Rojos, negros y amarillos: ruta por los pueblos más bonitos de Segovia

A los pies de la sierra de Ayllón, entre hayedos y robledales, recorremos algunos de los pueblos más bellos de Segovia que, como Riaza, Madriguera o El Muyo, se han construido, literalmente, a base de color

Madriguera, Segovia.

Madriguera es uno de los pueblos rojos de Segovia. Foto: Segovia Turismo.

Pueblos de colores hay muchos. Incluso sin salir de España encontramos desde preciosas villas teñidas de blanco en Andalucía a pueblos multicolor que, como Cudillero en Asturias o Villajoyosa en Alicante, parecen el sueño salido de la paleta de algún pintor. Y eso por no hablar de fantasías azules como Chefchaouen en Marruecos y rosadas como Jaipur (La India).

Más allá de los pueblos pintados de una o muchas tonalidades están los construidos -literalmente- con color, los municipios que deben a la pizarra, a la cuarcita o la arcilla que sus moradores han utilizado a lo largo de los siglos para levantar sus casas, iglesias y calles su particular aspecto. Entre ellos, los pueblos rojos y negros de Segovia.

A los pies de la Sierra de Ayllón, entre las villas de Riaza y Ayllón, se despliega una ruta de pueblos y aldeas de arquitectura popular teñidos de rojo, de amarillo o de negro que contrastan con entornos naturales de hayedos y robledales y que hacen del color su principal sello de identidad.

Riaza, Segovia
Plaza Mayor porticada de Riaza. Foto: Segovia Turismo.

Riaza

Junto al río del que toma su nombre, en la vertiente norte del macizo de Ayllón, Riaza es la capital de la serranía segoviana.

Enclavada entre maravillas naturales como el Hayedo de la Pedrosa (que en otoño es un verdadero festival de color), estaba en uno de los ejes trashumantes de la antigüedad, el de la Cañada Real Soriana Occidental, lo que hizo del pueblo un importante núcleo, donde el esquileo de las ovejas dio lugar a prósperos negocios de batanes, cardados y tintes de lana.

El esplendor de otras épocas puede rastrearse en la plaza porticada del siglo XVIII, que se utilizaba lo mismo para celebrar el mercado (los lunes) que como coso taurino en fiestas, en las casonas que la rodean, con sus balcones de forja, o en la iglesia de Nuestra Señora del Manto, de estilo renacentista.

Riaza, Segovia.
Iglesia de Nuestra Señora del Manto, Riaza. Foto. Turismo Segovia.

Aunque fuera de la localidad, merece la pena acercarse a la ermita de Hontanares, del siglo XVII, e incluso al mirador de Peñas Llanas, desde donde se ve el Pico del Lobo y, más allá, la estación de esquí de La Pinilla.

Villacorta

El rojo va tomando intensidad a medida que entramos en Villacorta, a apenas 13 km de Riaza. Los materiales ferruginosos de la tierra, que permitieron durante siglos la explotación de su hierro en pequeñas ferrerías, es responsable también de la tonalidad de esta localidad.

Con 28 habitantes según el INE de 2022 es, sin embargo, uno de los máximos exponentes de los pueblos de arquitectura roja en Segovia, con sus casas construidas en piedra rojiza en torno a la iglesia de Santa Catalina, de pórtico románico y con un artesonado mozárabe en su interior.

Además de a nuestro alrededor, el rojo está también bajo nuestros pies, en forma de calles empedradas bien conservadas, que le dan un aire casi de cuento, tanto mientras se pasea por sus calles como si se ve desde lejos, destacado sobre el verde de las faldas de la sierra de Ayllón.

Villacorta, Segovia
Villacorta es uno de los máximos exponentes de los pueblos rojos de Segovia. Foto: Wikimedia Commons.

Un par de palomares bien conservados, dos ermitas y dos molinos a la orilla del río Vadillo y dos antiguos molinos harineros (uno de ellos actualmente reconvertido en casa rural con el nombre de Molino de la Ferrería) completan el encantador conjunto, que da para una foto casi en cada esquina.

Madriguera

También entre los pueblos más rojos se encuentra Madriguera, que además encontramos excepcionalmente bien conservado, lo que le hace quizás el más representativo de la zona.

Diminuto en tamaño (18 habitantes según el último censo), la tierra roja extraída del paraje de El Terrero y empleada para hacer adobes, tejas o revocar paredes y las piedras labradas extraídas de la zona de la Mina que hoy vemos en dinteles de puertas y en ventanas han sido elementos básicos en la arquitectura de Madriguera, y responsables de su color encendido.

