Sète, el corazón marítimo del sur francés

Además de ser sede de uno de los festivales de barcos clásicos más fascinantes del mundo, Sète presenta un centro con mucho arte y kilómetros de playas flanqueadas por la Laguna de Thau

Sète es sede de uno de los festivales de barcos más importantes del mundo. Foto Escale à Sète

Imaginen la belleza de una fragata, un bergantín, un clíper o una antigua barca de pesca con sus velas al viento. Piensen en los barcos de los grandes exploradores surcando océanos desconocidos, en la armonía visual de la quilla cortando las olas como un cuchillo.

Ahora piensen cómo se verían 120 barcos a vela desfilando en un mismo lugar.

Un despliegue de esa envergadura de barcos de todos los tamaños, de uno, dos, y hasta cuatro mástiles, es la que se podrá ver en una nueva edición del festival Escale à Sète, uno de los eventos náuticos más importantes del Mediterráneo.

Recreación de un combate entre barcos piratas. Foto Escale à Sète

El desfile de los barcos clásicos

Esta no es una competencia como la Copa América (que hoy se confirmó a Barcelona como sede de la 37ª edición), sino un evento bienal donde la contemplación de esos barcos, muchos clásicos y unos cuantos nuevos pero con aires añejos, es el plato principal de una semana de festejos.

Desde el 12 al 18 de abril Sète vive su fiesta mayor mirando al Mediterráneo pero con un ojo puesto en la Laguna de Thau, el espejo de agua más grande de la cadena lacustre de la región de Occitania; mar interior de 7.500 hectáreas que aglutina 14 municipios donde se combinan la identidad mediterránea con el espíritu relajado del sur de Francia.

120 barcos a vela desfilarán entre el 12 y el 18 de abril por el puerto de Sète

Los barcos más importantes que llegarán a Sète

El desfile de los barcos impulsados por el viento, tal como fue durante siglos hasta la llegada del vapor, es un espectáculo que es presenciado por 300.000 personas.

La réplica de la nao Victoria estará presente en el festival. Foto Escale à Sète

Uno de los protagonistas más esperados será la réplica de la nao Victoria, que estará presente para recordar los 500 años de la primera circunnavegación del globo.

Los Países Bajos, que serán el país invitado de honor, darán el presente con una flota de barcos emblemáticos que llegarán desde el Mar del Norte y arribará a Sète tras bordear el Mediterráneo.

Junto con los pequeños tjotters habrá joyas como el Oosterchelde, un antiguo carguero de tres mástiles totalmente renovado y el Morgenster, un bergantín construido para la pesca y transformado en buque escuela.

120 barcos desfilarán con sus velas al viento. Foto Escale à Sète

También estarán la fragata rusa Shtandart, el buque escuela de la armada de Rumanía Mircea (otro de tres mástiles) y el pailebote español Pascual Flores, entre otros.

Otras actividades del festival marítimo

Pero el desfile náutico es la punta del iceberg. Porque a lo largo de la semana de festejos Sète vive una divertida agenda cultural.

En las calles, en las tabernas y en la zona del puerto de esta villa de calles estrechas y laberínticas se presentarán unas 50 bandas locales, del Mediterráneo (varias de Cataluña, dijo el presidente de la organización, Wolfgang Idiri) y de otros lugares de Europa y el mundo (como la Banda de Gaites Xacara, de Galicia), que tocarán canciones tradicionales que girarán en torno la vida en el mar.

Unos 50 restaurantes de Sète y varias paradas en las plazas ofrecerán platos relacionados con la gastronomía marítima de la región

50 bandas darán el toque musical. Foto Escale à Sète

Sète durante décadas fue uno de los principales puertos pesqueros del Mediterráneo, y uno de los principales canales de exportación de las barricas de vino.

