos rodeados de muro de piedra, que acerca al regato de Coveliña, y de ahí, a la iglesia de Caritel.

Tradiciones y huellas prehistóricas

El PR-G 123, la senda peatonal de Ponte do Ramo, es un camino de 6,5 km por el municipio de Cuntis, donde a los pocos pasos ya uno se topa con las tradiciones más singulares de Galicia.

El Muiño Grande de Puntalta. Foto Turismo de Galicia

En el Ponte do Ramo las mujeres embarazadas designaban como padrino o madrina a la persona que a la medianoche cruce por el lugar

Es en el Ponte do Ramo, a orillas del río Umia, donde antiguamente se realizaba el bautismo prenatal: aquí las mujeres embarazadas esperaban a medianoche que alguna persona que pase de casualidad se convierta, como un designio del destino, en padrino o madrina de la futura criatura.

Un hermoso bosque de ribera acompaña a los Muíños Grande e Pequeno da Puntalta, donde se ve cómo el Umia gana fuerza. En uno de ellos, el molino de Portavezal, se puede ver un antiguo afilador para los aperos de labranza.

Tras alejarse del río Umia el camino sigue al Alto de Portela, y de ahí, pisando los mismos sitios que los romanos abrieron camino hace 20 siglos, entre grandes robles se llega a la fuente de Conles, que sirve para un descanso antes de subir al monte de Rañadoiro para conocer los curiosos petroglifos de Cequeril, con figuras antropomorfas como A Laxe dos Homes.

Mirador de la vía romana. Foto Turismo de Galicia

En Cequeril se puede visitar su iglesia y luego retomar la senda por el GR-94, que conduce a Ponte do Ramo.

Molinos sobre la sierra

Otro camino de recuerdos junto al río: se trata de descubrir los molinos de Picón y Folón, declarados Bien de Interés Cultural, que se encuentran en las faldas de un cerro en O Rosal.

Llama la atención cómo el conjunto de construcciones de piedra y tejas rojas se adaptan a la complicada orografía del lugar.

Los molinos se adaptan a la compleja orografía de O Rosal. Foto Turismo de Galicia

Si se asciende un poco más por la sierra se pueden tener magníficas vistas sobre el monte Santa Tegra y el río Miño.

En Turismo de Galicia recuerdan que en esta región de las Rías Baixas es uno de los sitios del norte de España con más horas de sol, en un microclima donde sus veranos suaves, sus escasas precipitaciones y sus leves diferencias térmicas entre el día y la noche permiten elaborar vinos de gran calidad, así como cultivar flores y plantas ornamentales.

El aserradero centenario

Estamos en Covelo, más exactamente en la playa fluvial de Maceira, punto de inicio de este sendero de solo 5,2 km.

Allí se puede ver el aserradero hidráulico de Os Carrano, donde se despliega la vistosa vegetación ribereña que acompaña al nacimiento del río Tea.

La noria del molino de Os Carrano. Foto Turismo de Galicia

El curso es atravesado por el puente romano de Fofe, aunque lo más probable es que sea de la Edad Media, el cual sirve para ver las piscinas naturales que se forman en el río.

Desde hace 100 años el aserradero hidráulico de Os Carrano está en funcionamiento

El regato de San Breixo. Foto Turismo de Galicia

Ese aserradero merece ser visto con calma: es una construcción de casi cien años, donde a un lado está la noria que todavía impulsa la maquinaria, que se mueve por la acción del agua del regato de Vixiáns.

Décadas atrás aquí se fabricaban carros -de ahí su nombre., y en otras dependencias estaban el secadero, el almacén de madera y una pequeña forja para elaborar los herrajes con los que calzaban las ruedas de los carros.

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