Además de sus llamativas casas con balcones de madera, hay que acercarse a conocer su iglesia, un amplio edificio de tres naves construido en el siglo XVII con altar y órgano barroco y dedicado a San Pedro.

Madriguera, Segovia
Madriguera, el más hermoso de los pueblos rojos. Foto: Turismo Segovia.

Un restaurante, La pizarrera, ofrece una cocina tradicional con algún toque de modernidad y, lo mejor, productos de km 0 que proceden directamente de su huerto: Granja Rosendo. Buenas carnes, guisos y excelentes verduras como alcachofas, espárragos, calabazas, flores de calabacín, piparras o berenjenas.

El Muyo

Cambiamos el rojo por el negro como color dominante del paisaje al adentrarnos en Becerril, que aún combina estas dos tonalidades en su paisaje.

Al pie mismo de la sierra, sus tenadas y casas tradicionales combinan en sus muros piedra negra y rojiza y se rematan por tejados de grandes lajas de pizarra.

Sin embargo, el pueblo negro por excelencia de esta ruta es El Muyo. Y es así porque esta pequeñísima localidad de solo 10 habitantes según el INE (2022) no solo construyó de pizarra los muros y tejados de sus edificios, sino que además se asienta sobre una veta natural de esta piedra.

El Muyo, Segovia
El Muyo, el pueblo negro por excelencia de Segovia.

La pizarra declinada en todos sus tonos grises, azulados, violetas, plateados y negros cubre las casas y también la iglesia del pueblo, que está dedicada a San Cornelio y San Cipriano.

De aire tranquilo y misterioso, se puede dormir en dos casas rurales: La Tejera Negra y El Árbol de la Vida, y programar desde aquí la excursión al Parque Natural de Tejera Negra, las Cuevas de Prádena o la propia sierra de Ayllón.

Otro pueblo negro en la zona es Serracín, en cuyos alrededores se extrajo plata, carbón y pizarra y que solo conserva la espadaña de su iglesia, símbolo de mejores tiempos.

El Muyo, Segovia
El Muyo. Foto: Turismo Segovia.

Pueblos de color amarillo

Hablábamos de pueblos rojos, negros y amarillos y, efectivamente, existen en la zona varias localidades que, por haber empleado cuarcitas blancas y doradas mezcladas con pizarra en sus construcciones lucen con tonalidades amarillentas.

Entre ellas, Martín Muñoz de Ayllón, cuyas canteras de pizarra abastecieron a la catedral de Segovia y al Palacio de La Granja.

A las afueras, en un hermoso paisaje serrano, se halla su iglesia dedicada a San Martín de Tours.

Martín Muñoz, Segovia
Martín Muñoz de Ayllón, el pueblo amarillo de Segovia.

También amarillo es el pueblo de Alquité, con muros construidos igualmente con barro, cuarcitas y pizarra. Elevado a unos 1.280 metros y rodeado de un amplio robledal, su población es hoy de tan solo 5 habitantes según el INE, pero cuenta con un templo románico, la iglesia de San Pedro, de la que destaca su portada hermosamente labrada.

Ayllón

El punto de inicio o, como en este caso, de finalización de esta ruta por los pueblos rojos, negros y amarillos de Segovia es Ayllón.

Preciosa villa medieval amurallada (pertenece al selecto club de los Pueblos Más Bonitos de España) al que se accede tras atravesar un puente de piedra sobre el río Aguisejo, Ayllón también conserva una bellísima tonalidad rojiza.

Ayllón, Segovia
Ayllón. Foto: Héctor J. Rivas | Unsplash.

En el extremo nordeste de la provincia de Segovia, casi lindando con Soria, esta localidad fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1973 y ofrece un buen puñado de atractivos, como La Puerta del Arco, una de las tres que daba acceso al pueblo, el palacio de los Contreras, con su hermosa fachada gótico-isabelina, o la Casa del Águila, con su magnífico muro de armas.

Su Plaza Mayor porticada y presidida por la fuente de Cuatro Caños, de 1892, invita a detenerse a observar el Ayuntamiento, primer palacio de los marqueses de Villena, y la iglesia de San Miguel, además de dejar volar la vista hacia la torre de La Martina, en lo alto del cerro que preside la villa, y la espadaña de la iglesia de santa María la Mayor.

Los Claustros de Ayllón
Foto: Los Claustros de Ayllón.

A las afueras del pueblo, las ruinas de un antiguo convento franciscano de más de 800 años de historia, conocido como el Convento de San Francisco, ha sido hermosamente restaurado y hoy, rebautizado como Los Claustros de Ayllón, es un lugar mágico para celebrar bodas y todo tipo de eventos entre jardines y zonas verdes.

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