Esta conjunción no puede tener otro resultado que una excelente gastronomía, desde la sopa de pescados a los calamares rellenos, las sardinas y anchoas o los mejillones, que se pueden probar en los 50 restaurante de la ciudad, o en las paradas que hay en las plazas.

Recuerdos de la vida en el mar

En Sète también hay asociaciones de marineros, pescadores, estibadores y armadores que recuerdan el arte de la pesca y la navegación como era en otras épocas, a través de demostraciones y talleres para todos los públicos.

Degustación de ostras. Foto Festival Escale à Sète

El desfile de los barcos se realizará el martes 12, donde las explanadas del puerto o las laderas del Mont Saint-Clair son los mejores palcos para ver el despliegue de velas y cascos.

Al día siguiente, junto con varios programas de juegos para niños, hay una recreación de una batalla naval con dos réplicas de barcos corsarios que simularán batirse a cañonazos.

A lo largo de las jornadas también será posible visitar el interior de los barcos, grandes y pequeños, para conocer cómo es la vida a bordo y aprender sobre el recuerdo de viejas glorias náuticas.

Presentación de oficios antiguos. Foto Escale à Sète

Las raíces de Sète

Sète nació en el extremo noreste de la Laguna de Thau en 1666 por iniciativa de la corte de Luis XIV, villa que recibiría un importante impulso con la construcción del Canal du Midi, la obra hidráulica que buscaba unir el Mediterráneo con el Atlántico por el interior de Francia.

Pescadores, comerciantes, agentes de aduana, miembros diplomáticos, banqueros del norte de Europa y artesanos conformaron una variopinta población en su pequeño núcleo urbano al borde del Mont Saint-Clair; con el añadido de una importante inmigración italiana que llegó en 1870 y que moldeó una identidad diferente respecto a otros pueblos mediterráneos franceses.

Setè logró un valioso empuje económico por su industria de los toneles y su importancia como puerto exportador de telas, especias, azúcar, madera y tabaco y, posteriormente, de vinos; valor que mantiene como principal puerto exportador de ganador vivo de Europa.

Paseo marítimo de Sète. Foto Baras – Turismo de Sète

La cultura en Sète

Además del Escale à Sète, la villa cuenta con 10 festivales culturales, que se complementan con seis espacios como el Centro Regional de Arte Contemporáneoo, el Museo y Teatro del Mar o el Museo Paul Valéry, dedicado a este escritor y filósofo nacido en esta localidad.

También hay arte en las esculturas al aire libre como los tótems de Di Rosa en la entrada a la ciudad, o el fresco de acero Mare Nostrum de Jean Denant; y en los murales que se crean cada año como parte de festival de arte urbano Klive.

En la visita no se puede dejar de pasar por La Pinta, el barrio de pescadores de casas minúsculas con fachadas coloridas con las redes secándose al sol.

Las casas de los pescadores de La Punta. Foto Lucia Caravano

Los pueblos de la laguna

Desde Sète al sur se prolongan 12 kilómetros de playas de arena, que girando por el litoral de la laguna permite visitar encantadores pueblos como Marseillan, Mèze, Bouzigues, Balaruc-le-Vieux (donde hay unos hermosos jardines mediterráneos) y Balaruc-les-Bains (sede del mayor complejo termal de Francia); que se añaden a pueblos medievales como Muscat y Frontignan y de sitios como la abadía de Valmagne.

La laguna de Thau se puede recorrer en un circuito para bicicletas de 63 km

Alrededor de la laguna se encuentra un circuito de 63 kilómetros que se puede realizar en bicicleta; y en donde se pueden divisar las estructuras de cultivos de mejillones, ostras, almejas y otros bivalvos.

Estos son algunos de los protagonistas de la gastronomía local, que se complementan con platos como la tielle (empanada de pulpo), la macaronade con salsa de tomate especiada y tres tipos de carne, la bourride de rape o la rouille de sepia; acompañados de vino moscatel producido en los viñedos de la región.

Para probar, disfrutar y regresar

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